Cuando Me Casé, no me llevaba bien con mis suegros. Esto era muy difícil para mi esposo.
Un día me empezó a doler mucho la garganta, y mi marido, que no era Científico Cristiano, insistió en llamar al médico para que me viniera a ver a casa. El doctor recomendó cirugía, y me dijo que haría todos los arreglos necesarios para la mañana siguiente.
Esa noche asistí a una charla sobre la Christian Science en Johanesburgo. Como a mitad de la conferencia, el orador dijo algo que me hizo pensar en mis suegros. De pronto comprendí lo que ellos sentían, y me invadió una gran compasión y amor hacia ellos.
Cuando terminó la charla, fui a casa, dormí toda la noche, y me desperté totalmente sana. Entonces llamé al médico y le pedí que cancelara los arreglos que había hecho para la operación.
Sentí mucha gratitud al ver que la curación se produjo de inmediato cuando cambié mi pensamiento. Mi marido estaba muy impresionado, porque hacía poco que yo estudiaba la Christian Science. La relación con mis suegros también fue mejorando y llegamos a ser muy buenos amigos.
Estoy muy agradecida a la Christian Science. Estoy muy agradecida por cada actividad de este movimiento, y en particular por el Sentinel. Hace un tiempo leí un artículo que me recordó un incidente que ocurrió hace unos años.
Había ido a la carnicería y al salir accidentalmente me llevé por delante un caño que sobresalía. Me golpeé la frente y sentí que la sangre me caí por el rostro. Rápidamente tomé un pañuelo desechable y lo puse sobre la herida. El carnicero vio lo ocurrido y quiso que entrara a su negocio. Le agradecí, asegurándole que todo estaría bien. Yo vivía bastante cerca y me sería fácil manejar esa corta distancia.
Al llegar a casa llamé a una enfermera de la Christian Science y le pedí que me ayudara a limpiar y a vendar la herida lo antes posible. Mientras tanto, me acosté diciendo la "declaración científica del ser" (véase Ciencia y Salud, pág. 468), y otros pasajes que me aseguraban que el dolor no tenía realidad. La enfermera llegó muy pronto y comenzó a atenderme la cara, mientras me decía lindas verdades espirituales. Cuando regresó, dos días después, a retirar las vendas, no había cicatriz alguna. Me sentí muy agradecida.
Me encanta lo que la Sra. Eddy dice en The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany: "Hoy mi alma solo puede cantar y volar. Un sentido creciente del amor, la omnipresencia y la omnipotencia de Dios me envuelve. Cada día Lo siento más cerca, Lo amo más, y humildemente oro, para servirlo mejor" (pág. 174).
Bryanston, Gauteng África del Sur
