Conocí la curación espiritual cuando mi hermana mayor sanó de una enfermedad terminal leyendo Ciencia y Salud. Yo comencé a leer algo sobre el tema tan sólo para ampliar mis horizontes.
Después de graduarme de la escuela secundaria superior, decidí estudiar para ser farmacéutica. En aquella época yo sufría de grandes dolores cada vez que tenía el período mensual. En una ocasión tomé dos aspirinas, y en lugar de aliviarme el dolor se volvió más severo. Estaba sola en casa y cuando sentí que estaba a punto de desmayarme grité a Dios pidiéndole ayuda. Las siguientes palabras de Ciencia y Salud me vinieron al pensamiento: “Estad conscientes por un solo momento de que la Vida y la inteligencia son puramente espirituales — que no están en la materia ni proceden de ella — y el cuerpo no proferirá entonces ninguna queja” (14:12-15). En ese mismo momento comprendí que yo era una idea creada por Dios y que no podía sufrir. El dolor desapareció tan instantáneamente que me quedé maravillada. Un momento estaba con tremendos dolores y al siguiente el dolor había desaparecido por completo. Esa curación me dio la inspiración para estudiar Ciencia y Salud más seriamente. Muy pronto después de que me casé dejé la profesión de farmacéutica.
Empecé a estudiar la Lección-Sermón todos los días. Poco a poco fui obteniendo una mayor comprensión de que Dios es el Amor infinito y lo gobierna todo. Comprendí que el hombre es la expresión de Dios, y no puede estar separado de Él. Estas verdades me permitieron sanar de enfermedades y escasez cuando criaba a mis hijos.
Hace varios años, hubo un incidente que me demostró la protección de Dios y produjo una gran impresión en mí, cuando cinco extraños entraron en mi casa. A eso de las tres de la madrugada escuché ruidos en la sala y pensé que eran roedores, que en aquella época a veces plagaban la casa de noche. Nunca se me ocurrió que habían entrado ladrones.
Pensé en levantarme e investigar, pero de pronto sentí que no debía hacerlo. Unos 15 minutos después sentí que era correcto que fuera a ver lo que ocurría. En lugar de ir a la cocina, que es lo que generalmente hago, fui a la sala y me sorprendió ver la puerta de entrada abierta. Cuatro hombres jóvenes estaban tratando de pasar mi televisor por encima del portón de adelante, mientras otro hombre estaba parado junto a la puerta observando lo que ocurría. Yo grité con todas mis fuerzas y todos los hombres se fueron corriendo.
Cuando revisamos en qué condiciones estaba la casa, encontramos un cuchillo grande debajo de la alfombra de la sala. Si yo no hubiera escuchado mi intuición de quedarme en la cama por un rato, me habría enfrentado con esa gente dentro de mi casa, lo que podría haber sido muy peligroso.
En otra ocasión, mi esposo y yo regresábamos a Yakarta desde Bandung. Cuando llegamos a la estación del tren vimos que había una gran conmoción. Mucha gente estaba persiguiendo y atacando a un joven. Me pregunté si estaba por presenciar un linchamiento, cosa que, según los medios de comunicación, ocurría a menudo. Yo sentía mucho miedo y traté de encontrar a un policía, pero fue en vano. Entonces me vino el pensamiento: “¿Por qué no le pides ayuda a Dios?” ¡Por supuesto, podía pedirle ayuda a Dios en cualquier situación! Ése fue el único pensamiento que tuve en aquel momento, y cuando volví a mirar, la conmoción había pasado. Reinaba la calma y la multitud comenzó a dispersarse. Todo ocurrió en pocos segundos. Sentí que había presenciado lo que el profeta Isaías dice: “Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído” (Isaías 65:24).
Hace varios años, a medida que estudiaba y obtenía una comprensión más profunda de las Lecciones Bíblicas, sané de una tos crónica que me había afectado por más de 10 años.
Estoy muy agradecida a Mary Baker Eddy por habernos dado la Christian Science que permite a la humanidad practicar las enseñanzas de Jesús hoy en día.
Jakarta, Indonesia