Hace Un Año tuvieron que cerrar nuestra escuela secundaria. Un chico, que había sido estudiante allí, fue visto en el terreno de la escuela con un arma. Todos los maestros cerraron sus puertas con llave. Llamaron a la policía. Todos en mi clase tenían mucho miedo. Como todos mis amigos eran muy religiosos, les pregunté: "¿Dónde está su fe? ¿Creen que Dios los puede abandonar en algún momento? Dios siempre ha cuidado de nosotros. Ese chico tiene paz dentro de su corazón. Y también nosotros". Traté de tranquilizarlos y ayudarlos a ver que nada podía andar mal puesto que todos estábamos en el amor de Dios. El muchacho había enviado una lista de gente a la que quería hacer daño, de modo que cuando llegó a la escuela, la gente pensó que había venido a lastimar a los demás. Pero no fue así. Había decidido que ya no quería hacerlo, y se entregó a la policía. Considero que Dios tuvo mucho que ver en eso. Mis compañeros comenzaron a tranquilizarse. Pareció que ya nadie tenía miedo.
Jesús dijo: "Cuando ores, entra en tu aposento". Mateo 6:6. En la Escuela Dominical yo había aprendido que el aposento es un lugar tranquilo en el pensamiento donde podemos escuchar a Dios. En este tipo de situación tienes que entrar en ese lugar. Y eso fue lo que hice. Esta experiencia me enseñó a escuchar mejor. Dios nos habla a cada uno de nosotros de una manera que podemos comprender. Es de este modo que el Cristo, el espíritu de Dios, trabaja en nuestra vida. Yo pienso que fue este Cristo, que Jesús expresó en su vida diaria, que me estaba diciendo que todo saldría bien. Esto me ayudó a calmar a mis amigos, y creo que todos nos sentimos más amados y protegidos.
En nuestro caso, la comunidad siempre dice que pudo haber sido un desastre. Pero yo lo considero un triunfo. Los chicos de una clase dirigieron su atención en la dirección correcta, pensando todos con claridad, y cambiaron la situación en la escuela. Un jovencito que no se sentía querido, llegó para hacer daño a la gente, y se fue sin hacer nada malo.
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