Un día llegaron soldados al pueblo de los ancestros de Lanny.
TODAS las semanas las noticias hablan de gente que enfrenta amenazas de las cuales no se puede librar. Y a veces, escuhamos alentadoras historias de gente que se ha liberado de ellas de maneras que la mente humana jamás hubiera podido imaginar.
Hace poco hubo una reunión en mi país en honor de algunos líderes religiosos, y fue allí donde escuché dos de esas historias. Lanny Pinola, de Point Reyes Station, California, es miembro de la tribu indígena Kashia Pomo, y contó sobre el trágico período de la historia de los Estados Unidos cuando el ejército reunía hombres indígenas para ejecutarlos.
Un día llegaron soldados al pueblo de los ancestros de Lanny. Reunieron a todos los hombres entre 15 y 80 años, y los llevaron a 3 km del pueblo para matarlos. Llegado el momento, el tatarabuelo de Lunny dio un paso al frente del grupo y le dijo al capitán que ellos morirían con honor, pero que primero querían cantar una canción titulada “De regreso al hogar”. El capitán les dio permiso. Los Pomos formaron un círculo y comenzaron a cantar. Cuando terminaron, vieron que todos los soldados estaban firmes y se habían quitado la gorra. El capitán entonces dijo: “Dejen a esta gente en paz”. Y el ejército se fue sin hacerles daño.
Esta notable historia me hizo pensar mucho en el poder que produjo ese cambio en el corazón y en el pensamiento de esos soldados. Desde tiempos inmemoriales se ha documentado el efecto sedante que tiene la música. No obstante, siento que en el caso de los indios, fue algo más que el canto, especialmente porque cantaban en un lenguaje que los soldados no podían entender, lo que causó que un grupo de soldados desobedeciera las órdenes que les habían dado. Creo que el poder que elevó a esos hombres por encima del terror y la violencia, fue la idea universal que contenía esa canción, la idea espiritual de regresar al hogar.
Este concepto es muy importante dentro de la tradición cristiana también. En una ocasión Jesús le dijo a quienes lo escuchaban, entre ellos los que planeaban matarlo, que él sabía de dónde venía y a dónde iba. Juan 8:14. Dijo que venía de su Padre, Dios. También habló de ir a la “casa de [su] Padre”. Véase Juan 14:2. Antes de la crucifixión, indicó que no iba de camino al olvido ni a la muerte, sino al Espíritu divino que era su fuente.
Para mí esta idea de ir a casa es muy diferente de la interpretación común de que la muerte lo transporta a uno a un lugar llamado cielo, o a un lugar maravilloso donde pueden cazar animales con alegría, como creen los indios. En un sentido espiritual, “ir al hogar” significa reubicarse mentalmente, algo que cualquiera puede hacer aquí mismo. Uno puede hacer a un lado el temor de ser un organismo físico que se puede extinguir, y emprender el viaje rumbo al hogar, hacia la comprensión de que cada persona es un ser espiritual y eterno a quien Dios ama constantemente.
¿Qué es lo que ayuda a una persona a encontrar esa comprensión, ese lugar de paz? De acuerdo con Martha Niggerman de California, otra líder religiosa honrada durante esa reunión, es el poder del Amor divino.
A Martha le diagnosticaron que era maníaco-depresiva, por más de veinte años. El tratamiento con medicamentos no la ayudó, y estuvo hospitalizada varias veces durante meses. Martha describió ese período de su vida al público presente en la reunión, de la siguiente manera: “Yacía en un inmenso mar de oscuridad mental, vivía aterrorizada con temores de todo tipo, y el miedo a la autodestrución. No había soluciones humanas, ninguna salida”. Pero, como los indios Pomo de antaño, Martha encontró una forma de liberarse que la mente humana no hubiera podido predecir. Al estudiar la Biblia y Ciencia y Salud, ella encontró ideas espirituales sobre su verdadera fuente y naturaleza que sanaron por completo y permanentemente su enfermedad mental, la que, según los médicos, era incurable.Christian Science Sentine, 22 de enero de 1990.
Después de la reunión, Martha me contó que su curación había sido como “regresar al hogar”. Ella dijo que reconocía que el poder de la canción de los indios era el mismo poder del Amor divino que había eliminado su temor. “Regresamos al hogar al percibir la verdad de que nada nos puede separar del amor de Dios”, me dijo. “Considero que el elemento más importante del Sermón del Monte de Jesús, es el amor. El poder del Amor divino transforma vidas. Los soldados se quitaron la gorra en honor de ese poder”.
