Jamás Pensé que escribiría este artículo. He leído muchas experiencias y testimonios en las publicaciones periódicas de la Christian Science acerca de la curación del pesar. Incluso vi a mi propia madre sanar de pesar en unas pocas horas, luego del inesperado fallecimiento de mi padre. Pero hasta hace poco las veces que tuve que enfrentar el fallecimiento de algún ser querido, había sentido profundo pesar. No obstante, el esfuerzo por amar más a Dios y aprender las lecciones de la Christian Science, inevitablemente nos conduce a sentir más armonía y a disfrutar de una paz más permanente bajo toda circunstancia.
De modo que cuando me enteré de la muerte de una querida amiga, quien había sido como una madre para mí durante muchos años, supe que tenía dos opciones. Podía dejar que el sentido de pérdida me abrumara o percibir la verdadera naturaleza espiritual de mi amiga, invariable y perfecta. Como linaje espiritual de Dios, ella no iba a ningún lugar, ni venía de ningún lugar, sino que, al igual que yo, moraba por siempre en el único Padre-Madre Dios. Escogí la segunda opción. Buena parte de mi relación con mi amiga se había basado en nuestro amor a Dios y nuestra devoción a Él. Pensé en la siguiente declaración de Mary Baker Eddy: "Donde Dios está, podemos encontrarnos y donde Dios está, jamás podemos separarnos".The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 131. Al comprender esto, percibimos que la naturaleza del verdadero compañerismo es permanente.
El amor que recibí y el crecimiento espiritual que experimenté durante los días que siguieron no dejaron lugar para el pesar o el sentido de pérdida. No hay nada que pueda oponerse a las bendiciones que Dios nos da. Hubo momentos en que lloré de gratitud por la generosidad, la firmeza en la Verdad y la pureza de pensamiento que mi amiga había tan bellamente expresado. Con un corazón rebosante, me di cuenta del gran amor con que Dios nos abraza a todos, un amor tan poderoso que no hay lugar ni ocasión para el pesar.
Jamás estamos separados de nuestros seres queridos
Si cuando perdemos a un ser querido nos aferramos a la personalidad mortal, sentiremos que hemos perdido a un amigo. Pero si estamos dispuestos a abandonar ese sentido falso y a contemplar, quizás por primera vez, su naturaleza espiritual y pura como la idea de Dios, nos daremos cuenta de que jamás estaremos separados de ese ser querido, porque todos somos ideas espirituales de Dios, y moramos en Su amor.
Dios es Todo. Su totalidad no está dividida en dos partes, una antes de la experiencia de la muerte material y otra después de ella. Dios no es Principio aquí y otro Principio en alguna otra parte. El único Principio es el Amor y la Vida divinos. La muerte no afecta en lo más mínimo a Dios, porque Él es Vida y en Él no hay muerte.
Dios es Espíritu. Su totalidad excluye todo lo que sea desemejante al Espíritu. Puesto que la Vida, Dios, jamás está en la materia, tampoco lo está el hombre, el linaje espiritual de la Vida. Es la creencia de vida en la materia lo que parece separarnos de la Vida y de las ideas de Dios. Leemos en Ciencia y Salud: "La muerte no es sino otra fase del sueño de que la existencia pueda ser material".Ciencia y Salud, pág. 427. Este sueño, o ilusión, de vida en la materia, es lo único que muere. La clara comprensión de la Vida como Espíritu, Mente, Amor, nos libera de esa creencia y nos ayuda a enfrentar la evidencia de la muerte. Y en nuestra experiencia diaria, nos eleva para enfrentar todas las fases de la creencia universal en la inevitabilidad de la muerte, en el fin de todo lo que es bueno y verdadero. Nos ayuda a desafiar el pensamiento del mundo de que la muerte pueda destruir la vida de una persona.
Cuando observamos la forma en que Cristo Jesús demostraba su dominio sobre la muerte, comprendemos que estableció para nosotros una norma elevada y que debemos progresar mucho espiritualmente para expresar el mismo dominio que él tenía. Jesús veía claramente la verdadera naturaleza espiritual de los que lo rodeaban y no era afectado por el punto de vista material de que la vida está en la materia. Por lo tanto, pudo probar que la expresión individual de la Vida, Dios, no es afectada en absoluto por las condiciones de una naturaleza supuestamente material. Sobre esta base, pudo resucitar a Lázaro, a la hija de Jairo, al hijo de la viuda de Naín y pudo él mismo levantarse de la tumba tres días después de su crucifixión.
Para el hombre real no hay muerte, y este hombre es el único hombre que existe. Cada persona, incluso aquellas que ya no están con nosotros, debe llegar a reconocer y expresar este hecho. Esta verdad está disponible para todos, en todo momento.
