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Artículo de portada

Ejecutiva

Del número de marzo de 2000 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando mi esposo se quedó sin trabajo, me pidió que lo ayudara a iniciar un negocio de metalurgia. Al principio no quería hacerlo porque me era un trabajo totalmente desconocido para mí, y sólo hombres trabajan en ese ramo.

En nuestro nuevo negocio, mi esposo supervisaba la ejecución del trabajo. Yo estaba encargada del mercadeo y buscaba nuevos clientes. También estaba encargada de la administración, de los bancos y del manejo del personal, que eran todos hombres.

Para realizar todo esto, leía a menudo la Biblia y Ciencia y Salud. Me di cuenta de que la confianza radical en Dios trae soluciones prácticas a los problemas relacionados con el trabajo. En nuestro caso, era una cuestión de seguir adelante, tanto para nuestra compañía como para nosotros.

En una ocasión, pasé toda una noche orando porque estábamos atravesando por una difícil situación financiera. A medida que oraba comencé a recibir ideas espirituales. Me sentía confiada y esperaba la guía de Dios.

Llegué a un punto en que dejé de considerarme tanto como hombre o mujer, sino simplemente como alguien que expresaba las cualidades de Dios. Un día, uno de mis trabajadores me insultó enfrente de todos los demás. Me dijo que él también tenía esposa, pero que el lugar de ella era su casa. Al recurrir a Dios, comprendí que no había diferencias entre nosotros, que todos éramos hijos de Dios. Continué orando toda la noche. De pronto, me embargó un profundo amor por todas las personas con que trabajo. Al día siguiente, ese hombre me pidió disculpas. Después de eso, siempre que me veía trataba de ser útil.

Yo no soy una feminista militante. Yo soy Cientifica Cristiana. Resuelvo los problemas mediante la oración. El tercer capítulo del Génesis en la Biblia habla de un falso concepto de la mujer. Dice así: “...con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti” (versículo 16). Sin embargo, el primer capítulo del Génesis dice lo siguiente: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (versículo 27).

Si la gente toma literalmente el capítulo tres, creen que las mujeres no pueden expresar las cualidades que Dios les dio. Las mujeres necesitan comprender el primer capítulo del Génesis, que muestra que la mujer es la imagen de Dios, al mismo nivel que el hombre. Hoy estamos viendo esto. Hay mujeres que son primer ministros, astronautas y militares de alto rango. En nuestra tradición africana, a veces las mujeres son jefas de familia.

Un día en que estábamos sin trabajo mi esposo y yo no sabíamos qué hacer. De modo que recurrí nuevamente a Dios. A la mañana siguiente, en lugar de dirigirme a la oficina fui a los talleres de una compañía de trenes. Nunca había estado allí antes. Pedí ver al director, diciendo que estaba buscando trabajo. La persona a cargo me dijo: “Usted no podría hacer el trabajo que hacemos aquí porque es trabajo de hombres. ¿Sabe soldar?” Le respondí: “Si, somos una compañía metalúrgica y hacemos soldaduras”. El señor se quedó con la boca abierta.

Cuando le dije dónde quedaba mi compañía, me dijo: “Aunque quisiera, no podríamos trabajar con ustedes porque necesitaríamos una vía de tren que llegara a su taller, para que los vagones pudieran ser reparados allí. Y eso sería muy costoso”. Le respondí: “Está bien”. Ese mismo día fui a la gerencia de esa compañía, y les pedí una estimación de costos para instalar las vías hasta mi taller. El señor con el que hablé me dijo: “Señora, voy a hacer lo posible para ayudarla a conseguir esas vías”. Un mes más tarde ya habían sido instaladas. Las pagamos poco a poco, deduciendo de los pagos que nos hacían por la reparación de los vagones. Este trabajo fue nuestra única actividad durante unos seis años.

La ley espiritual revela al hombre y a la mujer perfectos que creó Dios. Fuera de esta ley espiritual, la mujer a menudo tiene el papel de esclava. Uno de los problemas es que a veces las mismas mujeres no están seguras de la capacidad que tienen. A veces piensan que Dios ha dotado a los hombres con cualidades más abundantes y formidables que a las mujeres. Y esto no es así. Todos podemos expresar las cualidades de Dios ya que el amor de Dios es imparcial.

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