Considero que el potencial que tiene la mujer es infinito. Y no lo digo únicamente porque estudio la Christian Science, lo digo por mi experiencia empresarial. Actualmente, hay mujeres que tienen sus propias empresas, y éstas son en todo aspecto tan prósperas como cualquier negocio regentado por hombres.
Si usted considera que tiene una buena idea, ya sea hombre o mujer, debe concretarla. A mí me vino una idea para tener una empresa y la llevé a cabo. Efectúo negocios en países donde tal vez los derechos de la mujer no son tan reconocidos como en los Estados Unidos. Pero he visto que si uno tiene una buena idea y está respondiendo a una necesidad, la cuestión de si uno es hombre o mujer deja de ser importante.
Yo comencé mi empresa en Italia. Se habla a menudo de cuál es el lugar para la mujer, y que los hombres tratan a las mujeres así o asá. No obstante, nunca tuve allí una mala experiencia, porque sentía que podía brindar un servicio valioso en ese país. Y como estudiante de la Christian Science sé que una idea valiosa se origina en Dios. De modo que el hecho de ser mujer casi pierde toda importancia cuando uno se concentra en la idea a la que se está dedicando —dedicándola no especialmente para los hombres o las mujeres, sino para todos.
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