...una poderosa herramienta que construye puentes de entendimiento
AFINES de la década de 1920, mis padres, que acababan de casarse, vivían en una casa para estudiantes mientras mi padre terminaba sus estudios de derecho en la Universidad de Ginebra. Un día, el dueño del lugar le dio a mi madre una pequeña revista en alemán. Mi madre la leyó, le resultó interesante, y se la devolvió. Era un ejemplar de Der Christian Science Herold. No mucho después, uno de los colegas de mi padre de un Sindicato Interparlamentario, le trajo la traducción al alemán de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. De esta manera comenzó la relación que nuestra familia ha tenido toda la vida con la Christian Science, Ciencia y Salud y su autora, Mary Baker Eddy. Una pequeña revista, sin pretensiones, entró a nuestras vidas y las cambió para siempre.
Este mes celebramos el primer centenario de la publicación del Heraldo — un logro nada pequeño para cualquier revista. Der Christian Science Herold fue el primer esfuerzo importante que hizo Mary Baker Eddy para responder a las necesidades espirituales de quienes no son de habla inglesa. Esta publicación representa la visión global de poner al alcance de todos esperanza y curación, dondequiera que estén, quienquiera que sean.
El Heraldo fue concebido en el tierno amor que M. B. Eddy tenía por la humanidad. Fue su respuesta a la urgente demanda de nutrimento espiritual en todo el mundo. A comienzos del siglo XX, cada vez más gente estaba pidiendo ser alimentada con el mensaje del Consolador como se encuentra en Ciencia y Salud. Siempre alerta al latido del mundo, la autora de este libro anhelaba brindar ese alimento espiritual. Y así lo hizo, en papel y tinta, con el Heraldo en alemán en 1903, y al autorizar la traducción total del libro Ciencia y Salud a ese mismo idioma en 1910 (fue publicado en 1912).
No era poco lo que Mary Baker Eddy pedía de esta recién fundada revista. Le dio una misión increíble: “Proclamar la actividad y disponibilidad universal de la Verdad”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 353. Y ha estado cumpliendo con su misión de ser el portador de buenas nuevas al mostrar lo práctica que es la Verdad universal a quienes buscan espiritualidad en todas partes. El Heraldo abre corazones y mentes con sus palabras de esperanza, valor y curación. Se puede pensar que es como una poderosa herramienta que con sus palabras rompe los muros de prejuicio, intolerancia y aislamiento, y construye puentes de entendimiento, tolerancia, aprecio y respeto.
Fui testigo de esto hace dos años cuando estuve varias semanas en países de habla francesa en África, hablando sobre la Christian Science a buscadores espirituales. Le Héraut (edición en francés del Heraldo) nos abrió puertas en puntos de control policial, con funcionarios de aduana, en aeropuertos, en momentos en que nuestra seguridad se vio amenazada. Llevábamos con nosotras algunas revistas, y en todos lados, siempre que alguien las veía nos pedía un ejemplar, ya que todo lo que fuera impreso era muy valioso para ellos. Le Héraut habló por sí mismo. Vi como hacía desaparecer la ira y la sospecha, cambiaba la intolerancia por el respeto, y transformaba momentos de tensión en humor y risas. Habló diciendo que la hermandad es una solución viable para los dolores del mundo.
Cuando M. B. Eddy fundó el Heraldo, hacía ya más de una década que sus pensamientos y acciones habían comenzado a ir más allá de su nativa Nueva Inglaterra, hacia un mundo en espera. En 1897 escribió: “Desde el interior de África hasta los confines de la tierra los enfermos y los que sienten nostalgia por el cielo, o corazones hambrientos, están pidiéndome ayuda, y yo los estoy ayudando”. Ibid., 147. Si hubo alguna vez un compromiso con todo el mundo — con toda la humanidad — fue ése.
Esos “confines de la tierra” ya no son distantes, y el Heraldo de hoy, que actualmente se publica en 12 idiomas, está respondiendo a esa búsqueda espiritual, con un mensaje de esperanza y curación en cada página. Se trata del mensaje que dio Jesús, a veces en lugares remotos, en la ribera de un lago, o en un barco pesquero, en una colina, o en la casa humilde de algún buscador espiritual.
La Fundadora, queriendo que el Heraldo respondiera a las necesidades de la humanidad, pidió que lo mantuvieran “a la altura de las épocas”. Por eso la cara del Heraldo ha cambiado desde 1903. Ahora es más grande, vibrante y colorido. Asimismo, la voz del Heraldo ha experimentado cambios. Fue originalmente publicado en alemán, pero ahora es multilingüe; también habla muy bien español, danés, holandés, finlandés, francés, griego, indonesio, italiano, japonés, noruego, portugués y sueco. Además, ha habido ediciones especiales en albano, inglés, coreano, ruso y un número especial sobre África con extractos de los escritos de Mary Baker Eddy, traducidos al Igbo, Kikongo, Lingala y Swahili. Estos números representan la continua fe en el poder de la Verdad para alimentar a todo corazón hambriento.
El corazón de esta revista continúa cumpliendo con la visión que su fundadora atesoraba para ella, de proclamar a todos los pueblos y lenguas que la bondad y el amor de Dios están en todas partes, alimentando a todo aquel que anhela conocer la Verdad.
En el amanecer de este nuevo milenio y el comienzo de un siglo, cuando vemos amenazada la convivencia pacífica de la humanidad, El Heraldo de la Ciencia Cristiana está totalmente preparado para continuar con su misión por los próximos 100 años, trayendo la luz de la esperanza a sus lectores.
De manera que ésta es en verdad una ocasión para celebrar no sólo la integridad y contenido espiritual de estas revistas, sino, lo que es incluso más importante, el amor y la devoción de aquellos redactores, colaboradores, traductores y lectores del Heraldo que a lo largo de los años hicieron su propio compromiso con la visión de su fundadora. El gran amor por los otros seres humanos los ayudó a alimentarlos con palabras de consuelo y esperanza. Estuvieron entusiasmados con una idea, la presencia viviente del Consolador, la Verdad, que es para todos y cada uno, para bendecir, sanar y salvar.
Der Herold, esa modesta revista con su simple tapa gris, encontró su lugar hace muchos años en el corazón de mis padres. Así conocieron la Christian Science, y fue el comienzo de toda una vida de apreciar los escritos e ideas de Mary Baker Eddy. Cambió sus vidas. Cambió también la mía. A Der Christian Science Herold me gustaría decirle: Gracias.