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Una niña sana de eczema

Del número de febrero de 2000 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Para Muchos cristianos, el bautismo es una ceremonia necesaria para ser admitido en la comunidad cristiana; también puede significar que uno ha dejado atrás su anterior manera de vivir, para seguir las enseñanzas de Cristo Jesús. Y, según he llegado a comprender, el bautismo tiene mucho más que ver con nuestra actitud hacia Dios, de lo que yo pudiera haber imaginado.

Una noche, cuando mi hija de tres años se despertó llorando, vi que tenía manchas rojas en el cuerpo y que se estaba rascando mucho. La tomé en mis brazos y traté de consolarla, pero ella no se tranquilizaba; en lugar de eso insistía en que la lavara y le quitara las manchas. Le dije que eso no era posible ni necesario, y le aseguré que Dios siempre nos había ayudado, y que en esta ocasión también lo haría. Pero ella se puso a llorar más fuerte.

En silencio, recurrí a Dios en oración; traté de ver que mi hija era la semejanza de Dios, y que reflejaba Sus cualidades. Comencé a leer Ciencia y Salud, y me sentí más tranquila, dejé de tener miedo, y mi hija se durmió; entonces, como era bastante tarde y estaba muy cansada, me fui a dormir.

Cerca de una hora después, mi hija volvió a despertar y parecía que la escena se repetía, excepto que ahora la condición parecía haber empeorado. Nuevamente, leí de Ciencia y Salud, y traté de asimilar lo que estaba leyendo. Como resultado, no sólo mi hija se volvió a dormir, sino que me di cuenta de que mi oración anterior no había sido lo suficientemente profunda, y deseaba sentirme más elevada espiritualmente.

Vi que las manchas, o enfermedad, que se estaban manifestando aquí, no tenían existencia verdadera.

Esta vez no volví a la cama, sino que busqué pasajes con la palabra purificación. Un pasaje de Ciencia y Salud dice: “Nuestro bautismo es una purificación de todo error” (pág. 35). También busqué en la Biblia el significado de bautismo. Juan el Bautista dice: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 3:2). Cuando nos arrepentimos, nos apartamos del pecado y nos volvemos a Dios. Muchas personas que fueron a ver a Juan y le creyeron, querían ser personas “nuevas” y dejar de lado sus pecados. Su bautismo simbolizaba el proceso de transformación espiritual, o para decirlo de otro modo, el lavado de los pecados o la purificación de los pensamientos erróneos. Juan dijo, refiriéndose a Cristo Jesús: “Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo” (Marcos 1:8).

Eso era exactamente lo que yo necesitaba comprender. La Sra. Eddy define el bautismo como “purificación por el Espíritu; sumersión en el Espíritu” (Ciencia y Salud, pág. 581). Fue claro para mí que el proceso espiritual de transformación, o bautismo, entraña llenar la conciencia de ideas divinas, lo que hace que la concepción del mal, el pecado y la enfermedad, desaparezca.

Las manchas, o enfermedad, que se estaban manifestando, no tenían existencia verdadera.

Lo importante era corregir — lavar— la imagen material y falsa que yo tenía en el pensamiento. Todo temor y preocupación desapareció de mi pensamiento, y me invadió una alegría y una gratitud inefable por todo lo que Dios ha hecho; fue una sensación que no puedo describir con palabras. Me fui a la cama con la conciencia elevada, y mi hija durmió hasta la mañana siguiente; ella se levantó como de costumbre, completamente libre de manchas.

Estoy agradecida no sólo por la curación de mi hija, sino más aun por este bautismo espiritual que experimenté, que me hizo más receptiva a la verdad.


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