En Una Época fui representante de ventas de una firma comercial en Detroit, Michigan, EE.UU. La empresa tenía 16 empleados, además de la propietaria-administradora, una mujer muy competente.
En la época en que una gran recesión afectó a nuestra compañía, cada semana la propietaria se reunía con uno de los empleados, tras lo cual ese empleado se quedaba sin trabajo.
Esta situación continuó durante semanas, hasta que sólo quedamos tres empleados. Estábamos al filo de la navaja.
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