Oscuras Nubes cubrían el cielo. Iba manejando por la autopista de regreso a casa del trabajo, cuando de pronto en la distancia un rayo de sol apareció entre las nubes. La vista era hermosa. Un sencillo pero convincente recordatorio de la omnipresencia, la bondad y armonía de Dios. Pero nada me preparó para lo que estaba por ver. Cuando me acercaba a mi salida, apareció un arco iris enorme en el cielo. Nunca había visto algo así. El arco iris no sólo era muy ancho, sino que tenía colores muy fuertes, azul, rojo, naranja, amarillo. Era majestuoso. De hecho, fue un suceso tan sorprendente que esa noche lo mencionaron en las noticias.
De inmediato recordé que el arco iris representa esperanza. Es el símbolo del pacto eterno que Dios hizo con Noé después del diluvio. Noé había mostrado ser obediente y humilde, por eso Dios le prometió que no habría otra inundación así. Génesis 9:15. Y entregó en sus manos y a todas las generaciones por venir, todo lo que está en la tierra. Le prometió al hombre que podría superar cualquier cosa que tratara de impedirle disfrutar de la herencia que Él le dio. Básicamente, Dios le estaba prometiendo a Noé paz.
Muy a menudo, cuando enfrentamos o nos enteramos de ataques o guerras de todo tipo, ya sean militares, terroristas, económicas, o disturbios sociales, nos sentimos tan abrumados e impotentes, que nos olvidamos de la omnipresencia de Dios y de esa promesa que le hizo al hombre. Incluso puede que nos preguntemos ¿Dónde está Dios?
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