Hace Un Tiempo la revista Time publicó un enfoque especial alegando que los feministas de hoy están más interesados en la libertad sexual y la popularidad, que en ocuparse de cuestiones importantes como la paridad salarial y el cambio social. Unas semanas después de esta publicación, me encontraba en una reunión auspiciada por una institución norteamericana que reconoce los logros de la mujer. En esa celebración fueron galardonadas la Dra. Shirley Jackson, por ser la primera mujer que encabezó la Comisión de Reglamentación Nuclear de los Estados Unidos; la Sra. Eunice Shriver, por ser la fundadora de los Juegos Olímpicos para Niños Discapacitados, y la Sra. Florence Wald, por ser la fundadora de los Hospicios de América. Ellas, junto con muchas otras mujeres de destacada labor, llegaron a ser parte de lo que se llama el "Women's Hall of Fame", o "Salón de la Fama de la mujer". Cuando pasaron desfilando delante de mí, me pregunté si la revista Time había investigado lo suficiente cuando buscó modelos de personas en el feminismo de hoy. Porque ahí, delante de mí, tenía a mujeres que no sólo se habían destacado en su campo de labor, sino que habían inspirado a otros a hacer lo mismo.
Pienso que el ideal más elevado de femineidad tiene un fundamento espiritual que está alineado con las leyes de Dios. Este ideal implica por un lado un rechazo a todo convencionalismo relacionado con el género y los sistemas tiránicos de poder, y por el otro, un esfuerzo por lograr la igualdad.
A pesar de lo que nos muestran algunos titulares periodísticos, mucha gente rechaza los rígidos convencionalismos relacionados con el género. Esta gente cuenta con que el hombre puede expresar ternura y la mujer, fortaleza. Y así debería ser, porque las cualidades que asociamos con la masculinidad y femineidad no tienen nada que ver con el género.
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