Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Encontremos la Paz

Guerrero de la paz

Del número de diciembre de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El , quien fuera Director de la CIA durante la presidencia de Jimmy Carter, oficial naval al servicio de la Séptima Flota, en Vietnam, y comandante de la flota sur de la OTAN, ha recurrido a la oración como una forma de impulsar espiritualmente su carrera como guerrero de la paz. En 1995 realizó en Oslo, Noruega, un Curso de Investigación en el Instituto Nobel de la paz de ese país, y en 1998 recibió la Medalla de la Asociación de Política Exterior por su Compromiso con la paz. Es además autor de tres libros: "Discreción y Democracia", "Terrorismo y Democracia" y "Enjaulemos al Genio Nuclear". [Continúa en la página siguiente]

Almirante, ¿cómo reconcilia el hecho de ser un cristiano que acepta el mandamiento "No matarás", y al mismo tiempo ser un guerrero?

Cuando ingresé a la Marina como Oficial en 1946, no estábamos en guerra. Pocos años después, durante la Guerra de Corea, fui asignado a un destructor. En ese momento me di cuenta de que necesitaba tener un enfoque más espiritual de mi carrera. Una de las tareas que nos podrían haber encomendado era la de bombardear la costa de Corea del Norte, donde había instalaciones militares, trenes que recorrían la costa, etc. Para ser sincero, yo pensaba que esa medida era indiscriminada y no muy productiva. Hubiera sido difícil reconciliar mi participación en esa operación de destrucción con mi religión.

Nuestro objetivo es lograr la paz, y matar no es parte de la paz.

Me dije: "Nuestro objetivo en esta guerra es lograr la paz, y desde un punto de vista espiritual, matar no es parte de la paz. De modo que podré hacer todo lo que el barco deba hacer para lograr la paz, confiando en que lo lograremos sin necesidad de matar a nadie".

Tiempo después, me llamaron del cuartel general para decirme que en lugar de ser asignados a una misión de bombardeo, nos iban a enviar a una misión de inteligencia en el Mar Amarillo. Teníamos que localizar electrónicamente las instalaciones de radar de Corea del Norte que se utilizaban para localizar y derribar a nuestros aviones en aquella zona.

Cumplimos esa misión durante varias semanas y luego regresamos a puerto en Japón. Cuando volvimos a salir, fue con la misión de escoltar portaaviones.

Estuve en Corea del Norte durante siete meses y medio. Teníamos el cometido en general de salvar las vidas de estadounidenses, si bien debo admitir que para lograrlo muchos norcoreanos morirían. El último día, escuché el siguiente llamado de radio en el Centro de Comando: "Jelly Jar' (así se identificaba a mi barco) ha estado en la zona durante siete meses y no ha efectuado un solo disparo. Ordénenle bombardear". Así fue que, durante dos horas, me vi envuelto en la misión de matar.

Recién en 1968 me vi enfrentado nuevamente a una situación de ese tipo. Me encontraba cerca de Vietnam, al mando de un crucero. Tenía la misión de mantenerme fuera de la línea de la costa con un radar muy poderoso y detectar los aviones enemigos procedentes del norte, que procuraban interceptar y derribar a nuestros aviones. Un día, detectamos cinco aviones que se dirigían hacia el sur desde Hanoi. Como respuesta, envié dos aviones de combate que sobrevolaban mi barco, para que los interceptaran y derribaron a uno de ellos (un MIG). Los otros cuatro dieron la vuelta y regresaron al norte.

Nuestros pilotos se sintieron tan entusiasmados por el éxito de su misión que me pidieron autorización para perseguir y derribar a los cuatro aviones que habían huido hacia el norte, pero yo no lo autoricé. Teníamos la misión de proteger nuestros aviones, no de matar a los pilotos enemigos.

Poco después llamé a nuestros pilotos y les pregunté: "¿Cómo están de combustible?". Uno de ellos me dijo que no tenía suficiente combustible para regresar al portaaviones.

Después de reabastecerlo, nos enteramos de que había estado a punto de dirigirse a Hanoi sin darse cuenta de que se quedaría sin combustible. Ya más tranquilos, los muchachos me dijeron: "A propósito, el piloto del MIG saltó en paracaídas". Entonces comprendí que no había habido muertos, por lo que me sentí muy agradecido.

