Un día yo estaba tomando clases de equitación. De pronto mi amiga Roberta gritó y mi caballo salió corriendo.
Hacía tan sólo un mes que yo estaba tomando clases y no sabía qué hacer. Pero había aprendido en mi Escuela Dominical de la Christian Science que Dios está conmigo. Así que sabía que Dios me estaba sosteniendo. Él no iba a permitir que me cayera. Había aprendido que yo era la imagen y semejanza espiritual de Dios. De manera que si Dios que es Espíritu no se puede lastimar, ¿cómo podía lastimarme yo?
Cuando pensé de ese modo el caballo comenzó a tranquilizarse... y yo también.
El caballo de mi amiga también había salido corriendo. Pero a ella le dio miedo y se tiró del caballo. Gracias a Dios no se lastimó.
Esto me enseñó que no importa dónde yo esté, o lo que esté haciendo, Dios está siempre protegiéndome. Y eso me pone muy contenta. Ahora comprendo lo que siempre me han dicho: “Dios está en todas partes”.
São Paulo, Brasil
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