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En el Amor no hay lugar para el pesar

Del número de agosto de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Jamás Pensé que escribiría este artículo. He leído muchas experiencias y testimonios en las publicaciones periódicas de la Christian Science acerca de la curación del pesar. Incluso vi a mi propia madre sanar de pesar en unas pocas horas, luego del inesperado fallecimiento de mi padre. Pero hasta hace poco las veces que tuve que enfrentar el fallecimiento de algún ser querido, había sentido profundo pesar. No obstante, el esfuerzo por amar más a Dios y aprender las lecciones de la Christian Science, inevitablemente nos conduce a sentir más armonía y a disfrutar de una paz más permanente bajo toda circunstancia.

De modo que cuando me enteré de la muerte de una querida amiga, quien había sido como una madre para mí durante muchos años, supe que tenía dos opciones. Podía dejar que el sentido de pérdida me abrumara o percibir la verdadera naturaleza espiritual de mi amiga, invariable y perfecta. Como linaje espiritual de Dios, ella no iba a ningún lugar, ni venía de ningún lugar, sino que, al igual que yo, moraba por siempre en el único Padre-Madre Dios. Escogí la segunda opción. Buena parte de mi relación con mi amiga se había basado en nuestro amor a Dios y nuestra devoción a Él. Pensé en la siguiente declaración de Mary Baker Eddy: "Donde Dios está, podemos encontrarnos y donde Dios está, jamás podemos separarnos".The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 131. Al comprender esto, percibimos que la naturaleza del verdadero compañerismo es permanente.

El amor que recibí y el crecimiento espiritual que experimenté durante los días que siguieron no dejaron lugar para el pesar o el sentido de pérdida. No hay nada que pueda oponerse a las bendiciones que Dios nos da. Hubo momentos en que lloré de gratitud por la generosidad, la firmeza en la Verdad y la pureza de pensamiento que mi amiga había tan bellamente expresado. Con un corazón rebosante, me di cuenta del gran amor con que Dios nos abraza a todos, un amor tan poderoso que no hay lugar ni ocasión para el pesar.

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