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Muchas bendiciones

Del número de diciembre de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Desde Muy pequeña mi madre había sufrido mucho debido a la angustia y nervios relacionados con el fallecimiento de su padre. Y esto se prolongó hasta después de casada y de haberme tenido a mí.

Un día, empecé a notar cambios en su comportamiento y el problema se agudizó mucho, al punto que el psiquiatra que la atendía recomendó como último recurso, un tratamiento de "choques eléctricos". Después de hablarlo con mi papá, resolvieron que no accederían a ese tratamiento. Finalmente, un día, mi madre dijo: "¡Dios es el único que me puede sanar!" Se compró una Biblia y comenzó a leerla, y en ese momento una amiga, estudiante de la Christian Science, le prestó el libro Ciencia y Salud y le aconsejó leerlo todo.

Así comenzó una nueva vida para mi madre. Día a día ella tenía más confianza en el mensaje que el libro le estaba presentando referente a ella y a su Padre-Madre Dios. Aprendió que Dios jamás creó al hombre enfermo o expuesto a sufrir; se maravilló de lo privilegiada que era al ser hija de Dios, y no la huérfana desvalida que había creído ser toda su vida. Descubrió que Dios jamás la había abandonado, y se dio cuenta de la infinidad de veces que Dios la había cuidado y protegido. Las verdades reveladas a su conciencia comenzaron a florecer y empezó a sentir de nuevo la alegría de vivir (antes tenía tendencia a la tristeza). En otras palabras, nació de nuevo.

Como un niño a medida que crece, se desarrolla, mira con asombro su entorno y disfruta de todo lo que tiene a su alrededor, así fue como mi madre se dio cuenta de que estaba bien. Las ideas acerca de Dios y el hombre que le reveló el libro Ciencia y Salud la sanaron.

De todo esto ya han pasado muchos años y mi madre goza de espléndida salud. Se mantiene activa sirviendo en su iglesia y tiene la satisfacción de ser un ejemplo para sus nietos y familia.

Gracias a ella conocí la Christian Science: toda esta experiencia vivida despertó mi interés en saber cómo se produjo su curación.

Mi madre siempre me señalaba pasajes de Ciencia y Salud para que los estudiara. Recuerdo que algunos hasta los memorizaba mientras realizaba las tareas del hogar. Para entonces yo ya estaba casada y con un bebé de año y medio, y el mismo día que aprendí la declaración científica del ser, de la página 468 de Ciencia y Salud, que empieza diciendo: "No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia", tuve mi primera oportunidad de reconocer el beneficio de confiar en las enseñanzas de la Christian Science.

Mi hijo había estado molesto todo el día, con evidentes muestras de alta temperatura. En un determinado momento durante la noche, me acerqué a su camita para ver cómo estaba y lo noté raro, así que lo levanté. Al hacerlo vi que estaba desvanecido y comenzó a ponerse morado. Recuerdo que corrí al baño con él en los brazos orando en voz alta, haciéndome presente a mí misma que Dios, la Mente infinita, era lo único que se estaba manifestando en ese momento, y que mi hijo era una manifestación espiritual de Dios. Hoy recuerdo con gratitud, cuál fue el resultado de haber confiado en Dios. En breve tiempo el bebé reaccionó llorando, se calmó paulatinamente, la temperatura bajó, y allí comenzó a crecer mi confianza en los medios espirituales de la Christian Science.

Hoy tengo una lista interminable de situaciones de toda índole que solucioné mediante el estudio y la aplicación de estas enseñanzas. Aprendí lo que es el sentido espiritual, y que todo lo que vemos a nuestro alrededor, o sea con los sentidos físicos, no nos da una imagen de la realidad.

Aprendí que si deseo obtener beneficios espirituales, debo aplicar la ley de Dios, y no aceptar ningún pensamiento contrario a la imagen y semejanza de Dios. Al comienzo me costó reconocer esa perfección donde aparecía el hombre mortal, pero paso a paso, aplicando y tratando de vivir cada día las enseñanzas de esta Ciencia, se fue revelando quién soy realmente. Hoy mi familia se apoya sólo en medios espirituales para toda situación a resolver. Nuestro matrimonio se ha visto bendecido con cuatro hijos que criamos con la ayuda de la Christian Science, que nos ha mostrado la eficacia de las leyes de Dios en nuestra vida. Fuimos demostrando progresivamente nuestra confianza y fidelidad a la Verdad y siempre salimos victoriosos.


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