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Sana de los efectos de una descarga eléctrica

Del número de agosto de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Habíamos decidido instalar un extractor de aire en el techo del baño. En la buhardilla, justo arriba del baño, había un tomacorriente, y pensé que sería muy fácil hacer la conexión.

Puse una escalera debajo de la puerta de acceso a la buhardilla, la abrí y subí. Una vez adentro, encendí la luz y saqué la tapa que cubría el tomacorriente. Bajé a buscar las herramientas y el cable. Regresé con todas estas cosas, y al llegar a la parte superior de la escalera, sin darme cuenta toqué con la mano izquierda los contactos del tomacorriente que estaban al descubierto. Había quebrantado la primera regla de seguridad al trabajar con la energía eléctrica: desconectar la corriente antes de empezar.

Una enorme descarga atravesó mi cuerpo. Traté de separarme del tomacorriente, pero no lo lograba pues estaba firmemente adherido. Pensé: "Si desciendo por la escalera, puedo retirar la mano". Pero en ese momento me desmayé y caí al piso del pasillo donde estaba apoyada la escalera. Había logrado despegarme, pero estaba inconsciente.

Mi esposa se acercó al lugar en el momento en que yo caía. Se arrodilló a mi lado declarando en su oración que Dios era mi vida. Gradualmente recuperé el conocimiento, y me oí a mí mismo decir con vehemencia: "El Cristo está aquí".

Mi esposa llamó a un practicista de la Christian Science, quien oró con nosotros. También llamó a una enfermera de la Christian Science, que vino a la casa. Mi pierna izquierda estaba algo hinchada y me dolía. La enfermera me ayudó a levantarme del suelo, me llevó hasta la cama y me vendó una herida que tenía en la cabeza, que estaba sangrando. Asimismo cubrió con vendajes una quemadura que tenía en la mano izquierda.

Continuamos orando y las heridas de la cabeza y de la pierna sanaron rápidamente. En unos días me levanté y pude caminar normalmente. La quemadura demoró un poco más en sanar, pero pronto pude conducir.

Hace más de 50 años que soy Científico Cristiano, y cada vez estoy más agradecido por esta religión tan práctica. Agradezco a mi esposa por dármela a conocer y por su continuo apoyo, especialmente durante el incidente que aquí relaté.


Cuando era bebé, un médico diagnosticó que padecía un mal incurable. Le dijo a mis padres que nada más se podía hacer por mí. Un buen amigo de mis padres les dio un ejemplar de Ciencia y Salud. Mis padres solicitaron un tratamiento en la Christian Science para mí y me curé. Crecí amando a Dios por sobre todas las cosas, y confiando en Él para que me sanara y me guiara.

Mi experiencia más sagrada ha sido saber que la Vida es eterna, y que nada material puede tocar la idea espiritual.

Cuando mi esposo entró en la buhardilla para trabajar en la instalación eléctrica, yo me encontraba en el otro extremo de la casa. Oí un grito fuerte y corrí hacia el pasillo al que llegué en el momento en que mi esposo caía al suelo. Mientras él yacía allí, le grité varias veces: "Peter, tú sabes que Dios es tu Vida — Dios te ama — . El hijo perfecto de Dios no sufre accidentes". Sentí la presencia de Dios y no tuve miedo. Estoy sumamente agradecida por esto.

Después de unos minutos sus mejillas recobraron el color, y comenzó a respirar normalmente. En ese momento sentí que podía llamar a una enfermera así como también a un practicista de la Christian Science, quien muy amorosamente nos apoyó con su oración.

Cuando llegó la enfermera logramos sacar a Peter del pasillo y llevarlo a la cama. Su cabeza sanó muy pronto y pese a que la herida de la mano tardó un poco más, en pocas semanas ya estaba bien. Nos regocijamos con esta curación.

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