Hace Unos Años, cuando mis hijas eran pequeñas, solíamos pasar las vacaciones en una playa aislada y lejana. Para llegar a ese lugar, había un solo camino y no estaba pavimentado. Un día, el camino estaba peor que de costumbre y decidimos ir en bote. Dejamos el automóvil en un poblado pequeño y nos fuimos en un simple bote de pesca de madera, con motor y sin toldo. Éramos seis personas, además del botero y llevábamos suficiente equipaje y comida para dos semanas. Eso hacía que el bote estuviera muy pesado. Era un viaje de unas dos horas y el día estaba gris y lluvioso.
Íbamos hacia el sur a través de un estrecho que está situado entre la costa y una isla. Pasada esa isla, estaríamos en océano abierto, antes de llegar a la protección de otra isla más pequeña, un poco más al sur. En esa parte del viaje, el viento proveniente del océano se volvió muy fuerte y enormes olas comenzaron a cubrir el bote. Resguardamos a las niñas con una lona. La situación fue empeorando y el botero estaba muy preocupado porque el bote estaba sobrecargado. Mi cuñado comenzó a culparse a sí mismo por haber venido en el bote.
Como lo hago usualmente, yo había orado antes de empezar el viaje, afirmando que Dios gobernaba todo y que estábamos sostenidos y guiados por Él. En ese momento estaba orando con todas mis fuerzas para darme cuenta con claridad de que no existía un poder contrario al gobierno omnipotente de Dios. Declaré que todos éramos ideas espirituales, creados a imagen del Espíritu, Dios. No estábamos a merced del viento y el agua. Una idea espiritual no puede ser atacada por fuerzas materiales. Oré sin cesar pero la situación no mejoró y muchas veces el bote estuvo a punto de zozobrar a causa del viento y las olas.
En el momento más difícil, pensé: "Es hora de entregar todo a Dios, de confiar realmente en Él. Debo tener el valor moral de hacer esto y calmarme". Recordé un versículo de la Biblia que me gustaba mucho. Es de Isaías: "...así dijo Jehová, el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza" (30:15). Yo pensé: "Arriba o debajo del océano, Dios está presente y está sosteniéndonos. Nada que pueda ocurrir nos separará del amor de Dios. La vida de cada uno de nosotros Le pertenece por entero". Fue una entrega total, sin reservas. Y fue sincera y me tranquilicé por completo.
Inmediatamente cesó el viento. Todo el mundo se quedó estupefacto, pero para mí fue muy natural. Todavía estaba nublado y estábamos en pleno océano, pero ya no había viento y las olas eran normales. Finalizamos el viaje en paz. Todos comentaron el hecho de que el viento se hubiera calmado tan súbitamente. Yo estuve muy agradecida y gozosa el resto del viaje.
Me di cuenta de que tener el valor moral de confiar totalmente en el supremo poder de Dios, no es tan sólo una alternativa en nuestra vida. En realidad, es la única opción.
Estoy muy agradecida a Dios por la Christian Science y por todas las bendiciones que he recibido.
Cotia, SP, Brasil
