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El efecto alterante y purificador del Amor

Del número de agosto de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando cursaba el bachillerato, solía divertirme mezclando dos sustancias químicas en un tubo de ensayo, y observando cómo burbujeaban y hacían espuma. Pero años después, cuando estaba limpiando mi casa y mezclé dos productos diferentes sin leer las etiquetas, la reacción violenta y el gas que emitieron no fueron tan divertidos. No sólo aprendí una lección de sensatez, sino que también vi un ejemplo de la reacción que se produce al unir dos sustancias antagónicas.

Es importante comprender que se puede producir una reacción similar entre las personas, e incluso entre ciertas características de una persona, cuando los elementos materialistas del pensamiento son puestos al descubierto y destruidos por el poder purificador de Dios. Mary Baker Eddy describe la reacción de este modo: "Lo que denomino quimicalización es el trastorno que se produce cuando la Verdad immortal está destruyendo la creencia mortal errónea".Ciencia y Salud, pág. 401.

La gran bondad de Dios, o sea, la acción de la Verdad y el Amor infinitos, agita, pone al descubieto y destruye a su opuesto. Este proceso puede ser pacífico o agitado, pero siempre se produce porque el propósito transformador y sanador del Amor es irresistible. Es necesario conocer el proceso de quimicalización para entender la curación cristiana, así como muchos fenómenos que se producen en el mundo actualmente.

Oímos lo que nos dice la gente, pero muchas veces, sin darnos cuenta, también sentimos sus pensamientos. Pero, es importante comprender que el único Dios universal que todo lo sabe, es decir, la Mente divina, es la única fuente de las ideas, cualidades y pensamientos verdaderos. Y estos son buenos, porque Dios es totalmente bueno. La Biblia dice: "...yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis". Jeremías 29:11.

En la experiencia diaria, a veces tenemos pensamientos opuestos a los de Dios, que cuando son enfrentados con los pensamientos divinos, hacen que reaccionemos y nos sintamos incómodos o molestos. Estos sentimientos no emanan de la Mente divina, sino de una pretensión de inteligencia, que el Apóstol Pablo llama "la mente carnal". Romanos 8:7, según la versión King James. Cuando los rasgos falsos como la maldad, el egoísmo y la promiscuidad, chocan con cualidades opuestas, como son el amor, la generosidad y la moralidad, pueden provocar una notoria reacción en la persona, y entre las personas, porque las características negativas son forzadas a dar paso al bien.

Algunas veces las personas buenas se rebelan y se vuelven inusualmente agresivas cuando se encuentran en situaciones discordantes o fuera de control. Por otro lado, a veces las personas que no están haciendo lo correcto sienten remordimiento o se rebelan, y se vuelven agresivas cuando entran en contacto con una atmósfera de amor y de solidaridad a la que no están habituadas.

En una ocasión, una universidad me invitó a dar una charla sobre la Christian Science. Un estudiante que no estaba de acuerdo con lo que creía saber sobre esta Ciencia, estaba haciendo pasar un muy mal momento a uno de los organizadores del evento. Para calmar la situación, me ofrecí a contestar preguntas. Cuando aparecí en escena, el ambiente no se tranquilizó; por el contrario, el estudiante reaccionó con tanta violencia que la situación casi se nos va de las manos. Yo también podía reaccionar, actuando como un catalizador adicional y empeorar las cosas, o bien, podía irme, dejando una sensación de irritación y algunos conceptos erróneos sin aclarar. Ninguna de esas actitudes era una buena alternativa.

La presencia del Amor calma la furia de los elementos

Pensé en Jesús y en sus discípulos cuando estaban en la barca y se desató la tormenta. Sus estudiantes temían que la barca pudiera hundirse con la turbulencia; pero la calma que Jesús expresaba y su comprensión de la ley divina, aquietaron la tormenta. Véase Marcos 4:36–39.

La tormenta que surgió tan rápidamente en la universidad no fue causada por la ira del estudiante hacia mí, ya que ni siquiera habíamos conversado. Sino que el espíritu del mensaje que yo llevaba era tan contrario a sus ideas, que produjo una reacción.

Traté de pensar en lo que Jesús debió de haber sentido cuando sus discípulos, temerosos, lo llamaron. Él no se puso a ver los nubarrones ni se sintió desamparado ante la furia de los elementos. Seguramente sintió la presencia del Amor divino, la omnipotencia de Dios, que siempre le había sido tan evidente. Su comprensión y expresión del Cristo le permitieron demostrar que el poder divino podía actuar de inmediato y armonizar la situación, calmando los elementos violentos en las personas y en el ambiente. Y como resultado "cesó el viento, y se hizo grande bonanza".

