La vieja camioneta, cargada de colchones, bolsas de plástico con ropa, y unas bolsas de supermercado, se detuvo bruscamente frente al Instituto, un albergue para mujeres maltratadas en el centro de Montevideo, Uruguay. Una joven, bajó con timidez, y se quedó en la vereda aferrando la mano de un niño pequeño.
En cinco minutos el conductor bajó a la vereda todo lo que había en la camioneta, y se marchó. De pie en medio de todas sus posesiones, la mujer no sabía qué hacer. Una a una, varias personas comenzaron a salir del Instituto para ayudarla a entrar sus cosas, y acompañarla arriba por una oscura escalera. El pequeño hacía guardia en la vereda.
Finalmente, al recoger la última bolsa de comida, la mujer tomó al niño de la mano y desapareció adentro. El pasador de la puerta del Instituto se cerró detrás de ellos. Y madre e hijo comenzaron una nueva vida.
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