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“Sentí como si hubiera regresado al hogar”

Del número de mayo de 2003 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Fui criada en la Christian Science, pero cuando tenía veinte años me aparté de ella. Pensaba que era muy ingenuo apoyarse en lo hermoso y bueno. Fue entonces que mi abuela me preguntó si quería acompañarla a la Asamblea Anual 2002 y Simposio. Ella realmente quería ir, pero pensaba que no podría hacerlo sola. Así que por el bien de ella decidí ir.

Yo esperaba una atmósfera muy exclusiva, y dudaba de que pudiera sentirme a gusto. Pero honestamente tengo que decir que lo primero que me impresionó fueron los alrededores. No esperaba sentirme tan a gusto, tan como en casa. Me encantó ver La Iglesia Madre. La atmósfera era muy agradable, nada exclusivista. Lo que más me impresionó fue la atmósfera que se respiraba, llena de tanta fortaleza. Uno sentía que se había orado mucho por ella. Todas reuniones y eventos fueron muy abiertos y la gente se movía con mucha libertad, pero eran poderosos, y muy interesantes. No tenían nada de ingenuo, y expresaban una poderosa convicción de pensamiento.

Durante la Asamblea Anual sentí la profundidad y sinceridad de lo que significa apoyarse en el amor de Dios. Yo conozco Ciencia y Salud desde que era chica, pero cuando me senté en el avión después de la reunión, y comencé a leerlo, fue como si estuviera leyendo las frases por primera vez. Desde entonces he tratado de aplicar estas ideas en mi vida diaria. Y eso ya ha producido cambios.

Este último año he trabajado también como instructora en un centro de ejercicios físicos. Conocí mucha gente con problemas en el brazo por jugar tenis y golf.

Hace poco me di cuenta de que, por trabajar en la computadora, yo tenía los mismos síntomas. Mi primer pensamiento fue: “Chau. Ahora estás sufriendo eso también, y no va a desaparecer, y no puedes hacer nada al respecto”. Y el segundo pensamiento era: “De ninguna manera. Mary Baker Eddy dice que uno tiene el derecho de rebelarse contra estos pensamientos. No necesito aceptar estos pensamientos de enfermedad”.

Luego leí en la Biblia lo siguiente: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor... el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor”. I Juan 4:18. Fui honesta y admití para mí misma que todavía tenía miedo. Pero yo realmente quería pensar de manera diferente y entregarme completamente al Amor. Comprendí claramente que “Sólo soy perfecta en el amor cuando no tengo temor”. Ocupé mi pensamiento con el dominio y la omnipresencia del Amor divino, esto llena mi pensamiento y yo lo expreso. Afirmé que el Amor es lo único que puedo expresar y que no hay lugar para ninguna otra cosa. A la mañana siguiente me levanté y cuando alrededor del mediodía, pensé en el problema, me di cuenta de que había desaparecido por completo y ya no volví a sufrir de ello.

De modo que mi fe se ha vuelto más práctica y racional, ya no es impulsada por las emociones. Ahora he comenzado a entender lo que significa ser un Científico Cristiano: percibir más de la verdad a cada momento, demostrarla más, compartirla con los demás, hablar sobre el Amor y de esa forma estar en posición de sanar. Lo que ocurre es que uno tiene las buenas nuevas, y puede compartirla con otras personas.

Desde la Asamblea Anual del año pasado, a veces me siento como Alicia en el País de las Maravillas. De pronto, muchas cosas nuevas se han abierto para mí. Como es natural, recomiendo a todos que asistan a la Asamblea Anual 2003 y Simposio de este año.

Un año después, puedo decir que el asistir a la Asamblea Anual fue para mí una experiencia que me cambió la vida.


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