Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Rescatados de un desastre financiero

Del número de septiembre de 2004 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Mi padre era incapaz de hacer algo deshonesto. Recuerdo que en una ocasión comentó de un contratista con el que había trabajado: "Si a este hombre le puede ir tan bien, imagínate lo bien que le iría en este negocio a una persona realmente honesta". Posteriormente, mi padre fundó su propio negocio de reparación comercial de albañilería, teniendo como principio fundamental la honestidad.

Él y su hermano formaron una compañía de construcción realmente sólida con clientes leales y con una reputación ganada con honradez y trabajo competente. Con el tiempo, yo empecé a trabajar con él. Teníamos un excelente equipo de trabajadores. Todos se preocupaban por los demás. Era como una gran familia.

Mi padre y mi tío se jubilaron en una época de mucho crecimiento, dejándonos el negocio a mis dos primos y a mí. A mediados de los años 90, nos hicimos cargo de un proyecto en un área con la que no estábamos familiarizados y que no pudimos terminar. La empresa fiadora que aseguró el proyecto tuvo que hacerse cargo y nuestra compañía finalmente se vio forzada a declararse en quiebra.

Al conversar con nuestro abogado acerca de las opciones que teníamos, él nos sugirió que comenzáramos de nuevo. La sugerencia me pareció acertada. Yo sabía que tener un negocio me permitiría obtener los recursos necesarios para manejar los problemas que se habían creado, cosa que de otro modo no ocurriría. Comencé a tener muchas ideas sobre cómo podía ayudar a rectificar las dificultades que les habíamos provocado a nuestros clientes y acreedores. Si seguía operando, podía mejorar todo eso, mientras que si abandonaba el trabajo por completo, estaría huyendo de la situación. Yo creía fehacientemente que las cosas tenían que resolverse de una manera cordial y ética, y comenzar de nuevo parecía ser lo más correcto.

De manera que con la ayuda de un par de antiguos empleados, establecí una nueva organización. A medida que los fondos se fueron haciendo disponibles, fui a ver a algunos de nuestros acreedores menores, y pagué a cuenta de las deudas de la antigua compañía. Eso no era un requisito legal, pero me dio mucha satisfacción hacerlo. Podría decir que me pareció "realmente correcto". Ayudó a traer algo de equilibrio a los tiempos tan difíciles que estábamos viviendo. Hacía muchos años que conocíamos a estos proveedores, y éramos amigos de gran parte de ellos. Recuerdo que me senté para hablar sobre los detalles con uno de ellos, y pude sentir la compasión que él sentía en su corazón por lo que yo estaba pasando, tanto como yo podía sentir mi propia compasión hacia él.

Mientras tanto, mi esposa, Heidi, y yo estábamos teniendo nuestros propios desafíos personales. Lidiábamos constantemente con la sensación de que caeríamos inminentemente en la ruina. ¿Cómo íbamos a enfrentar una deuda por la antigua compañía que podría llegar a miles de dólares? No podíamos aceptar la idea de presentar quiebra personal. Aun así, nos daba mucho miedo la posibilidad de caer en una inevitable ruina económica — eso significaría perderlo todo.

Había una salida y confiábamos en que Dios la mostraría.

Llamamos a una practicista de la Christian Science para que nos ayudara a orar por nuestra situación financiera. Nos indicó que leyéramos el libro de Job donde dice: "[Hay una] senda que ave nunca conoció, ni ojo de buitre la vio; nunca los cachorros de las fieras pisaron, ni león feroz por ella pasó". Job 28:7, 8 (según versión King James de la Biblia). Este pasaje nos aseguró que había una salida y que podíamos confiar en que Dios nos la mostraría. Oramos día y noche simplemente para sentir la paz y la presencia divinas. Cuando íbamos en el automóvil a distintos lugares, cantábamos himnos. Ellos siempre fortalecían nuestra confianza. Y nos aferramos a las palabras del Salmo 23: "Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre... No temeré mal alguno". Fue maravilloso pensar de ese modo. Y obtuvimos fortaleza de la promesa de otro versículo: "Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas". Proverbios 3:6.

