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La curación metafísica

Un poder en el que podemos confiar

Del número de abril de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En Su Sermón del Monte, que incluye las Bienaventuranzas y el Padre Nuestro, Cristo Jesús dio instrucciones acerca de cómo se realiza la curación cristiana. Véase Mateo caps. 5-7. Estas ideas son muy valiosas, y cuando se las usa resultan tan eficaces para la curación hoy en día como lo fueron hace dos mil años. En las Bienaventuranzas encontramos una declaración sencilla pero profunda: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”. Mateo 5:8. Esta Bienaventuranza en particular, cuando se entiende espiritualmente y se la acepta con la confianza de un niño, es mucho más poderosa para alcanzar el bien de lo que uno puede imaginar.

Es importante entender a Dios, y la unidad que tiene el hombre con Él. A medida que abandonamos el temor, la voluntad humana, el resentimiento, la sensualidad y todos los etcéteras del limitado pensamiento humano, nuestra conciencia se vuelve más pura, más semejante al Cristo, y naturalmente da como fruto crecimiento espiritual. Crecemos en fortaleza, percepción, compasión y humildad. Un estado de conciencia como el del Cristo nos conduce a comprender que todos los hijos de Dios, son creados a Su imagen, puramente espirituales, la expresión misma del Amor divino. Esta condición del hombre, que es nuestro único y verdadero ser, trasciende ampliamente el falso concepto humano del hombre como un pecador mortal siempre en pugna.

Tenemos la autoridad de las Escrituras para saber que la única creación de Dios es espiritual y perfecta, no material. Véase Génesis 1:26; 31; 2:1. Por lo tanto, necesitamos ejercitar nuestro derecho divino de rechazar cualquier discordia que enfrentemos, sabiendo que no tiene validez otorgada por Dios porque no proviene de Él. En la misma proporción en que afirmamos y vivimos de acuerdo con nuestra verdadera identidad espiritual y con la ley del bien universal de Dios, desaparecen las condiciones inarmónicas. Cuando el pensamiento es educado y disciplinado para ceder a aquello que es real y espiritual, la curación se puede alcanzar rápidamente.

Poco después de comprar nuestra estancia, construí un corral para el ganado a unos doscientos cincuenta metros de nuestra casa. Al caer la tarde, mi esposa y dos hijos pequeños vinieron a ayudarme un poco. Cuando regresábamos a la casa, nuestro hijo menor, que tenía alrededor de cinco años, se retrasó, quedando mucho más atrás.

En el momento que pasábamos cerca del ganado, nos causó gracia ver cómo un perrito abandonado corría por el lado más alejado de la manada, como tratando de agrupar a las vacas. De pronto el perro comenzó a correr hacia donde estaba nuestro hijo y nos quedamos horrorizados al ver que una vaca de cuatrocientos kilos, tratando de embestir al perro, se dirigía directamente hacia el niño. El perro, perseguido por la enfurecida vaca, pasó corriendo al lado de nuestro hijo. El muchacho se quedó inmóvil, mirando directamente al corpulento animal.

Nosotros estábamos demasiado lejos para hacer algo. La vaca que corría a toda velocidad se acercaba cada vez más. Parecía que sólo quedaban unos segundos para salvar a nuestro hijo; desesperadamente recurrí a Dios. De inmediato, estos pensamientos cruzaron por mi mente: dado que esta vaca era, en realidad, una idea espiritual de Dios, inofensiva y útil, no podía lastimar a nuestro hijo. La criatura estaba a salvo en la omnipotente esfera del Amor divino. Me oí a mí mismo gritar: “¡No!” Ese “no” fue proferido con tal poder y autoridad espiritual, que sorprendió a la vaca. El animal repentinamente puso rígidas sus cuatro extremidades y resbalando logró detenerse a corta distancia de nuestro hijo. Al detenerse súbitamente, dejó con sus pezuñas unas huellas de casi tres metros de largo en la tierra. Todos estábamos sumamente agradecidos por haber sido testigos del inmediato poder de Dios para salvar a un niño inocente.

La inocencia de los niños es una cualidad del pensamiento receptiva a la bondad, al amor y a la confianza. Pudimos comprobar esto unos días después. Pensábamos que debido a la experiencia que había vivido, el niño tendría miedo de acercarse a las vacas. Esta creencia fue disipada cuando lo vimos atravesar por el medio de la manada de vacas que se encontraban agrupadas muy juntas en el corral. Al principio nos alarmamos, pero luego nos tranquilizamos al ver cómo abruptamente se separaban los animales abriendo un camino delante de él, por el cual avanzaba mientras gritaba sin temor alguno: “¡Fuera de mi camino!”

En su libro Pulpit and Press, Mary Baker Eddy escribe lo siguiente refiriéndose a Jesús: “El también dijo: ‘He aquí el reino de Dios está entre vosotros’. Sabed entonces que, poseéis poder soberano para pensar y actuar correctamente, y que nada puede despojaros de esta herencia y usurpar el Amor. Si mantenéis esta posición, ¿quién o qué puede haceros pecar o sufrir? Nuestra seguridad se halla en nuestra confianza de que realmente vivimos en la Verdad y en el Amor, la mansión eterna del hombre. Tal certeza que proviene del cielo, elimina las guerras y ordena al tumulto detenerse, porque la buena pelea que hemos luchado, se ha terminado, y el Amor divino nos da el verdadero sentido de victoria”.Pul., pág. 3.

Vimos al niño abrirse paso entre las vacas...

El arma más potente que tenemos en el inagotable arsenal espiritual, es el entendimiento de que no estamos separados del Amor divino, siempre tierno y todopoderoso. Esta comprensión hace que se manifieste la presencia del Cristo en nuestra experiencia. Luego, sin ninguna reserva, obtenemos la absoluta confianza en el poder sanador del Amor divino.

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