Hace Algún Tiempo, un compañero mío del trabajo se enfermó muy seriamente y los diagnósticos médicos parecían tener muchas reservas sobre el caso. Los síntomas que tenía eran inestabilidad, muchos mareos, vértigo y dolores de cabeza. Y le pronosticaron que tendría que someterse a un tratamiento muy largo y costoso. Inmediatamente cundió el temor en la oficina y pocos días después empecé a tener los mismos síntomas. Esto fue bastante alarmante para mí, por lo que de inmediato me puse en contacto con una practicista de la Christian Science* para que me ayudara con su oración.
Si bien mi compañero estuvo muchos días ausente, yo continué yendo al trabajo mientras me apoyaba en la oración y en las ideas que recibía del estudio de la Biblia y Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy.
A través de este estudio se aprende que la oración consiste en reconocer la unidad que cada uno tiene con Dios. Se aprende que Dios es Amor, que es la Mente creadora, y que el hombre espiritual creado a Su imagen y semejanza refleja las cualidades de Dios. Y que estas cualidades en ningún momento pueden ser alteradas ni destruidas por ninguna situación que se presente como material.
Al comienzo, parecía no haber muchos resultados. Los síntomas por un momento se agravaban al punto que, cuando iba caminando por la calle para tomar el transporte público para mi trabajo, muchas veces tenía que apoyarme en la pared para mantener el equilibrio. Pero recuerdo muy claramente que en esas oportunidades me venía al pensamiento el Salmo 23. Especialmente la parte que dice: “Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma”. Finalmente, después de muchos días comencé a sentirme aliviado. Fui encontrando paz y la molestia fue desapareciendo. Y mucho tiempo después mi compañero volvió a su trabajo bastante restablecido.
Entonces se presentó la oportunidad de hacer un viaje de turismo. Hacía mucho tiempo que mi esposa y yo estábamos planeando hacer un viaje al norte de la Argentina, para conocer esos lugares montañosos de inmensa belleza. En ese momento tenía unos días de vacaciones y el dinero para hacerlo, y pensamos que era una buena oportunidad. Sin embargo, yo tenía dudas sobre el viaje. Deseaba hacerlo, pero la excursión también incluía ir a las montañas en el famoso Tren a las Nubes en la provincia de Salta. Yo sabía que los médicos no recomiendan hacer este viaje a las personas que sufren de mareos y de presión sanguínea alta, debido a lo que se conoce como apunamiento, o el efecto de las alturas.
En este viaje el tren alcanza una altura de 4.350 metros, y está provisto con equipos médicos, oxígeno, y todo lo necesario para auxiliar a las personas que puedan tener problemas.
Oré mucho, y lo hablamos con mi esposa. Cuando oraba, el sinónimo de Dios que siempre me venía al pensamiento era Mente, y también Amor. Dios es la Mente creadora, la Mente productora de todas las cosas buenas. También me ayudó mucho estudiar en Ciencia y Salud el capítulo donde la Sra. Eddy hace la exégesis bíblica del Génesis. Allí se ve que la creación de Dios es puramente espiritual, y ella describe muy bellamente lo que son las montañas y los ríos, que si bien a los ojos humanos aparecen como materiales, representan ideas espirituales. Entonces, paulatinamente, me fui dando cuenta de que esta creación espiritual está hecha de ideas que vienen directamente de Dios a cada uno de nosotros. Por esta razón, el disfrutar, el gozar de toda esa bellísima creación del universo espiritual nos corresponde a todos nosotros por ser nuestra herencia legítima. Cada día fui comprendiendo mejor todo esto. A su vez, el sinónimo que define a Dios como Amor, me daba la seguridad de que esta creación es totalmente benigna, que no puede lastimar, enfermar o castigar a alguien que desee realizar algo bueno como dar un paseo para conocer o disfrutar de esta creación. Esto me trajo una gran tranquilidad y serenidad.
Ahora tengo la seguridad de que cuento con el Amor de Dios en todo momento y bajo toda circunstancia, por más difícil que parezca el problema.
Cuando llegó el momento de la partida, todavía no había decidido qué hacer con ese paseo a las montañas. No obstante, al estar ya de camino, muy espontáneamente le pedí a la guía de la excursión que reservara nuestros pasajes para hacer este viaje en el Tren a las Nubes. Resultó ser una experiencia maravillosa. El viaje duró 15 horas, siete horas y media para subir y otras siete y media para bajar, paseando por valles, montañas y precipicios muy hondos. Además, el día estuvo muy diáfano, no había ni una sola nube que opacara el sol, y la amistad que surgió entre la gente de la excursión fue comentada por todos. Y lo más grande para mí fue estar asomado por la ventanilla del tren, tomando fotos a diestra y siniestra, sin sentir el más leve malestar. La altura no me afectó en absoluto.
Cuando ya estábamos volviendo a Buenos Aires, el personal de la excursión y la guía comentaron que estaban muy sorprendidos de que nadie hubiera sufrido vértigo o malestar alguno. Y lo comentamos con mi esposa, porque nos llenó de regocijo. Eso me recordó que en Ciencia y Salud la Sra. Eddy nos dice que en la demostración diaria del cristianismo práctico “lo que bendice a uno bendice a uno bendice a todos”. Ciencia y Salud, pág. 206. Lo que me bendijo a mí, el hecho de que nada me había afectado, también bendijo a los demás.
Tuve esta curación hace unos dos años, y el problema no ha vuelto a presentarse. Aprendí útiles enseñanzas de esta experiencia y me dejó con una mayor fortaleza. Ahora tengo la seguridad de que cuento con el amor de Dios en todo momento y bajo toda circunstancia, por más difícil que parezca el problema. Puedo decir con Pablo: “Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios”. Romanos 8:38, 39.
*Significa Ciencia Cristiana. Pronúnciese crischan sáiens.
