Cuando me levanto,
pronta a comenzar el día,
digo de todo corazón
"¡Dios mío, cuánto te quiero!",
y eso me hincha de alegría.
Contenta estoy de saber que todo el bien
que me tienes preparado
es mucho mayor de lo
que yo hubiera planeado.
Gracias, Padre-Madre Dios,
por este maravilloso día.
yo me esforzaré
por estar atenta y tranquila.
Así podré
escuchar tu voz,
hacer Tu voluntad,
seguir Tu camino
y comprender la Verdad.
Kinshasa República Democrática del Congo
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