Me Levanto mucho más temprano que mi esposo, por lo que evito prender la luz para no despertarlo. Una mañana, me golpeé con fuerza contra una puerta que rara vez se cierra. Me lastimé la nariz y sentí que se había quebrado.
Al principio, pensé: "¡Qué estupidez! Tengo varias reuniones hoy, y me voy a ver horrible con la nariz hinchada y los ojos morados". Sin embargo, de inmediato me vinieron al pensamiento estas cuatro palabras: "descreimiento en la física". En estas palabras me detuve. Reconocí que pertenecían a una declaración de Ciencia y Salud, pero no recordaba cómo seguía.
Recordé que la frase "descreimiento en la física" correspondía a una sección sobre accidentes de la Lección Bíblica de la semana anterior, "Dios, Causa y Creador Único". El hecho de que yo me hubiera golpeado el rostro contra una puerta y que como resultado me hubiera lesionada, tenía que ver con la física (dos cuerpos que entran en colisión). La física contempla causas y efectos materiales. Pero las verdades bíblicas en las que yo había confiado durante muchos años me habían enseñado que Dios es la única causa. Por lo tanto, sólo podía experimentar los efectos y consecuencias de ser hijo de Dios. Esas consecuencias eran gozo y libertad.
Allí comenzó una apasionante y maravillosa búsqueda de respuestas y curación espirituales. He aquí algunas ideas que encontré en ese pasaje de Ciencia y Salud: "Cuando ocurre un accidente pensáis o exclamáis: ¡Estoy lesionado! Vuestro pensamiento es más poderoso que vuestras palabras, más poderoso que el accidente en sí, como para hacer real la lesión.
"Invertid ahora el procedimiento. Declarad que no estáis lesionados y comprended el porqué, y veréis que los buenos efectos resultantes estarán en proporción exacta a vuestro descreimiento en la física y a vuestra fidelidad a la metafísica divina, vuestra confianza en que Dios es Todo, según declaran las Escrituras que es" (pág. 397). Eran ideas que me ayudaban de veras, las podía poner en práctica. En proporción a mi descreimiento en la física y a mi entendimiento de la realidad espiritual, pude encontrar buenos efectos. Y en la Biblia descubrí otras verdades poderosas que reemplazaron en mi pensamiento las leyes de la física por la ley de Dios.
Me pregunté: "¿Puede Dios sanarme en este mismo momento? La respuesta fue: "Dios todo lo puede. ¡Ahora mismo!"
Era tiempo de prepararme para ir a trabajar. Pude mirarme en el espejo sin temor, y sin necesidad de verificar si la creación de Dios estaba o no intacta y perfecta. Sabía que lo estaba. Mi nariz había comenzado a sangrar, pero la hemorragia se había detenido casi de inmediato. No hubo decoloración ni dolor, ni ese día ni al día siguiente. ¡Estaba sana!
Poco tiempo después, tuve otra curación. Mientras cocinaba, se me derramó una jalea hirviendo en la mano. En lugar de mirarme la mano, oré, recordando que había aprendido a buscar la ayuda de Dios, para así sanarme por medio del entendimiento espiritual.
Yo había estado pensando en escribir este testimonio. Al hacerlo, el dolor se desvaneció y la evidencia física de quemadura disminuyó y luego desapareció.
Gracias a Dios por sus leyes prácticas.
Littleton, Colorado, EUA