Hace Un Tiempo la revista Time publicó un enfoque especial alegando que los feministas de hoy están más interesados en la libertad sexual y la popularidad, que en ocuparse de cuestiones importantes como la paridad salarial y el cambio social. Unas semanas después de esta publicación, me encontraba en una reunión auspiciada por una institución norteamericana que reconoce los logros de la mujer. En esa celebración fueron galardonadas la Dra. Shirley Jackson, por ser la primera mujer que encabezó la Comisión de Reglamentación Nuclear de los Estados Unidos; la Sra. Eunice Shriver, por ser la fundadora de los Juegos Olímpicos para Niños Discapacitados, y la Sra. Florence Wald, por ser la fundadora de los Hospicios de América. Ellas, junto con muchas otras mujeres de destacada labor, llegaron a ser parte de lo que se llama el "Women's Hall of Fame", o "Salón de la Fama de la mujer". Cuando pasaron desfilando delante de mí, me pregunté si la revista Time había investigado lo suficiente cuando buscó modelos de personas en el feminismo de hoy. Porque ahí, delante de mí, tenía a mujeres que no sólo se habían destacado en su campo de labor, sino que habían inspirado a otros a hacer lo mismo.
Pienso que el ideal más elevado de femineidad tiene un fundamento espiritual que está alineado con las leyes de Dios. Este ideal implica por un lado un rechazo a todo convencionalismo relacionado con el género y los sistemas tiránicos de poder, y por el otro, un esfuerzo por lograr la igualdad.
A pesar de lo que nos muestran algunos titulares periodísticos, mucha gente rechaza los rígidos convencionalismos relacionados con el género. Esta gente cuenta con que el hombre puede expresar ternura y la mujer, fortaleza. Y así debería ser, porque las cualidades que asociamos con la masculinidad y femineidad no tienen nada que ver con el género.
"Que aparezcan el 'varón y hembra' de la creación de Dios",Ciencia y Salud, pág. 249. escribe Mary Baker Eddy. Dios es Espíritu divino, y el hombre —el hombre completo, el varón y hembra de la creación del Espíritu— no está delineado por género, clase, educación ni nacionalidad algunos, sino que es espiritual. El hombre creado por Dios incluye la bondad, el poder y la inteligencia ilimitados del Espíritu. Todo lo que soñamos lograr sólo sugiere la existencia de la naturaleza infinita del hijo de Dios, el reflejo del infinito único.
No hay ni un solo hijo de Dios que sea incompleto, que sólo incluya la mitad de la naturaleza de Dios. El hombre, como reflejo o imagen de Dios, lo expresa a Él en su totalidad. La paternidad y maternidad de Dios brilla a través de Sus ideas en fuerza, ternura, gozo y dominio ilimitados.
Es claro entonces que, puesto que nuestras aptitudes no están divididas por el género, nuestro Padre-Madre divino tampoco nos clasifica de acuerdo con el género. Pablo explica: "Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús". Gálatas 3:28.
Cuando nos identificamos unos a otros de la manera en que Dios nos hizo, y nos esforzamos por demostrar esta realidad en nuestra vida, nos liberamos de la tentación de censurarnos a nosotros mismos y a los demás por cuestiones relacionadas con el género. Y comenzamos a valorar y promover lo que es bueno en la familia y en la comunidad.
Hace más de cien años, la Sra. Eddy, también miembro del "Salón de la Fama de la mujer", habló en contra de la tiranía de la época: "Si un marido disoluto abandona a su esposa, ciertamente debiera permitírsele a la agraviada y tal vez empobrecida mujer cobrar su propio salario, celebrar acuerdos comerciales, poseer bienes inmuebles, depositar fondos y ser dueña de sus hijos sin que nadie intervenga".Ciencia y Salud, pág. 63. La Sra. Eddy escribió, predicó, sanó y estableció una Iglesia que se expandió por todo el mundo, además de fundar varias publicaciones, incluso el Heraldo. De esta manera ella vivió de acuerdo con sus convicciones, demostrando que la tiranía de su época no tenía poder.
Al salir de la ceremonia que antes mencioné, llevaba conmigo un papel con el autógrafo de la Sra. Shirley Jackson, donde ella había agregado "Apunta siempre hacia las alturas". Esto es muy preciado para mí. Aunque ella lo escribió para darnos aliento, a mí me sirve para tener presente que debo elevar el ideal del feminismo a una base espiritual más elevada; una base que traerá curación a hombres y mujeres de todas partes.
