Cuando era niño, me vino el pensamiento de que “Dios es un Dios de amor únicamente”, no un Dios tanto de amor como de odio, como enseñaba la religión de mi padre, cosa que yo no podía aceptar.
Esta nueva perspectiva acerca de Dios vino durante la época en que mi madre empezó a estudiar la Ciencia Cristiana. Ella había estado buscando respuestas a los interrogantes más importantes de la vida desde que era jovencita, y finalmente encontró la Ciencia Cristiana. No mucho después, mi madre dejó la religión de mi padre y se afilió a una Iglesia de Cristo, Científico, cercana.
Mi madre no nos sacó de la iglesia de mi padre porque a él le habían dicho que, para su propia salvación, era necesario que nosotros asistiéramos continuamente. Aunque extrañaba la presencia de mi madre los domingos por la mañana, sentía que ella estaba haciendo algo que debía hacer. Podía ver que el amor de Dios ahora permeaba la existencia de mi madre, irradiaba de ella, y tocaba a todos los que la rodeaban.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!