Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Artículo de portada

Consultora fiscal

Del número de marzo de 2000 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Mi trabajo me ofrece cada día más oportunidades para crecer espiritualmente. Cuando tengo que aprender cosas nuevas, las veo como oportunidades, aunque parezca que está ocurriendo una catástrofe.

Ayer fue un día así. Las computadoras dejaron de funcionar y todo se paralizó. Para calmarme me fui a un rincón y me puse a orar. Esto me ayudó a recuperar mi equilibrio mental.

Para mí orar es como empezar a conversar con Dios. Trato de quedarme muy quieta y escuchar si me viene una idea, escuchar esa “voz callada y suave” de que habla la Biblia. 1 Reyes 19:12 (según la versión king James de la Biblia). Y siempre me viene alguna idea. A veces es tan sólo el pensamiento de que soy la hija de Dios y que el peso de resolver un problema no está sobre mis hombros. Luego me aferro a ese pensamiento. Con él, puedo enfrentar los problemas del día.

Hablando francamente, uno de los problemas que las mujeres enfrentan en el trabajo es que a menudo la gente no las trata igual que a los hombres. En nuestro negocio, por ejemplo, mucha gente sólo quiere hablar con mi marido. Aunque les proporciono información, aun insisten en hablar con él. Él les va a decir lo mismo que yo les dije, pero entonces está bien porque lo dijo un hombre.

Cuando ocurre esto, me doy cuenta de que este comportamiento no está dirigido a mí personalmente. Es simplemente la manera en que la gente ha sido educada. No tiene nada que ver conmigo. De manera que no debo asumirlo ni sentirme ofendida. Mi trabajo como cristiana y como estudiante de la Christian Science, es orar por estas cosas. Oro para comprender que no puede haber ataques contra mí como hija de Dios. Estoy protegida, incluso contra mi propia reacción negativa hacia la gente que siente prejuicios hacia las mujeres. Sobre todo, oro para comprender que Dios creó a los hombres y a las mujeres iguales. Los creó a Su semejanza. Tengo el derecho de ver esta igualdad expresada cada vez más en mi vida. Y también lo tienen todas las mujeres sin excepción.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / marzo de 2000

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.