La Biblia nos dice que cuando Elías iba a ser llevado en un torbellino, Eliseo le pidió que una doble porción de su espíritu reposara sobre él, a lo que Elías respondió: "Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; mas si no, no". 2 Reyes 2:10. Esa afirmación puede tener significado para nosotros también. Por ejemplo, si discernimos espiritualmente la naturaleza real de los seres queridos que han pasado a otra experiencia, somos doblemente bendecidos, pues nos damos cuenta de cuál es su verdadero ser y nuestra verdadera relación con ellos. Si por el contrario, nos aferramos a la personalidad mortal, no tenemos esa bendición, sino sólo un sentido de pérdida.
Eliseo debe de haber entendido en cierta medida lo que fundamentaba la vida de Elías, como para desear emularla. Debe haber estado enterado de sus maravillosas obras sanadoras y de las evidencias de dominio sobre las circunstancias materiales que Elías expresó. Además, se debe haber dado cuenta de que Dios le había dado el poder que necesitaba y producido esas obras. Evidentemente, percibió que Elías había sido obediente a Dios y confiaba en Él. Sabía que para seguir a Dios, Elías había tenido que hacer sacrificios, al igual que cualquier persona que deseara recibir una doble porción del sentido espiritual de Dios. Las obras que llegó a realizar son una prueba de que su deseo fue concedido.
Las cualidades que admiramos en otros, son también inherentes a nosotros
Al percibir espiritualmente a un ser querido, no solo somos sanados del pesar, sino que avanzamos hacia un sentido más elevado de Vida eterna y, por lo tanto, somos más capaces de probar que la muerte no tiene aguijón, ni el sepulcro victoria. 1 Corintios 15:55. Así, el manto del Amor divino se extiende sobre nosotros y nos rodea.
Al reconocer que nuestros seres queridos jamás han dejado de estar abrazados en unidad con Dios, nuestro Padre-Madre, no deberíamos cometer el error de creer que, en el más allá, hay un bien más elevado a nuestra disposición que el que actualmente tenemos a nuestro alcance. El "nuevo cielo" y la "nueva tierra" a los cuales se refirió Juan en el Apocalipsis, ya están eternamente presentes. Ésta es la realidad de la Mente divina, Dios, en quien siempre vivimos, nos movemos y somos. Véase Hechos 17:28. Dios está siempre presente. La revelación de este hecho a la conciencia individual continúa eternamente, sin comienzos, detenciones o interrupciones en su desarrollo. El cielo no está más o menos disponible debido a la experiencia de la muerte.
Quizás seamos tentados a pensar que la partida de un ser querido deja un vacío en nuestra experiencia. Al referirse a aquellos tiempos en que nos quedamos sin amigos, Ciencia y Salud promete: "...mas ese aparente vacío ya está colmado de Amor divino".Ciencia y Salud, pág. 266. A medida que probemos que esto es cierto en nuestra experiencia, nos sentiremos satisfechos. Aprenderemos que las personas que conocemos y las actividades que incorporamos a nuestra vida, no son sustitutos de nuestros seres queridos ausentes, sino el resultado natural de una vida que está continuamente llena del Amor divino. Las cualidades que amamos y admiramos en otros son también inherentes a nosotros como expresiones espirituales del Amor. Podemos reclamar esas cualidades y vivirlas. En realidad, no estamos separados de ningún aspecto del bien.
Cuando una persona buena y productiva ya no está con nosotros, quizás pensemos que hemos perdido una parte del bien. !Qué sentido más limitado y estrecho del bien, cuando imaginamos que una parte del mismo puede perderse! Puesto que Dios es bueno y llena el cielo y la tierra, el bien es infinito, siempre está apareciendo y es siempre abundante.
La salvación es individual. Más allá de cuán cerca podamos sentirnos de una persona en particular, todos somos realmente ideas individuales de Dios; cada uno de nosotros tiene un propósito y una identidad espiritual individual. En la experiencia humana, todos tenemos lecciones que aprender. Mediante nuestra demostración individual de que el hombre es el reflejo de Dios, nos ayudamos mutuamente. Pero debemos recordar que así como nadie puede hacer nuestro trabajo, nosotros no podemos hacer el trabajo de otros.
Todos estamos en un viaje en continuo desarrollo, percibiendo más del amor y la presencia de Dios, percibiendo más la realidad de que vivimos en la eternidad. La Vida no tiene interrupciones, llamadas nacimiento y muerte materiales. "El ir y venir pertenecen a la consciencia mortal. Dios es 'el mismo ayer, y hoy, y por los siglos'",La Unidad del Bien, pág. 61. escribió la Sra. Eddy.
Al igual que en cualquier otro aspecto de nuestra vida, el punto de vista espiritual es el punto de vista perdurable, satisfactorio y completo. Nunca es demasiado tarde para reconocer que nos encontramos en Dios y que la muerte no tiene efecto alguno sobre Dios ni lugar en Su ser. Cuanto más nos acercamos a Dios, más claramente vemos nuestra unidad con toda Su creación, una creación tan llena del Amor divino que no deja lugar para el pesar.