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Para jóvenes

No quería sentir odio

Del número de mayo de 2003 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


SOY estudiante de secundaria y me encanta actuar. Hace dos años, me presenté a una audición para una obra en la escuela, y el director me llamó para la segunda ronda, junto con otras personas que él consideraba seriamente para que actuaran en esa obra de teatro. Yo consideraba que había hecho un excelente trabajo en las partes de canto y baile de la audición. No obstante, el peso más grande se ponía en la habilidad que tenía uno de actuar, y el director ni siquiera me permitió leer para una de las partes, y yo pensé que era muy injusto.

Después de regresar a casa esa noche, inmediatamente consulté el sitio en el Internet de nuestra escuela para ver si estaba en la lista del reparto. Pero descubrí que yo era uno de los pocos que no estaban en la lista de aquellos que habían llamado por segunda vez.

Realmente sentí un gran resentimiento contra el director por no haberme ni siquiera dado la oportunidad de hacer la audición para una de las partes. Ese resentimiento fue creciendo hasta el punto de que no sólo lo odiaba a él, sino a todos los miembros del elenco.

Yo sabía que esos sentimientos no eran buenos ni saludables, y no quería seguir sintiéndome de ese modo. Pero no lograba pensar en algo que me ayudara a orar por la situación, porque me sentía dominado por el odio. De modo que decidí llamar a una practicista de la Christian Science, pero ella no estaba en su casa, y yo pensé que era demasiado tarde para llamar a otra persona.

Yo no sabía qué hacer, pero también sabía que necesitaba ayuda. Tomé mi ejemplar de Ciencia y Salud y lo miré, sin saber qué página leer. Abrí el libro al azar y encontré un capítulo que hacía poco había leído. Mi vista saltó a una línea que yo había marcado antes porque me había llamado mucho la atención. Planteaba la pregunta: “¿Amas al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente’?... Ése es El Dorado del cristianismo” (Ciencia y Salud, pág. 9). Cuando leí esto me di cuenta de que era mucho más importante amar a mi profesor de arte dramático y a mis compañeros de clase, que preocuparme por tener una parte en esa obra teatral.

Después recogí la lista del elenco que había impreso en mi computadora, y fui repitiendo los nombres de cada persona en voz alta y diciendo que los quería. Terminé con el nombre del director. Después de hacer esto, el resentimiento que había sentido por él y los otros desapareció. El amor reemplazó los sentimientos de odio. Y posteriormente pude actuar con mucho éxito en dos de sus musicales sin ningún problema.

Ésa fue la primera curación en la que no tuve el apoyo de otra persona, ya sea con su oración o simplemente con su presencia, diciéndome que se interesaban en mí. Me hizo tener una gran fe en Dios, y me mostró que Él estaría siempre allí para apoyarme. Estoy muy agradecido por la Christian Science. Me ha demostrado a lo largo de mi vida cuánto me Dios.

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