No hace mucho, noté que se me adormecían las piernas desde las rodillas hasta la planta de los pies, pero no le di importancia y seguí haciendo mi vida normal. Sin embargo, esas molestias fueron acrecentándose al punto de impedirme caminar. Esto causó mucha alarma entre mis familiares al observarme, pero yo me mantuve firme en lo que sabía que a mí ya me había dado resultado, que Dios gobierna todo aspecto de mi vida.
Mi familia pensó que me negaría a asistir a una consulta médica, pero ya me había anticipado a pedir en oración la guía de la Mente divina y esto me inspiró a recurrir al libro Ciencia y Salud. En la página 464, M. B. Eddy escribe: "Si debido a una lesión, o por cualquier otra causa, un Científico Cristiano fuese atacado por un dolor tan agudo que le fuera imposible darse un tratamiento mental a sí mismo — y los Científicos no hubieran logrado aliviarle — el que sufre puede consultar con un cirujano, para que le administre una inyección hipodérmica; entonces, al calmarse la creencia de dolor, él podrá atender su propio caso mentalmente".
Para evitar el resquebrajamiento de la armonía en el hogar, puse en práctica esta indicación y accedí a concurrir a un centro de salud.
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