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Nicky Cruz: Vulnerable a Dios

Del número de mayo de 2003 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Nicky Cruz es un evangelista en todo el sentido de la palabra, un ardiente discípulo de Jesús. Al estilo del apóstol Pablo, posee el poder transformador de quien ha abandonado estilos de vida que llevan a la perdición y se ha entregado de todo corazón a Dios.

Una de las definiciones de evangelista resume el papel de Nicky en su ministerio, que se ha extendido durante los últimos 40 años: “Aquel que avanza con el espíritu del mensaje del evangelio, sin hacer proselitismo: quien allana el camino y enciende el fuego en interés de la espiritualidad para que la gente se interese en ella, y la comparte bajo toda circunstancia”.

Hoy, un lluvioso viernes por la noche a mediados de noviembre, Nicky inicia una cruzada de dos días en la Escuela Secundaria Dickinson, situada en Jersey City, Nueva Jersey, Estados Unidos, área pobre, inmersa en un clima de terrible violencia. En los últimos meses hubo cuatro incidentes con armas de fuego en varias instituciones de enseñanza de esta localidad. Nicky conoce bien lo que es la violencia y los problemas que los niños de las áreas pobres deben enfrentar, pues él mismo procede de un hogar donde las agresiones y los abusos eran frecuentes. Ese ámbito familiar fue determinante para que a fines de la década de los 50 se convirtiera en el temido jefe portorriqueño de una pandilla de la ciudad de Nueva York.

Esta noche hablará ante un auditorio completo, compuesto por 1.800 familias de diversas razas, integradas por jóvenes, miembros de pandillas callejeras, drogadictos, obreros, madres solas. A ellos les contará la dramática historia de su vida. Les dirá que cuando él nació su madre era bruja de profesión y su padre un sacerdote satánico. Nicky sabe cómo llegar a sus oyentes, pues conoce por experiencia el rechazo, el vicio, el abuso, la violencia, el odio, el dolor.

¿Cómo podemos llegar a quienes desean un cambio en su vida?

Nicky no teoriza ni pretende ser condescendiente; su autenticidad lo capacita para llegar al corazón de la gente. Este fin de semana hablará ante casi 4.000 personas, en su mayoría jóvenes, procedentes de toda clase de ámbitos familiares. Muchos de ellos viven en las mismas condiciones de violencia, soledad y frustración que él sufrió.

Sin embargo, su mensaje no se apoya únicamente en horribles recuerdos, sino que incluye esperanza y redención, y ayuda a sus oyentes a tomar conciencia del poder del amor, que puede reemplazar la frustración y la alienación que embarga a muchos de ellos, por la paz que “sólo Dios puede otorgar”. Su genuino mensaje de amor y de la posibilidad de un cambio de vida, atraerán a cientos de personas que llegarán en humildad, muchas de ellas abrumadas por la pena, en respuesta al llamado de Nicky de aceptar el amor de Dios y “tomar una decisión en favor de Cristo”.

Mientras nuestro conductor durante estas dos noches, de nombre Efraín Santiago, ex drogadicto (aunque libre de ese vicio desde hace ya 14 años y hoy devoto cristiano), maniobra el vehículo por entre el intenso tránsito de las horas pico de Manhattan, Nicky habla de sus temas predilectos: el amor de Dios y su propio llamamiento a difundir el evangelio de Cristo Jesús.

“Hace ocho años y medio”, cuenta, “estaba predicando por toda Europa, pero me sentía muy triste por lo que estaba pasando en Estados Unidos. Un día, luego de hablar ante 3.000 personas en la Universidad de Cambridge, volví a mi hotel en Londres. Allí, junto a mi esposa Gloria, vi, a través del canal de la BBC, escenas de odio y violencia, protagonizadas por pandillas y adolescentes en Estados Unidos. Ése fue para mí un momento decisivo. Si bien no escuché ninguna voz humana, sentí, en el fondo de mi corazón, este mensaje: “Quiero que pongas fin a tus actividades en Europa, vuelvas a Estados Unidos y trabajes como Mi misionero en las áreas pobres de las grandes ciudades.

“Tú sabes”, continúa Nicky, “que siento pasión por la gente, los marginados y excluidos, porque yo mismo fui uno de ellos. Nunca me voy a olvidar de mis orígenes. Quizás tenga la cabeza en las nubes, pero mis pies están sobre la tierra”.

