¡Todos nos estábamos divirtiendo mucho… o eso parecía!
Faltaban dos días para la Navidad y la casa estaba llena de familiares. Estábamos jugando diferentes juegos, y todos comenzamos a hacer tonterías. Pero a una persona no le gustaron, así que arrojó sus cartas sobre la mesa y se alejó furioso.
Yo no entendía lo que había ocurrido, y me sorprendí mucho al enterarme de que estaba enojado conmigo. ¿Por qué? ¡Así que yo también arrojé mis cartas! Subí las escaleras corriendo y entré en mi cuarto y cerré la puerta de un golpe. Hasta ahí había llegado la diversión de la Navidad.
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