Me Estaba preparando para hacer un viaje largamente planeado a Grecia y Turquía, cuando, un mes antes de partir, la OTAN comenzó a bombardear el norte de Grecia. Muchas personas de la zona que planeaba visitar, se oponían al bombardeo y comenzaron a realizar varias protestas en contra de los Estados Unidos.
Yo oraba todos los días para entender que Dios, el bien, es todopoderoso y gobierna a toda la humanidad. El odio, el mal, la discordia, son impotentes ante el entendimiento de la omnipotencia divina.
Sin embargo, a medida que se acercaba la fecha del viaje, mi temor fue en aumento. Había días que sentía que Dios tenía todo el poder, y otros en que el miedo me abrumaba. Continué orando y observando las agencias de noticias para mantenerme informada acerca de los últimos acontecimientos. Cuando el miedo empezaba a ceder, recibí una llamada de un familiar que estaba en esa área, diciendo que había explotado una bomba en un hotel de la localidad, sugiriéndome que cancelara el viaje.
El miedo me paralizó y recurrí a Dios con todo mi corazón tratando de entender que el mal no era más poderoso que el bien. Recordé esta declaración de Ciencia y Salud: "No existe poder aparte de Dios. La omnipotencia tiene todo el poder, y reconocer cualquier otro poder es deshonrar a Dios".Ciencia y Salud, pág. 228. Verdaderamente, yo no quería deshonrar a Dios.
El temor ya no me pareció tan poderoso como el bien.
Si parecía correcto cancelar el viaje, yo estaba dispuesta a hacerlo, aunque significara una pérdida económica importante. Cuando le conté a mi esposo acerca de la llamada telefónica, él me dijo que no quería que el miedo dictara nuestras acciones. Entonces oré: "Padre-Madre Dios, que no se haga mi voluntad sino la Tuya."
Recordé una reunión que habíamos tenido hacía muchos años en nuestra iglesia, en donde se les pidió a los miembros que oraran por la comunidad y por distintos problemas mundiales. Uno de los miembros, al que se le asignó el tema del terrorismo, nos relató lo que había aprendido. nos dijo que había batallado por varios días con el concepto de terror, cuando se dio cuenta, súbitamente, de que "terror" era, en un sentido, "error" que se escondía detrás de una "t" y que él sabía cómo manejar el error. Me di cuenta de lo que había querido decir, porque había visto muchas veces que el entendimiento de la verdad acerca Dios y Sus hijos, había vencido la creencia errónea de que el mal es más poderoso y real que el bien. Me impresionó tanto esa idea, que a través de los años la he compartido y meditado cuando he tenido que enfrentar el miedo.
Este párrafo escrito por Mary Baker Eddy, también me ayudó: "Todo es tan real como lo hagáis y no más. Lo que veis, oís y palpáis es un modo de consciencia, y no puede tener otra realidad que el concepto que tenéis de ello".La Unidad del Bien, pág. 8. Me di cuenta de que, por seguir tan de cerca y con tanta ansiedad las noticias en el Internet, y por llamar a la compañía de viajes para estar segura de si era prudente viajar, yo estaba dándole fuerza a la noción de que el mal podía ser verdadero y que el miedo era justificado.
Por supuesto que está bien ser precavido y mantenerse informado pero yo iba mucho más allá de eso al agrandar los problemas. Más adelante, en la misma página, leí: "En la Ciencia todas las formas del error son desarraigadas sobre la misma base sobre al cual es sanada la enfermedad, — es decir, que mediante la razón, la revelación y la Ciencia se establece la nada de toda pretensión del error...".
¡Qué revelación fue esto para mí! El temor ya no me pareció tan poderoso como el bien, Dios; y la seguridad y el esparcimiento podían ser tan reales como yo los hiciera. Seguí adelante con los planes, declarando diariamente la omnipotencia de Dios y su cuidado eterno hacia todas Sus ideas. No podían existir elementos de discordia en el perfecto amor de Dios por la humanidad.
Como resultado tuvimos un viaje de lo más armonioso, que incluyó algunas visitas a sitios históricos mencionados en la Biblia que nos dieron mucha inspiración. Aunque mi esposo y yo nos sentimos agradecidos por la experiencia tan armoniosa que tuvimos, para mí fue más trascendental la nueva lección que aprendí sobre cómo enfrentar el temor. El temor no tiene dominio sobre el hombre de Dios.
