El pastor
tiene un ministerio muy activo en Cancún, México, donde estableció su iglesia. Esta es una síntesis de una entrevista que le hizo hace un tiempo.¿Cómo llegó a su conocimiento el programa del Heraldo?
Bueno, es una larga historia. En esa época pasaba yo por una depresión muy grande. Tenía muchos problemas y mi corazón estaba muy triste. Yo era radioaficionado en ese tiempo, y un día, empecè a buscar en una radio de onda corta y de repente sintonicé el programa del Heraldo. Y esto fue para mí como “la voz que clama en el desierto” (Isaías 40:3). Era una voz muy diferente al resto de la programación, en el ámbito de la radio. Mientras escuchaba, me llamó mucho la atención cómo mezclaban los pasajes de la Biblia con pasajes de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy.
Comencé a comprender muchas cosas. Cosas que durante muchos años como pastor, y aún con un ministerio bastante intenso, tanto en la ciudad de México como aquí en Cancún, no había comprendido. Dios empezó a abrir mi corazón a algo nuevo, algo diferente, en ese tiempo en que me sentía muy angustiado.
Entonces, en un programa se leyó un pasaje de Ciencia y Salud que dice: “¿Sería la existencia sin amigos personales un vacío para vosotros? Llegará el tiempo, entonces, en que os encontraréis solitarios, sin que nadie se compadezca de vosotros; mas ese aparente vacío ya está colmado de Amor divino. Cuando llegue esa hora de desarrollo, aun cuando os aferréis a un sentido de goces personales, el Amor espiritual os obligará a aceptar to que mejor promueva vuestro progreso. Amigos traicionarán y enemigos calumniarán, hasta que la lección sea suficiente para elevaros; pues 'la necesidad extrema del hombre es la oportunidad de Dios'” (Ciencia y Salud, pág. 266).
Desde que empecé a escuchar los programas del Heraldo, ya no sentí un vacío en mi corazón y desapareció la depresión. Ahora me siento muy gozoso y muy feliz.
Por muchos años he estado predicando la palabra de Dios, fundando iglesias, enseñando aquí y allá, pero nunca me había pasado lo que me pasó con la Christian Science. Así que este pequeño libro que tengo aquí, Ciencia y Salud, para mí ha sido una gran bendición. Lástima que mucha gente no lo conozca. Me gustaría que hubiera Salas de Lectura de este precioso libro por todos lados.
Siento un gozo, una paz y una alegría, como dice la palabra de Dios: “Una paz inefable” (Ibid., pág. 264). El Señor dijo:“...la paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da” (Juan 14:27).
Sé que hay muchas personas que escuchan este programa alrededor del mundo, yo siempre había querido hablarle así a la gente. Había predicado a grupos de diez, veinte, hasta quinientas personas, grupos no muy grandes, pero siempre quise llegar a multitudes, lejos de mi país. Sé que la gente que escucha se encuentra en la misma condición en que yo me encontraba: solo, traicionado por amigos, abandonado por la misma familia. Pero en medio de todo esto, hay un Dios que cuida de nosotros, hay un Dios que ha dicho: “No te dejaré, no te desampararé” (Josué 1:5). “He aquí estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Es un Dios bueno, es un Dios de amor, es un Dios compasivo. Es poderoso, inconmensurable y está siempre con nosotros.
Es precioso saber que “la necesidad extrema del hombre es la oportunidad de Dios”. Por eso cuando sintamos que no valemos nada, cuando nos sintamos disminuidos, totalmente solos y desamparados, ahí es cuando Dios nos dice: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.
Esto me recuerda también lo que alguien escribió acerca de las huellas en la playa de la vida. Tan cierto era que caminaba junto a Dios que al mirar hacia atrás podía ver dos pares de huellas en la arena. Pero en determinados momentos, en los más difíciles, no veía huellas que acompañaran las suyas; y le dice a Dios: “Oye Señor, ¿por qué me dejaste solo cuando yo más necesitaba de Ti, cuanto mayores pruebas tenía? Porque miro la arena y veo sólo un par de huellas”. Y la respuesta divina no se hace esperar: “No estabas solo. Esas huellas que veías no eran las tuyas sino las mías, porque en esos momentos de angustia, era Yo quien te cargaba en mis brazos”.