La perseverancia fue clave en la curación de Martha, lo que ocurrió después de varios años. En los días más difíciles, ella le pedía a un practicista de la Christian Science que orara con ella. “Las ideas sobre el amor infinito de Dios que aprendí eran las cuerdas de seguridad a las que yo me aferraba. Me tranquilicé, me volví más libre y me sentí más en paz. Algunos días sufría retrocesos, pero la oscuridad no es para siempre, aunque pretenda que lo es. El Amor puede atravesarla. Y la atravesará”, dijo con mucha convicción.
Estas dos historias me recordaron que cuando un problema parece no tener solución, es la mente humana la que no puede ver la salida. Por ejemplo, un diagnóstico de incurabilidad significa simplemente que el conocimiento médico no ha encontrado cura. Pero lo bueno es que hay un conocimiento y un poder que va más allá de lo que entiende la mente humana. Me gusta describir la tarea de un buscador espiritual como la persistencia en regresar al hogar, a lo que la Mente divina conoce.
Ciencia y Salud ofrece mucha percepción práctica sobre cómo regresar al hogar de este modo. Al citar el ejemplo de Jesús, dice: “Como nuestro Maestro, tenemos que alejarnos del sentido material para entrar en el sentido espiritual del ser”.Ciencia y Salud, pág. 41. También demuestra cómo realizar esta reubicación mental a cada momento. En el capítulo “Los pasos de la Verdad” encontré una idea muy útil. Indica que los escultores estudian un modelo en detalle para poder copiarlo de la mejor manera en el mármol. Para dar buena forma a nuestra vida, es importante estudiar un buen modelo. No obstante, el modelo de vida al que muchos miran tiende a ser sólo lo que los sentidos físicos ven, un modelo lleno de imperfección y sufrimiento. Para obtener mejores resultados, cada persona necesita mirar constantemente lo que Dios conoce. Ciencia y Salud describe el modelo espiritual de la siguiente manera: “Dejemos que el altruismo, la bondad, la misericordia, la justicia, la salud, la santidad, el amor — el reino de los cielos — reinen en nosotros, y el pecado, la enfermedad y la muerte disminuirán hasta que finalmente desaparezcan”. Ibid., pág. 248.
Este reino de los cielos — estas cualidades de altruismo, bondad, misericordia, etc.— es el hogar verdadero de todas las personas. El hogar, o el cielo, no es un lugar lejano al que debemos llegar, sino que se encuentra dentro de nosotros mismos. Es la conciencia divina que es el origen de cada persona; es la naturaleza divina que cada uno debe expresar en cierta medida todos los días. Percibir que las cualidades de justicia, salud, santidad, son todo lo que Dios sabe sobre cada persona, es regresar al hogar, al amor de Dios.
No es fácil dejar de preocuparse por la vulnerabilidad material, y confiar en este ideal espiritual como el único hogar e identidad. La imperfección y el peligro se sienten tan fuertes y parecen tan reales, que nos resulta difícil argumentar en su contra. No obstante, ellos irán disminuyendo, dice Ciencia y Salud, a medida que cada uno de nosotros se aparte con persistencia del sentido material, y mire y exprese el modelo espiritual tanto como sea posible cada día.
Se ha dicho que la gente se transforma en aquello en lo que medita. Vale la pena meditar, entre otras cosas, en lo que Jesús dijo: “Yo sé de dónde vengo y a dónde voy”. Juan 8:14, Contemporary English Version of the Bible. Cada uno viene del Padre-Madre, el Espíritu divino, que ama todo. Esta naturaleza verdadera no es material y llena de defectos, sino espiritual y buena. Puede que parezca haber otras opciones, pero finalmente solamente se puede ir hacia el Espíritu. Uno sólo puede acercarse más a la bondad, la salud y todas las cualidades que constituyen el reino de los cielos dentro de nosotros. Nadie es un conjunto de defectos y temores. Dios sabe que cada uno de nosotros es la expresión inmortal y maravillosa del Amor. Hoy en día cada persona encuentra formas, incluso pequeñas formas, de expresar sin inhibiciones esta naturaleza espiritual.
La manera de salir de la desesperanza es continuar yendo en dirección al hogar, al Amor divino como la única realidad. Puede que algún problema parezca imposible de resolver y que permanezca para siempre, pero no es así. El amor de Dios es para siempre. Yo y usted — y todas las personas — estamos en el hogar, a salvo en Dios. El poder de esa idea no tiene límite.