¿Cómo define al enemigo en este juego estratégico? Es decir, ¿en qué piensa usted en términos espirituales, cuando mira a su enemigo y piensa en lo que tiene que hacer?

No sé si he manejado este asunto adecuadamente. Pienso que no podemos considerar que el enemigo es un demonio. Tenemos que tener cuidado cuando tratamos con gente como Saddam Hussein, por ejemplo, pero no debemos olvidar que no forma parte de su verdadera naturaleza el querer matar o engañar. Así como nosotros no queremos matarlo o derrotarlo por el mero hecho de hacerlo.

¿Tuvo usted que enfrentar dilemas éticos mientras fue Director de la CIA?

El espionaje básicamente carece de ética. Le voy a contar un caso. Una vez envié a un agente de la CIA a un edificio ubicado en otro país. Le pedí que violara la caja de seguridad, tomara los libros de códigos, los fotografiara, los pusiera nuevamente en la caja de seguridad y saliera del edificio sin ser visto. Eso es ilegal. Además, autoricé a muchas personas a que sobornaran a otros para que traicionaran a su país, suministrándonos información secreta a la que tenían acceso debido al puesto que ocupaban. Me parece que, desde todo punto de vista, eso no es ético. Pero mi dilema era cómo hacer lo que debía hacer por mi país sin violar las normas éticas.

¿Qué puede decir del interés nacional? ¿Acaso no existen órdenes más elevadas del bien y del mal?

Me niego a contestar con un "sí" a esa pregunta, porque mi respuesta podría ser utilizada peligrosamente. No obstante, hay distintos niveles de engaño. Había niveles de corrupción que yo no podía aceptar. Por ejemplo, durante mis primeros tiempos en la CIA, dije: "No voy a utilizar la prostitución como forma de tender a alguien una trampa para luego chantajearlo y obligarlo a que nos brinde información secreta".

Yo tenía la responsabilidad de establecer determinado nivel de ética por debajo del cual no actuaríamos. De todas formas, creo que hacíamos cosas faltas de ética, y siempre teníamos el dilema entre matar y no matar para tener paz, y entre robar y no robar secretos a fin de tener paz de manera diferente.

¿Cómo ora? ¿Ha cambiado su manera de orar con el paso del tiempo?

Cuando oro cada día: "Venga Tu reino; haz que el reino de la Verdad, la Vida y el Amor divinos se establezca en mí", me detengo en "Verdad" (Manual de La Iglesia Madre por Mary Baker Eddy, pág. 41). Y me digo: "Conocer la Verdad es procurar poner el pensamiento en línea con la realidad espiritual de la situación". Alíneo mi pensamiento con lo que es verdad acerca de determinada circunstancia, ya sea un resfrío, un problema en la oficina, o incluso los misiles balísticos. Luego me pregunto: "¿A qué me voy a enfrentar hoy? ¿Cuáles son las oportunidades? ¿Cuáles son las buenas actividades en las que voy a participar hoy? ¿Y cuáles son las verdades espirituales acerca de ellas?"

¿Es posible que cuando usted está en guerra — específicamente, en combate — su defensa espiritual radique en incluir en su oración también a la otra parte?

Creo que sí, aunque no sé si alguna vez lo hice. Por supuesto, nunca me vi envuelto en combate directo o algo pro el estilo. De modo que no tuve la oportunidad de ver a alguien espiritualmente mientras me apuntaba con un arma, lo que quizás sea difícil. Pero, como dije antes, trato de no pensar que el enemigo es un demonio, ni decir que alguien es exactamente el opuesto de lo que Dios creó. Si bien es imprescindible estar alerta, si alguien se comporta agresivamente, no hay necesidad de expresar animosidad.

Debemos estar alerta y protegernos, pero también debemos reconocer en toda circunstancia que no está en la verdadera naturaleza de nuestro prójimo el procurar matarnos, herirnos, engañarnos o perjudicarnos de alguna forma. Y al comprender ese hecho espiritual podemos ayudarlos también a ellos.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / diciembre de 2001

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.