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No hay impasse en la presencia de Dios

Del número de abril de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Ibamos Manejando por el área histórica de Granada, España, por una calle de un solo sentido donde el tránsito era muy pesado. De pronto la calle se terminó, y la única opción que teníamos era girar a la derecha. Después de eso ya no había más salidas para ningún lado. Al acercarnos a la zona medieval, todo el tránsito formó una sola línea, y la calle comenzó a angostarse. Todos tuvimos que disminuir la velocidad. La calle se fue angostando cada vez más. El auto nuevo que un amigo muy generoso nos había prestado, era mucho más grande que los automóviles comunes europeos. De pronto, no pudimos avanzar más. Al mirar por las ventanillas, vimos que las puertas de ambos lados del coche estaban tocando prácticamente las paredes de piedra de las casas antiguas.

No podíamos salir del auto ni avanzar. No queríamos tampoco arruinar un auto que no era nuestro. No podíamos retroceder ya que una larga hilera de autos estaba creciendo rápidamente detrás de nosotros, y los conductores habían comenzado a tocar las bocinas y a gritar con hostilidad. Parecía que habíamos alcanzado un impasse, es decir una situación sin solución aparente.

¿Dónde estábamos? Pensé: “En la presencia de Dios”. ¿Dónde habíamos estado minutos antes? También en la presencia de Dios. ¿Y el día anterior, el año anterior, en todo momento? Estaba segura de que nunca habíamos estado fuera de la presencia de Dios. Entonces no estábamos ni nunca habíamos estado en un apuro. La solución era saber que en la presencia de Dios nunca hubo un impasse.

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