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Descubramos Ciencia y Salud y su autora

Del número de diciembre de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


"...un libro importante que me ayudaría toda la vida"

Alo Largo de los años, me he apoyado en las memorias que mis padres tienen de mi primera curación en la Christian Science, que ocurrió cuando yo era una niña de dos años, hospitalizada con una enfermedad que atentaba contra mi vida. Si bien yo era demasiado chica para recordar cómo la Christian Science me salvó la vida, tengo la vívida memoria del día en que Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras cambió mi vida.

Yo tenía siete años, y ese día en particular mi padre le había suplicado a mi maestra de segundo grado que me diera otra oportunidad de aprobar mi clase y pasar de grado. Recuerdo la bondad y sinceridad de la maestra de aquel pequeño pueblo de Texas. Ella me había ayudado mucho para que pudiera ponerme a la altura de los otros alumnos que estaban organizados en tres grupos de lectura con nombres de pájaros, "gorriones", "petirrojos" y "azulejos", de acuerdo con la habilidad que tenían para leer. A pesar de la ayuda especial que me habían dado, no podía leer y no me habían podido incluir en ningún grupo.

Como resultado de la entrevista que tuvo con la maestra, mi papá y yo regresamos a casa con una lista de lectura: una página llena de palabras que necesitaba dominar bien. El trato era que si yo podía leer esas palabras antes de que terminaran las clases — pocas semanas después — me permitirían aprobar el grado. Recuerdo que al aceptar la lista papá estaba muy esperanzado y con determinación. Yo también.

Esa actitud cambió más tarde en el día, cuando los sinceros esfuerzos de mi padre no podían igualarse a mis lágrimas y a la frustración que yo sentía. A pesar de todo el amor y el aliento que me brindaban mis padres, no lograba entenderlo y tenía miedo de que la maestra tuviera razón. En un momento en que yo estaba llorando a lágrima viva, mi papá dejó la lista de lado y me dijo algo que nunca olvidaré:

"No me extraña para nada que no puedas leer esto. ¡Esto es aburrido! Te voy a enseñar a leer algo importante, algo que te va a hacer bien. Vas a aprender a leer un libro que te va a ayudar toda tu vida". Dicho esto, tomó Ciencia y Salud y buscó la primera página del primer capítulo. Se titulaba "La oración". Me leyó en voz alta, explicándome el significado de las palabras e ideas; luego me pidió que repitiera cada palabra después de él, línea tras línea.

Hay 108 palabras en los dos primeros párrafos de esa página. Comienza: "La oración que reforma al pecador y sana al enfermo es una fe absoluta en que todas las cosas son posibles para Dios..." Muchas de las palabras eran mucho más largas que cualquiera de las de la lista, y ciertamente no formaban parte del vocabulario de un niño. No obstante, yo fui repitiendo las palabras después de mi papá, mientras él pronunciaba lentamente lo que describía como palabras muy importantes, palabras como "espiritual", "comprensión", "absoluto", "amor desinteresado", "cristianización". No sé muy bien cuánto tomó esto, pero para cuando mi papá logró relacionar mi anhelo de leer con la declaración de Mary Baker Eddy del segundo párrafo: "El deseo es oración; y nada se puede perder por confiar nuestros deseos a Dios", las lágrimas hacía rato que habían desaparecido y yo había recuperado la esperanza. Leer Ciencia y Salud fue importante e ¡interesante!

Lo que ocurrió al día siguiente no lo puedo explicar más que como una curación en la Christian Science. Yo estaba llena de confianza y no veía el momento de llegar a la escuela. Con mucho entusiasmo corrí a ver a la maestra para contarle que podía leer Ciencia y Salud. (Sólo habíamos trabajado con la primera página, pero la sabía al dedillo.)

No puedo imaginar lo que pensó la maestra de mi anuncio. Lo que sí recuerdo claramente es que mi nuevo entusiasmo por la lectura primero fue probado en el grupo de los "gorriones", luego en el de los "petirrojos", y finalmente en el de los "azulejos", en un solo día. Me resultaba tan fácil leer acerca de Dick, Jane y Spot con mis compañeros de clase, después de haber "leído" un libro tan importante, sin dibujitos, como Ciencia y Salud. Recuerdo que los chicos de la clase estaban muy sorprendidos y entusiasmados por mí. Ese día ocurrieron dos cosas que debo destacar. Mi maestra le dijo a toda la clase que ella nunca había sabido de nadie que se hubiera graduado en un mismo día de los tres grupos de lectura. Y luego me llevó a la oficina del director y me pidió que leyera delante de él.

Nunca más volví a tener problemas para leer y después de eso, cada grado de la escuela primaria que cursaba le preguntaban a mis padres si querían que me saltara un grado, lo que, a los amigos que sabían que en una ocasión me habían pedido que repitiera el grado, les parecía un milagro

Esta experiencia y mi continuo estudio de la Christian Science dieron el marco, la base, de mis actitudes y de mi manera de actuar, cuando llegué a ser profesora del bachillerato. Me negué a limitar o rotular a ningún estudiante sabiendo que cada uno es la expresión completa de su Padre-Madre Dios. Como profesora y como madre he visto muchos "milagros", y estoy agradecida por saber que cada uno es verdaderamente la manifestación natural de la Mente divina. Atesoro las memorias de mis días como profesora y estudiante, especialmente el día en que mi padre dejó de lado la nefasta lista de lectura, y me dio Ciencia y Salud en su lugar. Él estaba totalmente en lo cierto cuando dijo que sería un libro importante para toda mi vida. Todavía hoy me sé cada palabra de aquella primera página de memoria.


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