Desde niña, cuando aprendía el piano y el violín, siempre quise ser directora. No creía que fuera algo inusual, pero a muchos les costaba creer que yo quisiera seguir esa carrera.
Pero cuando entré en el mundo profesional, aparecieron las barreras. Algunas de ellas desaparecieron fácilmente. Cuando tenía veintitantos años, preparé el coro de la segunda sinfonía de Mahler y se lo llevé a un director. Él no tuvo tiempo de escucharlo antes de nuestro primer ensayo. Cuando el coro comenzó a cantar, los detuvo, se volvió a mí y me preguntó:
—¿Quién preparó este coro?
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!