A veces me despertaba muy temprano por la mañana lleno de ansiedad. Entonces me ponía a orar para saber que Dios tenía el control y que Él nos protegería y estaría a cargo de todo. Esto me ayudaba a plantarme firmemente en mis pies, de manera que para cuando llegaba a mi oficina, me sentía preparado para enfrentar el día. Por la noche, Heidi y yo pasábamos algún tiempo juntos leyendo la Lección Bíblica Semanal de la Christian Science, y hablando sobre ella.

Encontrábamos las verdades espirituales que se aplicaban a nuestra situación. Y si bien los problemas financieros a menudo se piensa que producen tensiones en los matrimonios, el amor que sentíamos el uno por el otro aumentó tremendamente durante ese tiempo.

A pesar de todo, fue una época muy especial en la que nos acercamos más a Dios. Siento que los tiempos difíciles así son. Como resultado de nuestra oración nos sentimos guiados a contratar a un abogado particular, cuyo enfoque de la situación consistía en que nos volviéramos el mejor amigo de la compañía fiadora. Él realmente tenía muchos recursos, y encontró varias formas tes de ayudarlos. Y yo los auxiliaba siempre que podía también. Este trabajo mutuo contribuyó a terminar con el temor. Nuestras oraciones, y las de la practicista, nos ayudaron a pasar del temor a la expectativa de que todo saldría bien.

Después de cuatro años, la compañía fiadora nos presentó una factura por haber completado los proyectos que habían asumido de nuestra compañía original. Era por una enorme cantidad de dinero: casi un millón de dólares. No obstante, Heidi y yo continuamos aferrándonos en oración a las verdades que estábamos comprendiendo sobre la bondad de Dios. Y semanas después, nuestro abogado nos volvió a llamar. Había logrado negociar una cantidad con la compañía fiadora que era tan sólo 8 por ciento del original. Mi esposa y yo estábamos inmensamente agradecidos por ello. Aun así la suma a pagar era muy grande, pero continuamos confiando en que la oración que nos había bendecido hasta ese momento nos guiaría hasta el final.

Mis clientes querían saber quién era la maravillosa recepcionista que teníamos.

Hoy, después de otros cuatro años, estamos casi por terminar de saldar la deuda, y realmente no ha tenido ni el más leve impacto en nosotros. Pudimos hacer los pagos regulares. Durante esa época recibimos entradas inesperadas, y nos hemos podido mantener maravillosamente. Nunca tuvimos la necesidad de presentar quiebra personal.

Hay otra parte de la historia que es muy especial para mí. Mi mamá quería venir a la oficina para ayudar. Ella tiene cerca de 90 años, y desde que se casó nunca había trabajado fuera de la casa. No obstante, manejó su automóvil hasta la oficina una hora de ida y otra de vuelta, tres días a la semana, y se hizo cargo de las llamadas. Mis clientes querían saber quién era la maravillosa recepcionista que teníamos. Mamá se familiarizó con la computadora, la máquina de fax, es decir, con todas las actividades propias de una oficina de construcción. No siempre fue fácil, pero esto se transformó en una muy hermosa experiencia para ella — pues trabajaba donde mi padre había pasado toda su vida laboral. A ella le encantaba estar allí. Los obreros la querían mucho. Yo mismo me estaba acercando a la edad en que mucha gente piensa en jubilarse, pero me volví a sumergir en el trabajo. Y si bien no siempre es fácil, estoy aprendiendo cada vez más que soy el reflejo de Dios, y a reconocerlo a Él como la fuente de todo lo que es bueno en nuestra vida.

Si bien estas experiencias a menudo fueron difíciles, he sido ricamente bendecido. He aprendido que puedo amar a la gente amando a Dios; simplemente, no puedo separar las dos acciones. Y eso es lo que más he tenido que aprender en mi vida. Dios realmente está con nosotros. Podemos seguir confiando en Él y en que no nos va a defraudar. Cuando uno se esfuerza por encontrar a Dios con todo su corazón, lo encuentra.

Tomado de una entrevista del programa Sentinel Radio.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / septiembre de 2004

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.