HABÍA estado enferma de cistitis recurrente por 40 años. A pesar de los medicamentos que tomaba y de los exámenes médicos a los que me sometía, siempre tenía recaídas. No quería salir de casa porque temía que podía enfermar; sentía miedo de tratar a las personas y hasta de salir de compras. Este problema me hacía sentir muy infeliz, y constantemente tenía temor.
Un día una mujer le dio a mi hija Ciencia y Salud. Mi hija me lo dio diciendo que podría ser sanada con la lectura de este libro. La idea de que uno pudiera recuperar la salud leyendo un libro era nueva para mí.
No me resultó fácil entender el libro, pero leía un poco cada día. Cuando lo terminé, me di cuenta de que había sanado de una úlcera estomacal que los médicos habían descubierto tiempo atrás al hacerme unas radiografías. Una vez más podía inclinarme y trabajar en mi jardín, lo que había sido imposible con la úlcera. Fue maravilloso.
Pero la cistitis continuaba. Mi hija me recomendó que llamara a un practicista de la Christian Science para que orara por mí. Así lo hice, y este sanador espiritual me indicó que leyera algunos pasajes de la Biblia que fueron muy reconfortantes. Por ejemplo, en Isaías 41:10 leí: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”. Esta promesa me hizo sentir que realmente Dios me sostenía y me ayudaba, lo cual me liberó de mis temores.
También pensé mucho en las palabras que se encuentran en la página 468 de Ciencia y Salud: “El Espíritu es Dios, y el hombre es Su imagen y semejanza. Por lo tanto el hombre no es material; él es espiritual”.
Desde que era niña siempre había orado, pero no sabía que uno podía ser sanado por la oración. Pensaba que era normal que la gente se enfermara, y que ésa era la voluntad de Dios. Entonces comprendí que Dios sólo quiere el bien, la verdad y el amor para nosotros. Ésa es Su voluntad.
Fue maravilloso descubrir que Dios nos ama, y que nosotros somos Su reflejo, Su idea, Su creación. Sentí el amor del Padre, tuve pensamientos elevados y me ocurrieron muchas cosas buenas, y estuve cada vez menos ansiosa.
También me dio mucha inspiración un artículo publicado en la edición en francés de El Heraldo de la Ciencia Cristiana, que me dio la idea de que debía orar con firmeza y persistencia, lo que me llevaría a una mejor comprensión de Dios.
En 1989, fui sanada completamente de cistitis. También había descubierto un entusiasmo por vivir, una libertad y una estabilidad que en mucho tiempo no había sentido. Verdaderamente fue un renacer.
Más recientemente, tuve una prueba de la presencia del amor de Dios. Empecé a sentir dolor en mi seno izquierdo, y días después descubrí un bulto, esto fue un lunes. Le pedí a mi hija que orara por mí. Estaba segura de que Dios me estaba cuidando, por lo que me sentí protegida. Para el jueves por la mañana, el crecimiento había desaparecido y yo estaba bien. El bulto y la incomodidad nunca regresaron.
Cada vez comprendo mejor que el amor de Dios está siempre presente para mí y para todos. Y estoy infinitamente agradecida por eso.
Crépy-en-Valois, Francia