Empecé a sentir algo de esta calma a medida que percibí que nuestra unidad con Dios nos mantenía en armoniosa relación a todos. Sentí que el Cristo neutralizaba las pasiones sin control y el afán equivocado. Yo me tranquilicé y el estudiante se moderó. Los nubarrones de ira se disiparon, dando lugar al sincero deseo de saber más y de comprender mejor la Christian Science. El poder transformador de la Verdad había disipado la antipatía.

Si aceptamos que Dios es Todo y perfecto, podemos deducir que Su creación también es totalmente perfecta. Éste es el hecho espiritual que trasciende lo que los sentidos físicos nos dicen, y que abarca todos los aspectos de nuestras vida diaria. Es a través del Cristo, reconocido y sentido en la oración, que experimentamos esa totalidad. El temor, la ira, los errores y la enfermedad nunca provienen del Cristo. Sino que el Cristo fortalece nuestra bondad y hace que los aspectos erróneos se disipen. Entonces reinan la paz y la salud.

Esta comprensión me permitió ayudar a un amigo, cuando tuvo fuertes dolores debido a una inflamación interna. En esa misma época, en su trabajo había tenido discusiones con algunos de sus compañeros. Ya sea que hubiere o no una conexión entre el problema físico y la confrontación, esto no era tan importante para él como la necesidad de sentir que el Cristo lo abrazaba y que él abrazara al Cristo en su pensamiento. Recordó una historia de la Biblia, en la cual Daniel fue arrojado a un foso lleno de leones hambrientos por haber desobedecido la orden de no orar a su Dios. Comprendiendo el poder tranquilizador del Amor divino, Daniel se sintió seguro, y los leones se tranquilizaron. Véase Daniel cap. 6.

Mi amigo captó en cierta medida el concepto de que la Mente eterna, Dios, sólo puede conocer Su propia creación perfecta, dado que la Mente es infinita, es todo, y no hay nada fuera del infinito. Su problema físico lo impulsó a recurrir de todo corazón a la Mente única, para poder sentirse seguro. Dijo que sintió el amor del Amor divino que debió haber sentido Daniel. Su pensamiento estaba pasando por un proceso de transformación. También empezó a ver que la inflamación de su cuerpo no era un hecho definitivo, como tampoco lo eran los pensamientos inflamados. El Amor que neutralizó a los leones hambrientos en los días de Daniel, estaba tranquilizando el pensamiento de mi amigo, y gobernando su cuerpo.

Comprender que el pensamiento tiene influencia sobre el cuerpo, es tan sólo el primer paso.

El Amor divino estaba neutralizando la quimicalización, o trastorno, cambiando la base de su pensamiento y haciéndole comprender que Dios estaba cuidando de él. Como resultado, él sanó y obtuvo paz y libertad.

El reconocimiento de que la mente humana tiene influencia sobre el cuerpo, es un paso de progreso que nos alienta a renovar el pensamiento. Pero es tan sólo un peldaño de la escalera que conduce hacia el Espíritu; porque también es necesario comprender cada vez más que Dios es la Mente única verdadera, que gobierna Su propia creación de manera completa y perfecta. Todos podemos alcanzar esta comprensión, dondequiera que estemos. El mundo se transforma bajo la misma influencia de la Verdad que toca a las personas. Los estallidos de violencia en las naciones, en las culturas, e incluso en el medio ambiente, a menudo son consecuencia de esa reacción. Cuando esto sucede, el poder transformador y tranquilizador del Cristo beneficia a todo el universo.

La oscuridad puede parecer muy real y atemorizante, hasta que es eliminada por la luz. Con el más ligero rayo de luz, la oscuridad desaparece. No se va a ninguna parte. La luz no lucha contra la oscuridad; ni siquiera ve la oscuridad, porque donde aparece la luz, la oscuridad no está. La única Mente divina, Dios, no tiene que luchar con el mal, porque Su sola presencia y totalidad excluye cualquier cosa desemejante a ella.

Todo individuo que es tocado por la luz del Cristo, la Verdad, contribuye directamente a la paz y la seguridad del mundo. Todo pensamiento que abraza al mundo en el amor de Dios, es una fuerza en pro del bien que ayuda a disolver la oscuridad del mal. Ciencia y Salud presenta esta reconfortante promesa: "Los relámpagos y truenos del error puede que destellen y resuenen, hasta que la nube se despeje y el tumulto se apague a lo lejos. Entonces las lluvias de la divinidad refrescan la tierra. Como dice San Pablo: 'Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios' (del Espíritu)".Ciencia y Salud, pág. 288.

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