He Escuchado la historia de Adán y Eva en chistes, dichos, películas, revistas, hasta en la relación entre marido y mujer. Pero la historia de Adán y Eva ha tenido tal impacto en las mujeres y en los hombres, que no hay nada de qué reirse. Habla de desobediencia y condenación, de materialidad y odio, de sufrimiento y muerte. En ningún lado uno lee sobre el amor, sobre llevarse bien, sobre las cualidades espirituales que hace que las relaciones sean amorosas, fuertes y duraderas. A mí me parece que uno expresa naturalmente esas cualidades cuando piensa que el hombre y la mujer son la creación de Dios, el Espíritu divino, como dice el primer capítulo de la Biblia.
Hace unos años, tuve la oportunidad de comprender mejor lo que dice ese capítulo. Padecí de un serio problema físico, que me obligó a permanecer en cama con mucho dolor durante una semana. La dolencia tenía algo que ver con el período menstrual y el sistema digestivo, y los síntomas se repetían cada dos o tres semanas. Esto continuó durante cinco o seis meses.
Pedí a una practicista que me ayudara con su oración, y comencé a estudiar los dos primeros capítulos del Génesis en la Biblia, así como el comentario de esos capítulos en Ciencia y Salud. Yo quería comprender mejor mi relación con Dios, porque sabía que eso me sanaría.
Me di cuenta de que la creencia generalizada que tiene el mundo de que las mujeres descienden de Eva, que fue condenada por Dios a sufrir, ha condenado al sufrimiento a todas las mujeres. Algunos le atribuyen a esto los embarazos y partos dolorosos. Otros piensan que a eso se deben los períodos menstruales dolorosos. Muchas mujeres son maltratadas, sufren abuso y acoso sexual, debido a la creencia de que las mujeres merecen ser castigadas por el pecado que cometió Eva.
Mujeres y hombres son ideas espirituales creadas por Dios, y la materialidad no forma parte alguna de su verdadero ser.
El segundo capítulo del Genesis relata que Dios hizo caer en sueño profundo a Adán y que mientras éste dormía, Dios le sacó una costilla y de ella hizo a Eva. Al referirse a esta pasaje en Ciencia y Salud, la Sra. Eddy dice: "Aquí la falsedad, el error, atribuye a la Verdad, Dios, el haber producido un sueño o estado hipnótico en Adán para practicarle una operación quirúrgica y así crear a la mujer". Luego agrega: "Más tarde en la historia humana, cuando el fruto prohibido estaba dando fruto de su propia especie, se sugirió un cambio en el modus operandi —que el hombre debiera nacer de la mujer y no que la mujer fuera tomada nuevamente del hombre".Ciencia y Salud, págs. 528-529.
Al hablar de la serpiente y cómo tentó a Eva, Ciencia y Salud muestra claramente que ese relato no tiene autoridad alguna. "No tenemos nada en el reino animal que represente a la especie descrita — una serpiente que habla— y debiéramos regocijarnos de que el mal, en cualquier forma que se presente, se contradice y no tiene origen ni apoyo en la Verdad y el bien". Ibid., pág. 529.
El segundo capítulo del Génesis también dice que el hombre está maldecido y condenado al sufrimiento, a pesar de que en el primer capítulo Dios había hecho al hombre y había visto que Su creación era "buena en gran manera". Aunque la tentación malvada parece dominar y condenar al hombre, el sufrimiento contradeciría el poder y la autoridad que tiene Dios sobre la creación.
¿Cómo podemos liberarnos de la creencia de que esa situación, un punto de vista de la creación del hombre y la mujer que no es verdadero, condena a la humanidad al sufrimiento de todo tipo? La respuesta es ver cuidadosamente lo que dice el primer capítulo del Génesis sobre la creación del hombre y la mujer de Dios; ver que es completa, comprender que es un relato espiritual y científico, y luego descubrir el efecto que tiene en nuestra vida cuando pensamos y vivimos de acuerdo con esta base espiritual de la existencia. Ese tipo de base coincide totalmente con el Primer Mandamiento, que nos dice que no debemos tener otros dioses sino al único Dios, a quien la Biblia describe como Amor. Esta comprensión de Dios me sanó, y he estado liberada de ese problema desde entonces.
El creer en una realidad y en un poder opuestos a Dios, el Amor, sienta las bases para que tengamos dudas y temores respecto a nuestra salud, nuestra seguridad y nuestra felicidad. El creer que estamos condenados al sufrimiento de todo tipo, es no comprender el Primer Mandamiento, y en consecuencia no vivir de acuerdo con el mismo.
Dios nos ama profundamente porque somos Sus hijos, creados a Su imagen y semejanza, tanto hombres como mujeres. Como hijos de Dios, no somos el linaje de un creador descuidado, destructivo o injusto, ni los hombres ni las mujeres tienen más o menos derechos, más o menos belleza y perfección, y nadie es mejor o peor que los demás. Fuimos creados con la misma habilidad de expresar, en nuestra manera individual, todas las cualidades espirituales que Dios nos ha dado. Tenemos los mismos derechos, la misma perfección, tanto hombres como mujeres.
Nuestra insistencia en estos hechos espirituales, y el aceptar que dirijan nuestra vida, no sólo nos ayudarán individualmente sino que permitirán que cada mujer y cada hombre tenga una vida mejor y más armoniosa.