Como para probar la verdad de esa aseveración, Efraín, cansado tras dos horas de estar estancado en el tránsito, cruza osadamente a través de varias filas de autos y pasa por delante de un ómnibus, que casi nos aplasta. Mientras los demás procuramos recuperar el aliento, Nicky le dice, riendo: “Ten cuidado, Efraín. ¡Tienes que entregar a Nicky Cruz sano y salvo en Nueva Jersey esta noche!” Nicky a menudo habla de sí mismo en tercera persona, pues está consciente de que el fenómeno de su popularidad no tiene nada que ver con su relación con Dios.

Como buen ex neoyorkino, Nicky no se altera por el tránsito. Conoce bien la vida en la ciudad, especialmente su lado oscuro. Por esa razón su ministerio apoya a un grupo de jóvenes músicos y bailarines de hip-hop, llamado TRUCE (sigla inglesa que significa “To Reach Urban Children Everywhere, o sea, Nuestro objetivo es llegar a los niños de la ciudad, dondequiera que estén”). Al explicar por qué desea llegar a ellos, Nicky dice: “¿Recuerdas la historia bíblica acerca del hombre endemoniado?Véase Lucas 8:26-39. Su padecimiento y su deseo de ser sanado eran tan grandes que lo hacían gritar. Jesús tuvo compasión de él y lo sanó.

“Esos mismos gritos de dolor se escuchan en las áreas pobres de la ciudad, pero hasta ahora los hemos ignorado. Nadie estaba haciendo nada al respecto. No entiendo el “rap”, pero creo que sus primeros intérpretes fueron la expresión inicial de la voz de las áreas pobres de la ciudad. Los raperos empezaron a contar acerca de su sufrimiento, su pobreza, las drogas, las palizas, las muertes, la división de la familia, el infierno en el que estaben, pero no les prestamos atención. Después cambiaron y comenzaron a sumergirse en el vicio, a expresar odio hacia sus padres, las autoridades, Dios, todo.

“Luego sucedió algo extraño. Algunos de los jóvenes cristianos comenzaron a expresar sensibilidad y a decir: 'Estas personas nos están enviando un mensaje a todos. Nos están diciendo que tienen graves problemas que les están dejando heridas profundas. Tenemos que responder a su llamado'. Por esa razón raperos cristianos tales como TRUCE, han contribuido más que cualquier otra institución a aliviar el dolor de las áreas pobres de la ciudad. En mi opinión, han hecho algo similar a lo que hizo Pablo cuando anunció 'Al Dios no conocido'.Hechos 17:23.

“Tengo buenas noticias, muchachos”, nos dice Nicky con una amplia y contagiosa sonrisa. “Creo que las áreas pobres de la ciudad van a experimentar uno de los cambios más extraordinarios que jamás se hayan visto, pues empezamos a escuchar su voz y a aliviar su dolor. Estamos respondiendo a su llamado con nuestra propia música, con la curación. Me gustaría poner énfasis en este hecho: algo hermoso está sucediendo en las áreas pobres. Les estamos dando amor y señales maravillosas. La gente está cambiando; los drogadictos se están volviendo a las enseñanzas de Jesús; los miembros de las pandillas están deponiendo sus armas y retornando a la familia, a Dios, a la comunidad, a la iglesia”.

Mientras escucho a Nicky, me pregunto cómo pueden los ciudadanos comunes contribuir a que se produzcan cambios favorables dentro l a sociedad. Entonces le pido a Nicky que me explique cómo pueden los individuos — o incluso las iglesias — llegar al corazón de los buscadores (no sólo de los pobres, sino también de los ricos que estén necesitados) y transformar sus vidas.

“Cada individuo es importante”, comienza diciendo Nicky, “y deberíamos aprovecharlo, especialmente si amamos a Dios. ¡Vayamos a su encuentro, utilicemos a cada uno de ellos en favor de la causa de Dios y Él nos dará gracia y favor a todos! A través de la Biblia sabemos que Jesús era muy humilde. Los pastores deseamos fervientemente que la gente sienta latir nuestro corazón. Vayamos tras las muchas ovejas perdidas.

“Escucha”, prosigue Nicky. “Nunca he perdido el entusiasmo. Amo a los pecadores. Me siento a gusto con ellos y ellos se sienten cómodos conmigo; no les tengo miedo. Puedo hablar con ellos de cualquier tema, pero no tengo por qué hacer lo que ellos hacen.

