Si las obras que hizo Cristo Jesús las podremos hacer todos "y aun mayores", Juan 14:12 como él dijo, el día de hoy podemos ser testigos de evidencias cada vez más claras de esta visión. Una de esas evidencias es la oración en mancomún que variados grupos practican.
Comunidades enteras, que abarcan etnias y religiones diversas, se han puesto de acuerdo para orar a determinadas horas del día por la paz del mundo. Y esto es maravilloso, porque nos pone ante la oportunidad de descubrir nuevas facetas del poder de la oración. Aunque más no sea, nos muestra que podemos aunar nuestros deseos más elevados de que sea la intervención divina la que prime.
Si bien la eficacia de la oración se mide, entre otras cosas, por el grado de generosidad y buena voluntad que motiva a los que la practican, seguramente llegaremos a ver frutos que nos vayan mostrando en mayor medida que Dios nos ama muchísimo y que se regocija en nuestra paz.
Los artículos del Heraldo de este mes, junto con las experiencias de curaciones de la sección "Cuando sólo el Espíritu sana", exhalan una paz sanadora. Y pensamos que ésta podría ser nuestra mejor manera de desearle una feliz Navidad a nuestros lectores.
Con afecto,
