Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

En bien del trabajo

Del número de septiembre de 2004 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace poco, el programa Sentinel Radio entrevistó a la actriz quien hace más de 30 años que trabaja en cine, teatro y televisión. Quizás usted la recuerde en el papel de Georgette en "El Show de Mary Tyler Moore". Ha participado también en diversas producciones teatrales, tales como "Sweet Charity" y "My One and Only". Actualmente, desempeña el papel de Pat McDougal en la comedia que la CBS emite los lunes por la noche, llamada "Everybody Loves Raymond". Si bien ha trabajado principalmente en comedias ligeras, Georgia ha reflexionado profundamente sobre la industria del espectáculo y particularmente en lo que se necesita para elevar su nivel. El productor le preguntó en primer lugar qué cosas de valor había hallado en el mundo del entretenimiento.

Sé por experiencia que el espectáculo puede elevarnos espiritualmente y darnos inspiración. También puede hacernos reflexionar, traernos consuelo e incluso curación. Sin embargo, a veces también resulta ser una mera diversión o carecer de valor alguno. Como en cualquier otra esfera de la actividad humana, son los móviles y las ideas que respaldan el trabajo los que hacen que el espectáculo sea o no una bendición.

Es interesante saber que la palabra inglesa entertain (que en español tiene, entre otros significados, el de "entretener") puede querer decir simplemente "divertir" o "diversificar", pero también "atrapar" (es decir "atraer y ejercer influencia"), y asimismo "mantener en el pensamiento o en la mente" y "atesorar". Por eso bien podemos preguntarnos: ¿Qué es lo que deseamos mantener en el pensamiento cuando elegimos un espectáculo? Hace algunos años escuché a una distinguida oradora y sanadora espiritual hacer una declaración que invita a la reflexión. Ella dijo: "El espectáculo se ha transformado en el dios de nuestra época".

Tomé su declaración muy seriamente, pues hace muchos años que estoy en esta industria. Además, como he estudiado la Biblia y Ciencia y Salud toda mi vida no deseo quebrantar el Primer Mandamiento, es decir, no deseo tener ningún otro dios delante del único Dios, supremo e infinito. El siguiente pasaje me ayuda a decidir si algo tiene o no valor para mí, respecto al espectáculo o a cualquier otra cosa: "...a Dios no puede inculpársele de imperfección. Sus modos proclaman la hermosura de la santidad, y Su multiforme sabiduría brilla a través del mundo visible en vislumbres de verdades eternas. Aun por entre las nieblas de la mortalidad se percibe el resplandor de Su venida".Escritos Misceláneos, por Mary Baker Eddy, pág. 363.

Considero que este pasaje lo dice todo. La más sencilla comedia o el drama de mayor intensidad, son para mí valiosos, si puedo percibir en ellos aunque sea un tenue rayo de luz. Si no puedo ver en ellos la luz de la verdad, el amor, la bondad, el gozo, o la inocencia, carecen de valor para mí.

El espectáculo tiene el potencial de elevarnos. Una vez, hace años, me encontraba despierta en plena noche sintiendo mucha inquietud y desasosiego. Encendí la televisión y me puse a mirar una película dramática en blanco y negro, llamada Talk of the Town, con Ronald Colman, Jean Arthur y Cary Grant. Los valores en ella expresados me hicieron ver que la justicia prevalece y que podemos ser guiados a tomar decisiones correctas con relación a nuestra felicidad. Jamás he olvidado esa película, pues reafirmó mi confianza en la vida y me llenó de inspiración. Después de verla, mis problemas parecieron empequeñecer. Esa luz de verdad me elevó espiritualmente.

¿Recuerda alguna ocasión en la que haya reflejado esa luz en el ámbito laboral, al desempeñar su papel en una determinada producción, o en su relación con un colega?

Cada vez que participo en alguna actividad relacionada con el espectáculo, ya sea un musical, una obra de teatro o televisión, o una película, oro para saber que la armonía es la ley que gobierna la situación, y que nuestro trabajo sólo existe para glorificar a Dios. Lo que me motiva a orar es siempre el deseo de que lo que hago sea una bendición.

Las cualidades espirituales pueden brillar a través del entretenimiento.

Hace muchos años, estaba participando en un musical en Connecticut, al que asistieron mi hermana, su esposo y su pequeña hija. Antes de la obra, oré, como habitualmente lo hago, para saber que la Mente de todos — desde la última persona de la última fila, al operador de luces, el personal y todos los actores — era Dios, y que cada una de ellas era Su expresión incomparable. Recuerdo haber afirmado que el Amor, Dios, era el único poder que gobernaba la producción.

Después del show, mi hermana me dijo que había llegado al teatro con un fuerte dolor de cabeza, que durante la obra había desaparecido por completo. Siempre recuerdo su curación, ya que si eso pudo ocurrirle a una persona, puede también ocurrirle a muchas otras.

