Se Nos Rompe el corazón cuando vemos sufrir a gente inocente. Durante una guerra, mucha gente inocente es herida por soldados que lo más probable es que no tengan nada en contra de esa gente. Esos actos después pueden muy bien atormentar a los soldados. Si nuestras oraciones no han prevalecido y no han podido impedir tal sufrimiento, ¿podemos esperar acaso que puedan mitigar el dolor y futuros daños? La respuesta es un sobrio, más no dubitativo, "sí'. La oración que reconoce a Dios tiene poder sobre la tierra.
La tentación es dejar de orar cuando nuestras oraciones no han logrado prevenir alguna situación como quisiéramos. Ahora mismo podemos dejar de lado esa tentación y dedicarnos a estudiar y a meditar sobre lo que va a aumentar nuestra comprensión de Dios y fortalecer nuestra fe.
El abrazo que el amor desinteresado ofrece con la oración, es sentido por las víctimas de todo tipo de tragedias. Los relatos que se publican en esta revista dan testimonio de instancias específicas cuando los individuos han sentido los beneficios de las oraciones de fuentes desconocidas. Esas oraciones, llenas de fe, que buscan el bienestar de toda la humanidad, se realizan constantemente. No podemos calcular la influencia que tienen y no debemos subestimar su enorme influencia. Cristo Jesús, cuyas oraciones tenían más influencia que ninguna otra persona en la tierra, nos enseñó que nuestras oraciones tienen que comenzar reconociendo nuestra relación con Dios, la presencia de Su reino, y el cumplimiento de Su voluntad sobre la tierra. Véase Mateo 6:9–13.
Jesús probó el poder de la oración para los demás y demostró su eficacia en su vida bajo las condiciones más extremas. A pesar de ser inocente de haber cometido falta alguna, tuvo que enfrentar la crucifixión. La mayoría de la gente piensa que él tenía el poder para escapar de su humillación y tortura si hubiera dirigido sus oraciones con este fin. En realidad, él comenzó pidiendo a Dios: "pasa de mí esta copa". Pero entonces agregó, "pero, no se haga mi voluntad, sino la tuya". Lucas 22:42. Su oración, si bien fue muy dolorosa de realizar, tuvo como resultado el hecho más grandioso de la historia humana, su resurrección y ascensión.
Este triunfo de la inocencia y la fe puede fortalecer a aquellos que han perdido a sus seres queridos, especialmente como resultado de algún conflicto. Dios no los ha dejado desamparados ni a ellos ni a sus seres queridos. Ciencia y Salud declara: "Dios es simultáneamente el centro y la circunferencia del ser. Lo que muere es el mal; el bien no muere".Ciencia y Salud, pág. 203. Se requiere de una perspectiva así de eterna e infinita para mantener nuestras oraciones firmes y constantes.
Cuando las noticias muestran una matanza, no debemos permitir que destruyan nuestra esperanza y nuestra fe, sino aprovechar la oportunidad para orar específicamente. En una ocasión me aconsejaron que estuviera "dispuesta a mirar al error (o mal) lo suficiente para poder controlarlo". Desde entonces, yo he agregado "y nunca m¡ás se manifestará". Para mí esto significa que no debemos ignorar las noticias ni ser absorbidos, alarmados o manipulados por ellas. En vez de eso, estas noticias pueden darnos la información que necesitamos para hacer nuestras oraciones. Después de haber escuchado la información básica, uno puede apagar la televisión y elevar el pensamiento a Dios. Cuando recurrimos a la oración no estamos escapando, sino recurriendo al único poder que es todo poderoso. Por otro lado, el cambiar de canal o mover el dial para escuchar algo más agradable, bien puede ser un intento de escapar de nuestras obligaciones con aquellos que están más involucrados en el conflicto.
Cuando nos enteramos de trágicas pérdidas necesitamos analizar más profundamente qué es Dios, la Vida, y la identidad individual que es eterna. La mayoría de las religiones enseñan que existe un Ser Supremo bondadoso, a quien podemos recurrir en busca de ayuda sobre la tierra. Muchos reconocen que Cristo, como lo ejemplificó Jesús, es el nexo entre esta gran bondad y la humanidad. La Ciencia del Cristo pone bien en claro que este nexo cristiano no sólo está al alcance de todos, sino que también constituye la verdadera identidad espiritual del hombre como la imagen y semejanza de Dios, la individualidad que Él crea. Nuestras oraciones pueden afirmar que esta calidad del Cristo es la verdadera identidad de todos los que viven situaciones peligrosas, así como la identidad continua de aquellos seres queridos a quienes hemos perdido.
