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La curación metafísica

Cuando las aguas vuelven a su cauce

Del número de agosto de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando los ríos crecen en exceso debido a las lluvias, las aguas se desbordan y anegan más allá de las riberas. Pero, luego ¿a dónde van esas aguas? La mayoría de las veces se pierden o, pasados algunos días, se evaporan y sólo quedan las que el río contiene en su cauce para seguir su curso. En condiciones normales, el río cumple su función natural y las aguas benefician la tierra, sin dañarla.

Ocasionalmente, nuestra vida es como los ríos embravecidos, que por momentos presentan excesos que nos perjudican. Hace unos años tuve una curación que hoy me hace recordar cómo los ríos vuelven a su cauce, después de haber desbordado.

Estaba manifestándose en mi función intestinal un desarreglo que, si bien al principio parecía sin mayor importancia, pasadas algunas semanas se transformó en una hemorragia severa. Como estoy acostumbrada a recurrir a la oración para sanar, así lo hice también en esa ocasión. Comencé a reflexionar sobre el hecho de que Dios creó al hombre espiritualmente. Pensé que si Dios es perfecto e hizo al hombre a Su semejanza, como lo indica la Biblia, entonces el hombre en realidad no puede estar expuesto a nada sino a lo que proviene de Dios. También pensé que mi ser, hecho a imagen y semejanza de Dios, era espiritual e indesctructible. Puesto que Dios lo creó todo de una manera espiritual y perfecta, lo que se nos presenta como un mal es una equivocación en la manera como percibimos lo que Dios ha creado.

En el libro Ciencia y Salud encontré un pasaje que me ayudó mucho. Dice así: "La verdad discernida espiritualmente, es científicamente comprendida. Echa fuera al error y sana a los enfermos". Y luego sigue: "Cuando las falsas creencias humanas se enteran, aun en grado mínimo de que son falsas, empiezan a desaparecer. Un conocimiento del error y sus procedimientos debe preceder a la comprensión de la verdad que destruye al error, hasta que todo el error mortal y material finalmente desaparezca y se comprenda y reconozca el hecho eterno de que el hombre creado por el Espíritu y del Espíritu es la verdadera semejanza de su hacedor".Ciencia y Salud, pág. 252.

Cuando reconocí que Dios podía sanarme, la enfermedad se disolvió en la nada

A pesar de que continuaba orando e insistía para entender lo que leía en Ciencia y Salud, el problema no mejoraba. A veces pensaba que no tenía la capacidad de sanarme, y eso me desalentaba. Pero seguí con perseverancia, esforzándome por comprender mejor la verdad de que el Espíritu me había formado a Su imagen y semejanza y que como tal tenía el derecho a estar sana.

Una noche, me vinieron al pensamiento las tentaciones que Cristo Jesús experimentó en el desierto. Véase Mateo cap. 4. Esto me llevó a darme cuenta de que estaba prestando demasiada atención al cuerpo y a los síntomas, que en mi conciencia le estaba dando más lugar al problema que a Dios. Pero continué orando y reconociendo que mi origen era espiritual y no material. Después de esto, la curación no se hizo esperar y finalmente sané por completo. Esto ocurrió hace más de dos años, y nunca más ha vuelto a manifestarse ese problema. Para mí fue como si un río hubiera vuelto a su cauce y sus aguas retornaran a su curso natural.

Lo importante no fue la cantidad de oración que hice, sino la comprensión que adquirí al reconocer mi verdadera identidad espiritual. Cuando me di cuenta de que es Dios quien tiene poder para sanar, se produjo la curación y la enfermedad se disolvió en la nada. Al igual que el apóstol Pablo, ahora puedo decir "¡Gracias a Dios por su don inefable!" 2 Corintios 9:15.

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