Mis mellizos de dos años estaban desmantelando los calentadores de zócalo en uno de los dormitorios, al tiempo que mi hija de cinco años trataba de llevar sola a nuestro bebé recién nacido al piso de arriba por las escaleras. Estas dos cosas estaban ocurriendo mientras los de siete y nueve años me estaban llamando para que los ayudara a ponerse los patines para el hielo porque el agua que se había acumulado en el jardín de atrás se había congelado la noche anterior.
Este fue un momento cuando me sentí agradecida al declarar con firmeza que no necesitaba sentirme sola o estresada porque Dios, el Amor divino, estaba allí conmigo. Y más que eso, en la realidad espiritual Dios es la verdadera Madre de todos nosotros, la creación espiritual del Amor. Podía sentir que la presencia del Amor divino me apoyaba en ese momento, y la presión y la ansiedad desaparecieron.
Le di un gran abrazo a mi hija mientras le quitaba suavemente de sus brazos al bebé, distraje a los mellizos con algunos juguetes, rápidamente puse los calentadores de nuevo en su lugar, y muy pronto ayudé a los dos varones a ponerse sus patines y trajes de nieve para que salieran a divertirse al jardín.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!