Para todos mis amigos y hermanos, quiero decirles que no se sientan solos, mal o tristes, porque es en esos momentos cuando más debemos clamar a Dios. Como en Jeremías 33:3, dice: “Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces”. Dentro de esa necesidad extrema busquemos y esperemos en Dios. Dice también la palabra de Dios: “regocíjate en Jehová y Él te concederá las peticiones de tu corazón” (Salmo 37:4).
Esta es una voz preciosa, la voz de Dios, que en nuestra necesidad extrema allí está extendiendo Su mano como poderoso gigante, amparándonos. Él ha prometido no dejarnos y que siempre estará con nosotros hasta el fin del mundo. Así fue como me inicié en estas preciosas enseñanzas. Ahora estoy feliz y me siento completo. Le doy gracias a Dios que me ha guiado, que mis pasos no han ido a la deriva y que he seguido caminando.
¿Cómo es su trabajo en esa ciudad tan llena de vida como es Cancún?
Estamos muy atareados, tenemos un ministerio de bodas. Ahora me estoy dedicando como ministro de tiempo completo a hacer bodas de personas que vienen de cualquier parte del mundo a casarse aquí. Me encargo de la ceremonia, sin importar la denominación religiosa de la pareja. Aquí les damos su certificado y retornan a sus países muy felices, ya casados.
¿Cómo lo ayuda en su ministerio el estudio de Ciencia y Salud?
Me ha ayudado muchísimo. En las ceremonias utilizo pasajes del capítulo “El matrimonio”. Hablo del amor, de la unidad, de que el pacto entre el hombre y la mujer es algo importante. El que ama a su mujer se ama a sí mismo. Como está escrito en Eclesiastés: “goza con la mujer que amas todos los días de tu vida”, ése es el consejo que yo les doy a ellos (Ciencia y Salud, pág. 9).
Siempre quise llegar a multitudes.
Usted comentó sobre la curación de depresión que tuvo al leer Ciencia y Salud. ¿Encontró más sanidad en su vida leyendo este libro?
Fue un proceso; sentí que iba mejorando cada vez más a través de cada programa que escuchaba, y de repente la depresión desapareció para dar lugar al gozo. Escuchar el programa fue para mí una bendición, sentía que estaba con un pie en el cielo y otro aquí en la tierra.
Una noche estaba durmiendo y me desperté con un fuerte dolor de muelas. Tomé pastillas para intentar calmar el dolor, pero persistía. También intenté orar, pero no sucedió nada. El dolor era tan agudo que deseaba ir al Seguro Social, donde mi esposa trabaja, para que me inyectaran algo que me calmara. Fue en ese momento cuando recordé ese precioso libro y lo abrí en una parte donde expresa que nosotros somos la imagen y semejanza de Dios. Entonces pensé: “Si Tú tienes, Señor, sanidad en Ti, y no existe ningún dolor, yo tampoco debo tenerlo. Lo que estoy sintiendo es una mentira, un error y lo rechazo. No quiero esto, lo resisto porque sé que soy una creación de Dios. Soy Tu hijo, hecho a Tu imagen y semejanza y yo reclamo Tu sanidad divina en mí”.
El momento fue tan precioso que el dolor desapareció de repente. Me toqué la muela y ya no sentía nada, y dije: “¡Gracias, Señor, porque me sanaste; qué lindo eres!” Continué leyendo el libro por más tiempo y me quedé confortablemente dormido en los brazos de Dios. Ha habido muchos milagros en mi vida y éste ha sido uno de ellos.
Con esta preciosa palabra que Mary Baker Eddy nos ha dejado siento cada vez que la leo que somos como las águilas, que el Señor nos renueva las fuerzas.