He Sido Estudiante de la Christian Science desde que tenía nueve años. Por un tiempo me aparté de ella, pero gracias a Dios, como el hijo pródigo, regresé al redil.
Hace unos siete años, escuché una maravillosa conferencia sobre la Christian Science, que me dio mucha inspiración, y de pronto sentí el deseo sincero de tomar instrucción en clase. Realmente quería obtener una comprensión más profunda de la Ciencia del Cristianismo; y dos años después, lo pude concretar. Fue la experiencia más espiritualmente elevada que haya tenido en mi vida. El maestro nos dijo que si tan sólo pudiera inculcarnos lo cerca que está el hombre de su Padre-Madre Dios, se sentiría muy satisfecho.
En verdad capté el mensaje, y durante esas dos semanas tuve varias curaciones bellas; aprendí que Dios y Su idea, el hombre, son absolutamente inseparables. Esa nueva comprensión de que estoy cerca del Padre divino de todos, me ayudó a enfrentar y superar tres desafíos que surgieron poco después de regresar a casa.
Un día, para sorpresa mía, mi marido me dijo que me dejaba. De inmediato me vino el pensamiento: “En el reino de Dios no hay separación; el hombre nunca puede estar separado de su Padre-Madre Dios”. Me aferré a este pensamiento y oré; me sentí tranquila y rodeada de tal manera por el amor del Padre, que el dolor no me pudo invadir. Al principio me había sentido aturdida, pero claro, el error es sorprendente, o nos quiere hacer creer que lo es. Pero yo no le iba a permitir que me conmocionara a tal grado que me hiciera creer que era más grande que mi Padre del todo amoroso, sino que acepté totalmente el amor que Dios tenía por mí. Mi marido me dejó dos días después. En ese momento, sentí que necesitaba el tratamiento mediante la oración de un practicista de la Christian Science, quien me lo dio con mucho afecto. Con este apoyo, pude ayudar a mi familia a superar la tristeza que sentían por mí. El dolor sanó, al ser reemplazado por un sentido más verdadero de amor, el amor de Dios.
Soy cantante, y dos semanas después tenía un compromiso que cumplir. Cuando iba de camino al teatro, que quedaba a unas dos horas de mi casa, de pronto me invadió un miedo terrible. “¿Qué voy a hacer si no les gusta como canto? ¿Qué voy a hacer si no me acuerdo de la letra?” Salí de la autopista y me puse a orar. Las palabras del poema “Apacienta mis ovejas”, de la Sra. Eddy, llenaron mi pensamiento (véase Escritos Misceláneos, pág. 397). Entonces pude escuchar la voz callada y suave que me decía: “Todo lo que necesitas, es Dios”. Ese fue el final del temor. Seguí manejando, y los pensamientos de temor no volvieron. La interpretación salió muy bien, y me preguntaron si podía ocupar el lugar de otra actriz en el papel principal de una producción musical muy grande, que se estrenaría en tan sólo tres semanas. Acepté, sabiendo que Dios respondería a todas mis necesidades, que incluían hospedaje, aprender mi parte rápido, trajes nuevos, cambios en el color del cabello, etc. Cuatro días después, ya sabía mi parte, y todo lo demás ya estaba solucionado.
En ese momento, mi esposo regresó a casa para hablar sobre nuestra situación. Debido a la carga de trabajo que yo tenía, y a la tranquilidad que necesitaba para participar en la producción musical, acordamos esperar hasta después de la representación para hablar sobre nuestro futuro.
Un día antes del estreno, un amigo íntimo me llamó al teatro para decirme que mi esposo había fallecido. Me sentí devastada.
Una vez más, me vinieron al pensamiento las palabras del poema de la Sra. Eddy: “La colina di Pastor, cómo he de subir”. Esta vez pregunté qué debía hacer, cómo pensar. Primero pensé en llamar al practicista, y recuerdo que cuando escuché su contestador automático pensé: “¡Oh, no!” Pero a continuación me sentí alentada por este otro pensamiento: “Tú sabes que no necesitas hablar con él; las verdades que él te va a decir, son una realidad ahora”. Dije: “Gracias, Padre, por estar aquí conmigo”.
Una vez más, el Amor me rodeó, me tranquilizó, me expresó Su amor. Afirmada en la conciencia del amor de Dios, recordé estas palabras de Ciencia y Salud: “Son la ignorancia y las creencias falsas, basadas en un concepto material de las cosas, lo que oculta a la belleza y bondad espirituales. Comprendiendo eso, Pablo dijo: ‘Ni la muerte, ni la vida,... ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios’. Ésta es la doctrina de la Ciencia Cristiana: que el Amor divino no puede ser privado de su manifestación u objeto; que el gozo no puede convertirse en pesar, porque el pesar no es el vencedor del gozo; que el bien nunca puede producir el mal; que la materia jamás puede producir a la mente, ni la vida resultar en muerte. El hombre perfecto —gobernado por Dios, su Principio perfecto— es sin pecado y eterno” (pág. 304).
Yo sabía que esto me incluía a mí, a mi marido, a nuestras familias, y a toda la humanidad, y que él y yo estábamos avanzando en nuestra propia experiencia, inseparables de nuestro Padre-Madre Dios. En ese momento, el dolor y la pena simplemente desaparecieron, me sentí liberada. El Amor me había liberado del error que me hubiera hundido en la tristeza. Con el amoroso tratamiento del practicista, pude continuar con la producción. No sólo yo, sino todo el elenco fuimos bendecidos, y la producción fue todo un éxito.
Un mes más tarde, tuve que tomar algunas decisiones. Había tres caminos muy diferentes que yo quería seguir, de modo que le pedí nuevamente al Padre que me dijera dónde quería que estuviera, y qué tenía planeado para mí. Desde entonces esos tres caminos han corrido juntos, lado a lado, de una manera que sólo el Padre pudo haber dirigido.
Yo sé que aunque no hubiera tomado instrucción en clase, Dios no obstante me habría ayudado a superar esos desafíos tan grandes a mi fe y a mi confianza en Su amor. Pero me regocijo en que el deseo de obtener una comprensión más profunda de la ley de Dios mediante el estudio de la Christian Science, llegó en el momento justo. Estoy muy agradecida.
Vélez-Málaga, España