“Lo que no sirve”, continúa, “es ponerse dogmático y tratar de hacer que los escépticos sean como nosotros. Ellos se dan cuenta de que nosotros mismos tenemos muchas debilidades.

“Amo la honestidad de los jóvenes. Dicen lo que sienten y perciben si somos auténticos o no. Me gusta su vulnerabilidad, pues puede aprovecharse para bien. ¡Seamos auténticos! No procuremos ser perfectos, pues se darán cuenta de que es imposible.

“Debemos estar junto a ellos para ayudarlos, pues van a cometer errores; todos lo hacemos. No procuremos ser mejores que ellos o superespirituales. Tampoco nos pasemos al otro extremo y pretendamos que no tenemos nada que atestiguar, que no tenemos una relación con Dios. Tiene que haber un equilibrio. Conozco a los jóvenes; sé que se relacionan y respetan mutuamente. Quizás al principio se rían, pero luego escuchan. El hecho de ser tan vulnerables a los errores y a la tentación los puede acercar a Cristo. Es en ese momento que podemos compartir el evangelio, aunque no debemos forzarlos en ningún aspecto”.

“Pero, ¿qué decir de las iglesias?”, pregunto. Recuerdo que el libro de texto de la Christian Science, Ciencia y Salud por Mary Baker Eddy, dice: “...el yo humano debe evangelizarse”.Ciencia y Salud, pág. 254. Esto es exactamente lo que Nicky ha dicho. “¿Pero, qué decir de la comunidad de creyentes, por ejemplo, las congregaciones religiosas?”

Nicky concuerda en que falta conexión entre los individuos evangelizados y el movimiento religioso. “El mensaje que Jesús proclamó cuando vino a la tierra no cambia. No obstante, creo que debemos mantener una actitud abierta para con los cambios que se producen. Los métodos cambian constantemente. El problema es que siempre hacemos lo mismo. Tenemos que despertar. Los escépticos son los que realmente han conmovido la marcha del cristianismo, y especialmente lo que está ocurriendo en las iglesias, pues ellos ven lo que está mal.

“En primer lugar, dicen que predicamos demasiado acerca del dinero, y que no predicamos el evangelio de Cristo Jesús. En segundo lugar, afirman que nuestros servicios son predecibles, monótonos y aburridos. En tercer lugar, consideran que poco a poco estamos perdiendo la sustancia de las enseñanzas del Maestro porque nos hemos vuelto demasiado materialistas y mecánicos. En cuarto lugar (y considero que éste es el punto más peligroso) los predicadores, los pastores, los evangelistas y los maestros están predicando en las nubes, sin darse cuenta del dolor, los anhelos y el sufrimiento de la gente. Los trabajadores de las iglesias ponen demasiado énfasis en la teología. Muchos de ellos predican teologías que Dios desconoce. Tenemos que cambiar. Tenemos que dar un mejor ejemplo y mostrar más energía si deseamos que la gente considere que nuestra prédica es pertinente.

“Me atrevería a decir, a manera de profecía, que en algún momento Estados Unidos va a tener que despertar. Para poder progresar, todas las denominaciones religiosas tienen que unirse, pues nuestro problema es que no tenemos unidad dentro del cuerpo de Cristo.

“Creo sinceramente”, dice Nicky, “que la única forma de producir un cambio realmente significativo es que todas las iglesias de Estados Unidos se conviertan en un hospital del Espíritu Santo. Tenemos que abrir las puertas a los que sufren, a los pobres, a los ricos, a todos, y empezar a predicar sabiendo que somos enfermeros y que Cristo es el Médico. Y es el Médico que conoce las necesidades sicológicas, emocionales y físicas de la gente”.

“Un hospital del Espíritu Santo”, comento, “tendría que ser un refugio donde todos se sientan cómodos, tanto los que tienen riquezas como los que no, ¿no es cierto?”

Nicky sonríe nuevamente. “Fíjate, a veces hemos sido tan indiferentes a las necesidades de la gente, que yo creo que muchos religiosos ni siquiera están dispuestos a aceptar que en tiempos como los actuales los milagros (es decir, las señales maravillosas) pueden ocurrir. Cuando las iglesias no desean sanar el dolor o escuchar las voces de los que sufren, suben el volumen al máximo para no tener que escuchar.

“Cuando me convertí al cristianismo, lloré mucho, como nunca lo había hecho antes y sentí la intensidad del perdón. Además, hubo alguien que me ayudó, me guió, tomó mi mano y me condujo a través de las páginas de la Biblia. Y eso es exactamente lo que necesitamos.

