Durante años la revista Christian Science Sentinel presentó en la tapa a una dama con una lámpara, con las palabras de Henry Wadsworth Longfellow:
Una dama con una lámpara
se destacará,
en la gran historia de la tierra;
noble tipo del bien,
la heroica femineidad.Mary Baker Eddy Mentioned Them (Boston; Mass: The Christian Science Publishing Society, 1961), pág. 160.
El poema de Longfellow era un tributo a Florence Nightinagale, la enfermera inglesa que lámpara en mano y sin cansancio, visitó enfermos, lavó pisos, cocinó, atendió a los enfermos, y salvó vidas durante la guerra de Crimea.
También Mary Baker Eddy mediante su servicio heroico para sanar a la humanidad, ejemplifica a la mujer con la lámpara. La luz que alza la Sra. Eddy hace desaparecer la oscuridad del pecado, la enfermedad y la muerte.
A fines del siglo XIX, cuando la Sra. Eddy estaba bien establecida como líder religiosa y como la descubridora de la Christian Science, una joven de Alemania que necesitaba ser sanada fue a escuchar uno de sus sermones. Lo que atrajo a esta joven fue la novedad de oír a una mujer hablar en público, puesto que en su país las mujeres no predicaban.
Como se sentó en el fondo del auditorio, no podía escuchar nada de lo que la predicadora decía. Tiempo después escribió: “...al escuchar experimenté, sin poder explicarlo, una sensación de alivio, y los dolores y la miseria que sentía cuando fui a la conferencia, nabían desaparecido.
“Como no sabía a quién había escuchado, le pregunté a un ujier el nombre de la ‘predicadora’. Y con total incredulidad me miró y me dijo: “¿No lo sabe? ¡Es la Sra. Eddy!” ¿La Sra. Eddy? Jamás había escuchado hablar de ella antes. Dejé la sala, libre de toda molestia”. Yvonne von Fettweis y Robert T. Warneck, Mary Baker Eddy, Christian Healer (Boston, Mass: The Christian Science Publishing Society, 1998, pág. 128–129).
Lo que esta joven experimentó no se puede atribuir simplemente a estar ante la presencia de una famosa dama. El nombre “Mary Baker Eddy” no significaba nada para ella. Pero sí respondió al toque sanador de la femineidad pura y desinteresada de la Sra. Eddy, una femineidad que glorificaba a Dios.
Las cualidades sanadoras de la verdadera femineidad espiritual, o naturaleza femenina espiritual, han rodeado al mundo desde el principio. En la Biblia, tanto el hombre como la mujer fueron hechos para que sean fructíferos, para bendecir, y para ser cuidados en la creación completamente buena de Dios. Al comentar sobre esto, la Sra. Eddy escribió: “El hombre ideal corresponde a la creación, a la inteligencia y a la Verdad. La mujer ideal corresponde a la Vida y al Amor”.Ciencia y Salud, pág. 517.
No es que este concepto de la verdadera femineidad lentamente haya evolucionado a lo largo de los siglos. Sino que, siendo una expresión de Dios que ocurre constantemente, el poder sanador de la maternidad siempre ha estado presente para que mujeres y hombres lo atesoren y expresen. Los esfuerzos por subyugar el trabajo de la mujer, por menospreciarlo, o erradicar por completo el testimonio de los logros de la mujer a través de las épocas, debe dar paso a lo que Dios ha ordenado: el concepto espiritualmente inspirado de la femineidad pura.
Jesús reconoció este concepto de femineidad, e incluyó a las mujeres en su ministerio sanador, aunque esto desafiaba la tradición popular. Bobby Lee Holley, erudito de la Biblia, lo explica de este modo: “Jesús, en su actitud y actividades, en su oposición a las tradiciones, en su interés lleno de amor por los demás, estaba revelando la voluntad de Dios”. Citado en Women and the New Testament, An Analysis of Scripture in Light of New Testament Era Culture (Jefferson, N.C.: McFarland, 1977), pág. 6.
Los evangelios del Nuevo Testamento presentan vívidas imágenes de mujeres notables que estaban cerca de Jesús. María Magdalena, por ejemplo, para expresar su enorme gratitud siguió a Jesús hasta el pie de la cruz, y fue la primera en ver su resurrección al amanecer del día. En ese momento, un mundo material y oscurecido había perdido de vista al verdadero Jesús. Pero, como destaca Mary Baker Eddy en Ciencia y Salud: “la fiel María le vio, y para ella representó más que nunca la idea verdadera de Vida y sustancia” (pág. 314). Véase Sharon H. Ringe, Luke (Louisville, Ky: Westminster John Knox Press, 1995), pág. 111.
El evangelio según San Juan relata la historia de dos mujeres que querían a Jesús: María y Marta de Betania. Afuera de la cocina, María se sentó como un discípulo hombre se hubiera sentado en aquellos días, a los pies de Jesús, y escuchó sus enseñanzas. Posteriormente, justo antes de que Jesús resucitara a Lázaro de la muerte, fue Marta la que declaró que Jesús era el Cristo, el hijo de Dios, que vendría al mundo. Juan 11:20-27.
Como destacada seguidora de Jesús, María fue una mujer que merece que se la aprecie por su propio derecho. En el evangelio según San Lucas, se relata que, exponiéndose al escarnio público por acercarse a Jesús durante la cena en la casa de Simón, el Fariseo, ella le lavó los pies a Jesús con sus lágrimas, y luego los enjugó con su cabello que lo llevaba suelto. Sinceramente arrepentida de sus transgresiones pasadas, esta intrusa no se quiso ocultar. Ella es el ejemplo de lo que significa en nuestra vida ponernos bajo la luz de la curación y ser sanados, perdonar y ser perdonados.
Comprendiendo la naturaleza espiritual de la mujer, Jesús le preguntó a Simón: “¿Ves esta mujer? ...te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquél a quien se le perdona poco, poco ama. Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados”. Lucas 7:44, 47, 48.
Aparentemente, la mujer había sido perdonada desde el momento en que entró al salón. Las lágrimas que derramaba eran de gratitud y amor, no de vergüenza o desesperación. Sus pecados, fueran muchos o pocos, se habían caído, como entre las monos.5 Y manos como las de ella continuarán arreglando las “almohadas de los enfermos y ...las de los que añoran el cielo y apartan la vista de la tierra”, como sugiere la Sra. Eddy en las primeras páginas de su capítulo “La práctica de la Ciencia Cristiana”.Ciencia y Salud, pág. 365.
El amor a Dios y la compasión por la humanidad es un aspecto esencial de la femineidad pura. La desbordante gratitud, el amor incondicional, la consagrada lealtad al Cristo, el afecto puro, son cualidades que brindan consuelo al afligido y sanan al enfermo. La Sra. Eddy pasó toda una vida ejercitando estas cualidades, buscando y encontrando una comprensión espiritual de Dios que fuera el remedio para todos los males de la tierra. Por el amor puro que sentía a Dios y a la humanidad, llegó a escribir Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. Este libro presenta la explicación completa del método sanador de Jesús, una explicación que cualquiera puede entender. Y, por más de un siglo, este libro ha traído la luz de la esperanza y la curación a millones de personas.
Mary Baker Eddy atesoró y expresó en la obra de su vida las cualidades femeninas que se ven en la representación bíblica de María Magdalena, Marta y María de Betania, y María la madre de Jesús. Y los logros que tuvo la Sra. Eddy —escribir Ciencia y Salud, fundar una Iglesia a nivel mundial, y mucho más— demuestran el poder de la femineidad que ella expresó.