Es Dios el que sana; son la Verdad y el Amor, los que sanan. El espectáculo no sana, pero las cualidades espirituales pueden brillar a través del mismo, y si esto ocurre, el mal no puede prosperar. Entonces la alegría y la salud, que constituyen el estado normal del hombre, se manifiestan.

La experiencia de mi hermana es tan sólo un ejemplo; en muchas ocasiones he visto cómo la discordia cede a la armonía. Por ejemplo, una vez tuve un empleo que me duró muchos años, pero el ambiente de trabajo no era bueno. Sin embargo, cuando pienso en él lo recuerdo como uno de los mejores que tuve.

Muy a menudo el actor principal parece tener la potestad de definir la atmósfera de trabajo. Si tiene mal carácter o expresa infelicidad, puede tener en vilo a cientos de personas. Recuerdo que una vez el actor principal nos estaba haciendo pasar un mal rato a todos. En lugar de reaccionar con desagrado, oré sinceramente para percibir el bien que él expresaba. Ese mismo día, me contó cuánto apreciaba a su esposa. Después aparecieron en él otras facetas positivas. Más adelante vi cómo su mal talante desaparecía gradualmente y se desarrollaban fuertes lazos de amistad entre todos los compañía. Esa experiencia fue para mí particularmente grata.

Algunas curaciones se producen rápidamente; otras, llevan más tiempo, pero el hecho es que la Verdad y el Amor, y no la ignorancia y el mal, son poderosos.

¿De modo que es importante lo que individualmente pueden aportar a su trabajo las personas inmersas en la industria del espectáculo?

Considero que cuando la gente vive su vida centrada en Dios, aporta a los más insignificantes detalles de su actividad una convicción espiritual tal del poder y la presencia de Dios, que se destruye la mentira que más perjudica a la industria del espectáculo, es decir, que el mal es tan atractivo como el bien, y aun más. Esta mentira se basa en la premisa de que el mal es tan real como el bien.

¿Qué le diría a alguien que opina que esta actividad debe considerarse un negocio, que la industria del espectáculo simplemente refleja los gustos e inclinaciones generales de la mayoría de la población, y que por lo tanto no está mal producir espectáculo de baja calidad?

Considero que todo se reduce a los móviles. En mi trabajo siempre procuro ver más allá de la mentira que dice que la buena calidad no tiene éxito. Gracias a Dios, hay gente que continuamente prueba que esa aserción es falsa. Desde un punto de vista elevado, el espectáculo tiene el potencial de bendecir; mientras que el espectáculo basado en la codicia carece de valor.

Lo que ocurre actualmente en esta industria me recuerda la parábola de Jesús sobre el trigo y la cizaña, Véase Mateo 13:24—30. que crecen juntos. Según la narración bíblica, el padre de familia les dice a sus siervos: "No arranquéis la cizaña ahora. Esperad a la siega, y luego quemad la cizaña y recoged el trigo".

Donde las cualidades espirituales brillan, el mal no puede prosperar.

Creo que esto es lo que ocurre actualmente. En este mismo momento hay mucha basura y elementos dañinos en la industria del espectáculo, pero lo que carece de valor va a desaparecer. Al no tener cualidades divinas, no tiene causa, ni fuente, ni nada a que aferrarse, salvo la ignorancia. Por eso afirmo cada día que Dios es supremo — omnipotente, omnipresente y omnisciente. Esta oración es un poderoso antídoto contra la creencia falsa de que el mal está presente, que es poderoso y omnisapiente. Eso simplemente no es verdad.

A veces me ofrecen trabajar en obras que no son del todo buenas. En esas ocasiones, puedo optar entre decir lo que pienso y rechazar el ofrecimiento, u orar para que Dios me utilice como una influencia para bien. Una vez, por ejemplo, me ofrecieron una parte en una serie en la que cada semana había una estrella invitada distinta. Leí mi parte y no la acepté, pues sentía que Dios me estaba diciendo: "Ese papel no es para ti". La primera parte del diálogo era chispeante, graciosa y amena, pero el final no me gustaba. No dije por qué, pero era debido a la promiscuidad del personaje.

Por increíble que parezca, cuatro días después, uno de los escritores del show me llamó y me dijo: "Me pregunto si hay algo que podamos cambiar en su papel para que usted lo acepte". Entonces le dije: "En realidad, mi papel es encantador, precioso hasta el final, cuando la chica se mete en la cama con alguien que acaba de conocer. No me parece un buen ejemplo, ni algo ajustado a la realidad, por lo que no deseo hacer ese papel". Él me contestó: "Bueno, podemos cambiar esa parte". Así lo hicieron, y acepté el papel.

Es muy raro que un escritor le pregunte a un actor: "¿Qué podemos hacer para que usted acepte el papel?" La forma en que mi parte estaba originalmente escrita no era para mí, pero Dios hizo el ajuste necesario, y la experiencia fue maravillosa.

Si quiere saber cómo obtener reimpresiones de artículos publicados en el Heraldo para poder distribuir en cantidades, escríbanos y le diremos cómo hacerlo. heraldo@csps.com.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / septiembre de 2004

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.