“Debemos tomar una actitud más activa para con los nuevos conversos, estar junto a ellos, incorporarlos al gozo de las enseñanzas de Cristo, para demostrarles que el cristianismo no es aburrido, sino vigorizante. Para realmente llegar al corazón de nuestros semejantes, tenemos que ser vulnerables a ellos. Cuando procuramos ser superespirituales, nuestra espiritualidad no se relaciona con la naturaleza de la persona.

“Para ilustrar este punto, pensemos en los últimos momentos de la carrera de Jesús, cuando se fue al monte a orar. Allí estaba, orando fervientemente, cuando Judas llegó a traicionarlo y lo arrestaron. En ese momento Pedro se olvidó de las enseñanzas de su Maestro, de su ternura, de su sufrimiento, del amor compartido que sentía por él y del amor al prójimo.

“Al ver que Jesús había sido arrestado injustamente, Pedro sacó su espada y le cortó una oreja al siervo del sacerdote: ¡Zas! Me imagino a Jesús, conmovido por el incidente, diciéndole a Pedro: '¿Qué estás haciendo? ¿Estás realmente siguiendo mis enseñanzas? ¿Cómo va a hacer este hombre para oír lo que tengo que decirle si está dolorido y sangrando? Sus gritos de dolor le van a impedir escuchar lo que tengo que decir acerca del reino de los cielos'.4

“Hoy en día, muchos cristianos tienen la costumbre de cortar orejas, pero no es esto lo que debemos hacer. No estamos aquí para cortar orejas, sino para escuchar lo que Jesús tiene que decirnos y aprender de él. Cristo Jesús amaba a la gente. Oro para que Dios me capacite para ver como Jesús veía, percibiendo constantemente las necesidades de la gente.

“Por ejemplo, él no escatimaba esfuerzos para ayudar a una persona. En una ocasión cuando iba a una fiesta con sus discípulos, un hombre sentado junto al camino esperaba ser sanado. Estaba oscureciendo y sus discípulos le dijeron: “Maestro, vamos a llegar tarde a la fiesta. ¡Apresúrate!” Sin prestarles atención, Jesús sanó a aquel hombre, mientras sus discípulos insistían: “¡Vamos a la fiesta!”

“Jesús les respondió: '¿De qué fiesta están hablando? Yo soy la fiesta. Sin mí, no hay fiesta, ni hay Jerusalén'.

“Este relato nos muestra que Jesús tenía una mirada alerta y perceptiva e iba tras las ovejas perdidas. Su corazón estaba lleno de amor y de piedad. Cuando veía algo que debía ser sanado, sentía compasión. Si como cristianos y creyentes actuáramos de esa forma, nuestro progreso sería inmenso. Podemos hacerlo. Yo les digo a muchos ministros de hoy — evangelistas, maestros, etcétera — que no debemos escatimar esfuerzos pues estamos demasiado cómodos”.

¿Cómo podemos llegar a quienes desean un cambio en su vida?

Cuando llegamos a la Escuela Secundaria Dickinson, en Jersey City, el auditorio se está llenando, a pesar de la intensa lluvia. La gente rodea a Nicky y le pide hablar o sacarse una foto con él. Periodistas de la televisión local lo esperan para entrevistarlo. El personal de seguridad elegantemente vestido, con transmisores ocultos en los gemelos de sus camisas, nos conduce a una habitación en la que otras personas desean pasar unos momentos con Nicky. Me pregunto cómo hace para “mantener los pies sobre la tierra” (como él mismo dice) y no permitir que la popularidad y la adulación lo desvíen del evangelio. Recuerdo una conversación que tuvimos hace unos meses, cuando le hice esta misma pregunta.

“Pienso que uno puede hablar mucho”, me dijo, “pero si no respalda sus palabras con acciones, pierde el tiempo. En mi opinión, lo que atrae más a un escéptico es ver expresadas en nosotros cualidades prácticas y auténticas, tales como gozo, amor, paz, entusiasmo, que los hagan pensar: '¡Mira a esta persona! ¡Cómo me gustaría ser como ella!' No tenemos que procurar ni pretender ser otra persona. La sinceridad y la honestidad atraen a la gente”.

“Me pregunto si hay alguien a quien admiras. ¿A quien te gustaría parecerte?”, le pregunto.

