Para Muchos cristianos, el bautismo es una ceremonia necesaria para ser admitido en la comunidad cristiana; también puede significar que uno ha dejado atrás su anterior manera de vivir, para seguir las enseñanzas de Cristo Jesús. Y, según he llegado a comprender, el bautismo tiene mucho más que ver con nuestra actitud hacia Dios, de lo que yo pudiera haber imaginado.
Una noche, cuando mi hija de tres años se despertó llorando, vi que tenía manchas rojas en el cuerpo y que se estaba rascando mucho. La tomé en mis brazos y traté de consolarla, pero ella no se tranquilizaba; en lugar de eso insistía en que la lavara y le quitara las manchas. Le dije que eso no era posible ni necesario, y le aseguré que Dios siempre nos había ayudado, y que en esta ocasión también lo haría. Pero ella se puso a llorar más fuerte.
En silencio, recurrí a Dios en oración; traté de ver que mi hija era la semejanza de Dios, y que reflejaba Sus cualidades. Comencé a leer Ciencia y Salud, y me sentí más tranquila, dejé de tener miedo, y mi hija se durmió; entonces, como era bastante tarde y estaba muy cansada, me fui a dormir.
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