EL TELÉFONO sonó y al otro lado de la línea alguien dijo: “Por unos pesos, yo puedo hacer que no vayas a la cárcel”.
Las palabras sonaron tan inadecuadas en un momento en que todo era desconcierto y pesar por lo ocurrido, que el joven por unos instantes quedó paralizado.
Se fortaleció nuestra confianza en la justicia divina.
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