Me contesta: “Como soy portorriqueño, mucha gente puede que diga: 'Seguramente su héroe es Roberto Clemente, el crack del béisbol y héroe deportivo nacional'. Sin embargo, nunca admiré a nadie, salvo a Cristo Jesús y al apóstol Pablo, quien fue un misionero por excelencia. Pablo puso su vida a disposición de la causa del cristianismo y predicó con el ejemplo.

“A través de las cartas de Pablo aprendí a enfrentar los problemas que se presentan, a no sentirme abrumado por ellos y a salir victorioso. Debido a todo el sufrimiento que experimentó y a las circunstancias por las que pasó, Pablo es mi segundo héroe cristiano”.

“Al igual que Pablo, has tenido tu propio camino a Damasco, cuando te encontraste con el evangelista David Wilkerson en la calle, ¿no es cierto?”, le pregunto. “En esa ocasión él te enseñó que Cristo es real y que tienes un lugar en el amor de Dios”.

“Sí, pero a diferencia de Pablo, que era un hombre muy religioso y honrado”, responde Nicky, “yo era hijo de una bruja, sin demasiada educación, pues había abandonado la escuela secundaria. Sin embargo, Pablo, tanto como Nicodemo y yo, necesitábamos a Jesús de la misma forma. No hay diferencia alguna. Ya sea que seamos superreligiosos o no tengamos nada, todos tenemos que encontrar la verdad. No hay preferidos. No importa que seamos blancos, negros, amarillos, ricos o pobres. Todos tendremos que salvarnos a la manera de Cristo Jesús, pues él no tiene favoritos. Su ejemplo fue para todos nosotros.

“De manera que Pablo puso su corazón en lo que hacía y tuvo que tener mucho valor para hacerlo. Es cierto que mi conversión fue radical, pero muy singular. Sin embargo, he tenido que admitir mi condición de ser humano. Fue Dios quien hizo la obra. De niño, sufrí tanto abuso que esas experiencias dejaron secuelas, tanto sicológicas como emocionales, en mi mente y en mi cuerpo. Mi madre me destrozó mucho más allá del plano meramente físico.

“En medio de esta situación, un sicólogo de nombre Goodman me dijo que jamás sería normal; que si me casaba, iba a golpear a mi esposa y si tenía hijos iba a abusar de ellos. Agradezco a Dios porque, en cierto sentido, el Dr. Goodman tenía razón, pues percibió, desde su óptica profesional, mi lado oscuro. Desde su punto de vista, hizo un diagnóstico correcto de la situación, pero no había Dios en su óptica.

“Entonces Jesús llegó a mi vida. Y yo amo a mi esposa y a mis hijos con todo mi corazón. Cuando nació mi primer hijo, quería ser su héroe. Ser padre y esposo es algo maravilloso. Por ese motivo el Dr. Goodman se equivocó. Jesús cambió mi vida. Jamás levantaría una mano contra mi esposa ni contra mis hijos”.

Su alegría es palpable cuando habla de su familia. Le comento que aparentemente el sicólogo lo vio a través de una lente meramente humana, es decir, vio un ser humano con una infancia problemática, pero que él comenzó a verse a sí mismo a través de una lente espiritual, como hijo de Dios.

“Es cierto”, dice: “Lo que sucedió fue que comencé a amar a Dios. Fue un cambio radical, una experiencia de hondo contenido emocional. Cambié mis armas por la Biblia. Cuando comenzamos a conocer la gloria de Dios, ¿qué otra cosa podemos hacer sino obedecerlo cada vez más, emular el ejemplo de Jesús y caminar como él hubiera querido que caminásemos?”

Esta noche, Nicky predicará la grandeza de Dios en la Escuela Secundaria Dickinson. Su audiencia estará compuesta por una multitud de jóvenes vestidos de jeans y camiseta, con sus cuerpos tatuados y perforados; habrá jóvenes padres y madres, niños corriendo por los pasillos, abuelos y parejas de la clase obrera. Por enésima vez contará los dramáticos acontecimientos de su vida y su increíble consagración al ministerio al que se sintió llamado.

Con la energía y la compasión que lo han hecho famoso en todo el mundo y que han servido para transformar miles de vidas en los últimos cuarenta años, Nicky derramará su amor ante estos buscadores de una vida mejor. Totalmente comprometido con su causa, está listo para abrazar a los cientos de personas que comienzan a avanzar, con humildad y corazones expectantes. “Vulnerables a Dios”, como diría Nicky. Dispuestas a cambiar sus vidas para bien.

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