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Oremos por el barrio

Del número de mayo de 2018 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando anhelo alcanzar una compresión más elevada de armonía, a menudo oro con esta definición de la Ciencia Cristiana que da Mary Baker Eddy en su libro Rudimentos de la Ciencia divina: “...la ley de Dios, la ley del bien, que interpreta y demuestra el Principio divino y la regla de la armonía universal” (pág. 1).

He aquí un ejemplo de cómo el recurrir a esta ley de armonía me ayudó a encontrar tranquilidad y confianza de que todo estaría bien durante una situación discordante que surgió en mi barrio. Estaba sentada junto a mi escritorio con la ventana abierta para aprovechar la fresca brisa del océano. Me sentía intrigada por un comentario que una oradora había hecho en una transmisión que estaba escuchando. Ella dijo que su maestro de Ciencia Cristiana había dicho que cada año deberíamos estar haciendo menos de lo que cualquiera puede hacer, y más de aquello que solo quien comprende la Ciencia divina del Cristo puede hacer.

De pronto, las voces de dos hombres que comenzaron a gritarse muy fuerte interrumpieron lo que estaba pensando. El sonido venía del estacionamiento cercano al edificio de condominios donde vivo. Debido a las recientes noticias de tiroteos y delincuencia que había en la ciudad, me preocupaba que esto fuera en aumento y me preguntaba qué acciones preventivas podrían tomarse.

Me vino la tentación de simplemente cerrar la ventana y encender el aire acondicionado para acallar sus voces. Yo realmente no quería ser testigo de ningún acto de violencia en el barrio, y tampoco quería que el pánico controlara mis acciones. Aunque me sentí tentada, no miré fuera de la ventana ni me moví de mi asiento.

Justo en medio de las tentadoras sugestiones, me vino el pensamiento: “La ayuda está aquí. Dios está aquí y allá afuera con ellos también. Tú has estado orando al reconocer la presencia universal de la ley de la armonía, de la Mente única, Dios. Entonces, haz lo que tú sabes que será lo mejor para todos: Ora para que la verdadera armonía y amor fraternal ¡se manifiesten ahora mismo!”.

Así que me quedé allí sentada afirmando que la ley de armonía de Dios estaba abrazando a los dos hombres, a nuestro vecindario, a nuestra ciudad y al mundo. De la Biblia comprendía que Dios es el único poder y la única presencia que llenan todo el espacio. Su ley es la fuente de la paz, la unidad y la hermandad, y de todo el bien.

Mientras oraba de esta forma, sentí la presencia del Amor y la paz llenó mi corazón. El temor y el pánico fueron eliminados de mi pensamiento. Al principio parecía que cuanto más oraba, más altas eran las voces de los hombres. Pero al persistir en mi oración, el griterío terminó tan abruptamente como había empezado. El episodio fue breve, duró apenas unos minutos.

Este es un simple ejemplo de que podemos hacer lo que la Ciencia Cristiana nos alienta a hacer, es decir, orar por nosotros mismos y por el bien de nuestros vecinos. Estoy ciertamente agradecida al Christian Science Monitor por mantenernos siempre conscientes de la necesidad de orar por nuestra familia mundial. Y estoy humildemente agradecida por tener presente que la ley universal de la armonía está operando en mi barrio y en el tuyo.

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