Nuestras oraciones bien pueden reflejar el mismo ardor misionero que, a lo largo de los siglos, ha motivado a la gente devota a llevar el mensaje del evangelio a tierras remotas. Podemos afirmar con fervor que el Cristo está siempre en el corazón de la humanidad. Un amigo mío actualmente vive en un país del tercer mundo no-cristiano, y siempre ha recibido con agrado nuestras oraciones por la prosperidad de su nación adoptiva. Nos asegura que no necesitamos llevar al Cristo allí, sino orar para que esta manifestación de la presencia de Dios no esté oculta.
En la pág. 332 de Ciencia y Salud, hay una explicación moderna de la universalidad del Cristo y su aplicación práctica. Aquí el Cristo es reconocido como "la verdadera idea que proclama al bien, el divino mensaje de Dios a los hombres que habla a la consciencia humana". Más adelante en esa página se reconoce que la actividad del Cristo también "...revela al Principio divino, el Amor, y conduce a toda la verdad". Estos sentimientos se expresan con elocuencia en el Salmo 23: "Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo". Salmo 23:4.
El buscar consuelo por las injusticias humanas dirige el pensamiento hacia la misericordia de Dios.
Nuestras oraciones, llenas de las verdades del Cristo, no sólo consuelan al corazón que sufre, sino que atacan el mal que debe ser erradicado. El mero poder humano no es adecuado para destruir el mal, ni siquiera para contenerlo. Sólo el poder de Dios, el bien infinito, puede hacerlo. El papel que tiene la oración para extinguir el mal es poderoso. La oración que afirma que Dios es omnipresente, omnipotente, omnisciente, no da lugar a que el mal pueda ser real.
El temor, la avaricia, las egotistas suposiciones de poder, el desdén por la vida humana, puede que parezcan estar expandiéndose a medida que estamos más conscientes de los actos de terror en contra de víctimas inocentes y confiadas. Hace siglos el salmista dijo: "Vi yo al impío sumamente enaltecido, y que se extendía como laurel verde. Pero él pasó, y he aquí ya no estaba; lo busqué, y no fue hallado". Salmo 37:35, 36. Es importante que no consideremos como un demonio a una persona o grupo de personas, esperando que desaparezcan. Como mencioné antes, es el mal el que muere.
En Ciencia y Salud, una respuesta a "¿Qué es el hombre?", incluye esta observación: "El error, acosado hasta sus límites finales, se destruye a sí mismo".Ciencia y Salud, pág. 476. Cuando permitimos que la oración nos ayude a separar el mal del concepto que podamos tener de cualquier persona, estamos apresurando la autodestrucción del mal. Al no tener una persona que lo exprese, el mal no tiene semblanza de presencia o poder. A medida que nos esforzamos por ser la imagen propia de Dios, toda bondad en el carácter individual se manifiesta y podemos ayudarlo a florecer.
Se requiere de mucha auto disciplina para ver el mal y luego ver más allá del mismo hacia una realidad espiritual que es totalmente buena. Según informes recientes, en la actualidad hay entre treinta y cuarenta conflictos armados en el mundo. Escuchamos informes de ataques violentos en escuelas de grandes y pequeñas ciudades, también. No hay duda de que hay víctimas inocentes en cada una de esas situaciones. El sentirse impulsado por estas pérdidas a orar por la paz, en lugar de expresar indiferencia por ellas, es un estado de pensamiento que nos lleva a recibir bendiciones.
La promesa de nuestro Maestro "Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación" Mateo 5:4. se puede aplicar no sólo a aquellos que tienen razón para sentir pesar, sino a todos aquellos que lloran con ellos. Ese sentimiento no es ser indulgente consigo mismo, ni significa cerrarse o apartarse del poder de Dios. Por el contrario, es la expresión de la compasión del Cristo que Jesús sintió a lo largo de su vida. El buscar consuelo para las injusticias humanas dirige el pensamiento hacia la misericordia de Dios. Es allí donde debe apoyarse nuestro pensamiento.
Un Dios misericordioso no permitiría que el inocente sufra, y tampoco crearía situaciones en las que uno debiera causar sufrimiento a otros. Nuestra necesidad es aprender más de este Dios misericordioso, vivir nuestra vida y ayudar a los demás a vivir a la luz de esta verdad.
Entonces la profecía tan antigua "no... se adiestrarán más para la guerra", Isaías 2:4. se cumplirá literalmente.
