Se Ha Detenido alguna vez a pensar en la cantidad de ciclos y etapas que parece haber? Escuchamos hablar de la terrible infancia, la pubertad, los ciclos menstruales, la edad madura, la jubilación, etc. ¿Acaso estamos a merced de estos ciclos? Según la Ciencia del Cristo, no.
Ciencia y Salud habla de los ciclos de una manera totalmente diferente: "A través de los ciclos infinitos de la existencia eterna, el Espíritu, y la materia no coinciden ni en el hombre ni en el universo".Ciencia y Salud, pág. 319. Dios es Espíritu, todo el bien; por lo tanto, los ciclos de Su reino son espirituales y sólo pueden traer el desarrollo del bien. Esos ciclos incluyen una manifestación progresiva y constante del amor, el cuidado, la salud, la sabiduría, la inteligencia, el dominio, el propósito y la utilidad de Dios. Los "ciclos infinitos de la existencia eterna" no incluyen ninguna ley que pueda disminuir o impedir la manifestación de las cualidades espirituales que le pertenecen al hijo de Dios, usted y yo. Ninguna de Sus ideas se vuelve menos valiosa, menos completa. De hecho realmente ocurre lo contrario. Ciencia y Salud lo explica así: "Cada fase sucesiva de experiencia descubre nuevas perspectiva de la bondad y del amor divinos". Ibid., pág. 66.
Hace unos años empecé a tener problemas con mi ciclo menstrual. Al principio, ignoré el problema. A veces cuando pensaba en eso me ponía a orar, pero no experimentaba ningún resultado. Luego decidí tratar el problema orando y corrigiendo las creencias generales que pudiera haber estado aceptando respecto de la femineidad, específicamente las relacionadas con el período. Me aferré a mi verdadera identidad como idea espiritual de Dios, completa y sana, que no está sujeta a nacimiento, desarrollo material, decadencia ni muerte. Oré para comprender que Dios es mi Vida y que por ser Su reflejo, tengo total dominio sobre cualquier ciclo negativo relacionado con un concepto carnal de vida. A los dos o tres meses, sané por completo, y el problema no se ha vuelto a presentar.
Ésta fue una prueba maravillosa de que el hijo de Dios no está sujeto a las llamadas leyes materiales. Las únicas leyes a las que estamos sujetos son las leyes espirituales de Dios, que incluyen sólo el bien. Cada uno de nosotros está creado a imagen y semejanza de Dios, siempre perfecto y armonioso.
Continué orando, y descubrí que había otras áreas de mi vida que podían ser bendecidas cuando comprendiera que los ciclos discordantes o destructivos no tienen lugar alguno en la realidad. Al no ponerle a mi hijo adolescente rótulos que dicen que está sujeto a todas las dificultades de comportamiento asociadas con ese período del crecimiento, y reconociendo en cambio que es la idea completa y sana de Dios, percibí que su verdadera identidad no atraviesa una etapa de rebeldía. En consecuencia los dos hemos tenido una relación mucho más armoniosa y afectuosa.
He ampliado esta línea de pensamiento para incluir los ciclos relacionados con la edad, las crisis de la edad madura, las tristezas de jubilarse, y las limitaciones relacionadas con la vejez. He ido comprendiendo cada vez mejor que las etapas inarmónicas de la vida carecen de realidad, y como resultado, las puedo desasociar más rápidamente de la verdadera identidad de cualquier persona con la que tengo trato. Ciencia y Salud describe los períodos de la vida del hombre de la siguiente manera: "Los períodos de la ascensión espiritual son los días y las estaciones de la creación de la Mente, en que la belleza, sublimidad, pureza y santidad —sí, la naturaleza divina— aparecen en el hombre y en el universo para no desaparecer jamás". ibid., pág. 509. ¿No es reconfortante saber que no tenemos por qué pasar por ninguna etapa de sufrimiento, porque Dios sólo tiene preparado el bien y el desarrollo cada vez mayor para nosotros?
