Hace unos años, el plan estratégico de la compañía para la que trabajaba cambió en algunos departamentos el criterio de empleo de una manera que me afectó a mí. Yo sabía que me despedirían porque no podía cumplir con los nuevos requisitos.
Para mí la situación era alarmante porque ya hacía un tiempo que trabajaba para este empleador. Entonces decidí usar los días que me restaban antes del cese para pensar en las opciones que tenía y, específicamente, para orar.
Ya hacía mucho tiempo que estaba convencida de que nuestro verdadero trabajo proviene de Dios, aunque parezca ser un empleo en una oficina, en una línea de ensamblado, o en cualquier otro lugar. Mary Baker Eddy explica en su libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, que cada persona es el reflejo de Dios. Eso significa que todos somos uno con Dios; el reflejo espiritual moviéndose de acuerdo con su original. Tu reflejo en el espejo no se puede mover a menos que tú te muevas.
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