Muchos abrigamos la esperanza de que algún día todos los niños desamparados tengan una familia que los alimente, los cuide y les dé la oportunidad de estudiar. Pero día a día esta esperanza parece esfumarse cuando escuchamos que los recursos gubernamentales destinados para estos niños residen en bolsas de papel mojado: se desfondan ante la más leve tormenta económica. Igualmente inestable pueden llegar a ser los recursos de empresas privadas, cuyas donaciones dependen de si las ganancias del año han sido o no satisfactorias.
El hecho es que sí podemos hacer algo más que tener esperanzas y depender de lo que hagan los otros. El Heraldo de este mes presenta una serie de artículos que muestran que la espiritualidad nos abre canales para encontrar soluciones prácticas al problema de los niños abandonados. Soluciones con efectos duraderos.
Este Heraldo también se une a los festejos de Pascua. Estas fechas nos hacen presente que el momento para renovarnos y para que resurja en nosotros la confianza en el bien es ahora. Y lo grandioso es que esto ocurre en nosotros por medio del Cristo, — el mensaje divino convenciendo al corazón de que nuestra ascendencia es espiritual.
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